La nueva tableta de
Apple permite utilizarse, por fin, con bolígrafos digitales, un accesorio
esencial para diseñar, crear anotaciones y editar contenido, al tiempo que
ofrece buenas sensaciones gracias a un manejo fluido, aunque queda lejos de las
capacidades de su «hermano» iPad Pro
De diseño más bien
tradicional y con la actualización de algunos de sus componentes principales,
la nueva tableta iPad de este año ha puesto el foco, principalmente, en el
entorno educativo. Por prestaciones, pero sobre todo por su reducido precio, se
puede convertir en una herramienta para el aprendizaje ideal. Con ella, se
pueden realizar multitud de tareas, no solo reproducir contenido multimedia que
es, al final y al cabo, el principal destino de este tipo de aparatos. Y son
muchos los ejemplos; desde tomar anotaciones (para prescindir por fin del
papel), realizar bocetos y dibujar en detalle, así como crear sensacionales
presentaciones y trabajos con vocación profesional. Eso sí, depende del
software escogido (muchas de las aplicaciones más avanzadas son de pago) pero,
sobre todo, de la creatividad de cada uno.
Este planteamiento se
debe, en parte, a que este nuevo iPad es compatible con un accesorio ya
imprescindible para tareas de productividad, el Apple Pencil, que
lamentablemente no viene incluido en el pack. Es decir, se vende por separado,
pero vale la pena tener a mano porque amplía sus funciones y la experiencia en
el diseño es magnífica. Es un bolígrafo digital que comenzó su andadura en el
modelo iPad Pro, pero que por fin ha dado el salto a esta versión «low cost».
La calibración y sensibilidad a la hora de reconocer los trazos es
extraordinaria y se convierte, de facto, en un acompañante necesario para poder
sacarle partido a la tableta.
Su manejo permite
escribir a mano alzada a partir de diversas aplicaciones instaladas. Es muy
preciso, con lo que si se emplean herramientas de diseño y edición se pueden
crear sensacionales proyectos artísticos de corte profesional. Una pega en en
este caso es que el Apple Pencil no se puede encajar dentro de la tableta o
mediante un sistema magnético, con lo que puede acabar rodando por ahí y tener
un disgusto si se pierde, porque no es barato. Por cierto, su carga sigue
siendo a través del puerto Lightning mediante una clavija que aparece retirando
una caperuza. Un procedimiento que, a título personal, resulta visualmente
extraño y a veces se desempareja, aunque por fortuna es necesario un escaso
tiempo de recarga.
Si bien es cierto que
para tareas más sofisticadas y avanzadas este iPad no suple totalmente a un
portátil, uno de sus aspectos que más sorprende es su gran potencia de salida.
Pese a no estar a la altura del iPad Pro, este modelo aguanta perfectamente
algunas de las tareas más exigentes. Todo ello es gracias a la incorporación de
un procesador, A10 Fusion, de arquitectura de 64 bits como los ordenadores, y
que viene apoyado por 2 GB de memoria RAM. Unos guarismos más que suficientes y
que le confieren un buen rendimiento. Esta configuración logra, además, que los
videojuegos y la edición de video se muevan con soltura. La compañía ha logrado
que el dispositivo sea hasta un 40% más potente si lo comparamos con el modelo
del pasado año. Y esa capacidad se nota en la mayoría de tareas, incluso cuando
se exportan proyectos en videos, que lo procesa con bastante rapidez.
Ficha técnica
Pantalla 9.7
pulgadas
Resolución 2.048
x 1.536 pixeles
Dimensiones 240x169.5x7.5
mm
Peso 469
gramos
Chip A10
Fusion
RAM 2 GB
Cámara frontal: FaceTime
HD (1.2 megapixeles) con apertura F2.2
Cámara trasera: 8
megapixeles con apertura F2.4
Batería Hasta
10 horas
SO iOS
11
Su diseño, sin
embargo, peca de ser algo obsoleto. Hay pocos cambios respecto a sus
predecesores. Mantiene el tamaño de 9.7 pulgadas de las tabletas tradicionales,
un formato cómodo y muy transportable, pero chirría, en parte, la existencia de
abultados marcos. Tampoco estamos ante la mejor pantalla. No es totalmente
compacta como sucede en las últimas versiones, lo que recuerda más a un iPad de
hace unos años.
Uno se encuentra con
que hay una separación entre el vidrio y la estructura interactiva. Esa
construcción pasa factura, por ejemplo, en situaciones en las que se desea
conseguir una mayor precisión con el lápiz óptico, aunque aguanta perfectamente
las tareas principales. Pero en este escenario es donde, precisamente, el
modelo Pro gana peso y precisión. En cuanto a su resolución, de 2.048 x 1.536
píxeles, ofrece un resultado óptimo y permite reproducir contenido en buena
calidad, y más si atendemos a su precio. Por supuesto, en el mercado, se pueden
encontrar tabletas mucho más baratas, pero a su favor se encuentra las
potencialidades de este dispositivo y, sobre todo, la alta durabilidad que le
acompaña.
La estrategia de la
compañía es clara: pese a estar diseñado de primeras como herramienta de
trabajo dentro del aula, el dispositivo está concebido a su vez como una
tableta de uso corriente. Por supuesto, el nuevo modelo se queda lejos del iPad
Pro. Por lo pronto, no cuenta con la tecnología «smart conector» -esos tres
pines que están en un lateral- para acoplar el teclado oficial, aunque en su
lugar se puede utilizar cualquier teclado inalámbrico que se conecte a través
de Bluetooth. Para el caso, es lo mismo. Tampoco cuenta con sonido estéreo
(tiene dos altavoces en lugar de cuatro) y la calidad de su pantalla es
inferior, al igual que sus cámaras. En cambio, se puede tener a mano una
tableta cuya relación calidad-precio es imbatible. Otro detalle a tener en
cuenta es que su batería aguanta perfectamente varias jornadas. Con un uso
moderado se va a más de dos días sin conceder esfuerzo alguno, lo que resulta
idóneo para trabajar con él. Máxime a que este tipo de dispositivos no se
suelen utilizar tan a menudo como los teléfonos móviles.
Aunque se maneja
perfectamente, evidentemente hay tareas que requieren todavía de un portátil.
La idea es que por algo más de 300 euros (con 64 GB de almacenamiento, más de
que sobra) se tiene una tableta potente. Difícil encontrar algo mejor a este
precio. Es un acierto porque el iPad reverdece como gran alternativa a los
ordenadores tipo Chromebook, muy exitosos en las escuelas de EE.UU. (cuenta con
el 59.6% del mercado de computadoras en los colegios) y los portátiles con
sistema Windows, que han sido fundamentales para la introducción de las nuevas
tecnologías en el aula.
Fuente: Abc.es