El Centro Nacional de Supercomputación coordina una iniciativa europea para desarrollar procesadores de código abierto: "Necesitamos soberanía tecnológica, por una cuestión económica pero también ética", pide su director
No es que el MareNostrum 4 no sea rápido.
Pero se montó en 2017 y se está aproximando al final de su vida útil,
que en los superordenadores está en torno a los cuatro o cinco años. La
solución será el MareNostrum 5, que será unas 30 veces más potente. El
organismo que dirige Valero, más conocido como Barcelona Supercomputing Center
(BSC), ganó el pasado verano un concurso de la Unión Europea para ayudar a
financiarlo. Uno de sus proyectos de investigación que llamó la atención de
Bruselas es el conocido como "chip europeo", un desarrollo
tecnológico con capacidad para revolucionar no solo el sector de los
supercomputadores sino también otros como el de los coches autónomos.
CHIP EUROPEO
El "chip europeo" es un intento
de aplicar la lógica del código abierto, muy avanzada en lo relativo a
programas digitales (software), al mundo de los chips (hardware). "La
cosa es: ¿Por qué no creamos un juego de instrucciones que sea de todos y para
todos, que sirva para que cualquiera pueda hacer sus chips y que no dependamos
de empresas que cobran más de 50 veces lo que vale desarrollarlos?",
explica el director del BSC en entrevista con elDiario.es. La iniciativa,
denominada RISC-V, surgió en la Universidad de Berkeley en 2010 pero ha ganado
un nuevo impulso en Europa en los últimos años, que no cuenta con ningún gran
fabricante de chips.
El software abierto se basa en
facilitar el acceso al código bajo una licencia que permite utilizarlo,
reescribirlo, mejorarlo y redistribuirlo sin el permiso expreso de su autor
original. Surgió como respuesta a los programas privativos que impedían a sus
usuarios incorporar mejoras o funcionalidades adicionales, impidiendo explotar
al máximo las posibilidades de la tecnología. La mayoría de supercomputadores
realizan labores de investigación, "como los buques oceanográficos o los
Observatorios de Canarias", expone Valero, y utilizan versiones de Linux
–la nave nodriza del código abierto– como sistema operativo. Sin embargo, siguen
atados a las lógicas privativas y a las condiciones de venta que establecen
unos pocos fabricantes de chips.
Europa no siempre ha carecido de esa
capacidad estratégica. Hasta 2016 contaba con la multinacional británica ARM,
pero tras el Brexit esta fue vendida a Softbank, una compañía japonesa. Los
chips de ARM se usaron para crear el Fugaku, el supercomputador que ocupa el
primer puesto en el prestigioso top500 de los computadores más rápidos del
mundo. Está instalado en Kobe (Japón). "Llevamos tres años coordinando una
iniciativa para intentar hacer procesadores que compitan con los Intel, Nvidia,
ARM...", explica el director del BSC. "Las posibilidades de
colaborar, optimizar, de tomar diseños de uno, adaptarlos a tus necesidades,
mejorarlos, son enormes a nivel mundial".
"Estamos avanzando. Hoy por hoy
no son comparables con los de los competidores, pero estoy convencido que si no
se para la financiación, el MareNostrum 6, de aquí a cinco o seis años, podrá
tener chips europeos, abiertos. Actualmente no hay ningún supercomputador que
los tenga", pide
Valero, que recalca la importancia de que las instituciones apoyen esta carrera
en un capítulo de Faster than the Future, editado por Digital Future Society.
En el libro, el director del BSC y otros 10 expertos internacionales apuntan
algunos de los retos inmediatos de la tecnología. En su presentación
participaron tanto la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital,
Nadia Calviño, como la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia
Artificial, Carme Artigas.
"No abrá tecnología ética en
Europa sin soberanía"
Unos 600 investigadores del BSC
utilizan el MareNostrum 4 como instrumento de trabajo. Su función es realizar
las simulaciones necesarias en sus experimentos. Se organizan en torno a cuatro
departamentos: ciencias de computación, donde se estudian cuestiones como el
big data o la inteligencia artificial; ciencias de la vida, centrada en
modelización molecular del ser humano o medicina personalizada; ciencias de la
tierra, que analiza el cambio climático, la calidad del aire, etc.; e
ingeniería, cuya misión es "desarrollar software científico para explotar
de manera más eficiente las capacidades de la supercomputación".
Existen centros de investigación con
superordenadores por todo el mundo, pero Europa se ha quedado descolgada.
Ninguno de los cinco más potentes se encuentra en el viejo continente. Los
primeros representantes, según el top500, son el Juwels (Alemania, 7º más
rápido) y el HPC5 (Italia, 8º). El MareNostrum 4 es el número 42 de la lista.
El plan europeo que cofinanciará a su sucesor tiene como objetivo revertir la
situación y que los superordenadores europeos rivalicen por los primeros
puestos. Es el primero que se organiza en este campo y también ayudará a
construir otras dos instalaciones punteras en Finlandia e Italia.
Aunque de momento Japón se queda con
la primera posición y además del Fugaku tiene otro par de superordenadores
además entre las 20 más rápidas, es EEUU quien domina el sector. Su posición se
consolidó aun más tras una nueva venta de ARM, que el pasado septiembre pasó de
SoftBank a la estadounidense Nvidia. China, que ha realizado una gran inversión
en los últimos años, se le acerca cada vez más, aunque aún existe distancia
entre las dos superpotencias.
La iniciativa del chip abierto está
enfocada a los superordenadores de los centros de investigación, pero puede
repercutir en toda la sociedad. "Europa tiene que tener tecnología
soberana, primero porque a nivel económico va a generar un rendimiento, pero
segundo, porque si quieres hacer una internet ética, tienes que dominar la
tecnología que la sostiene", expone Mateo Valero. "En Europa
defendemos que somos los que tenemos las mejores regulaciones éticas. Pero si
no eres tú quien desarrolla la tecnología, el problema te vendrá dentro".
El problema que define el director del
Centro Nacional de Supercomputación se da tanto a la parte física de las
tecnologías de la información como al código informático que las rige. En medio
del debate sobre el poder de multinacionales digitales como Google o Facebook,
Valero recuerda que la situación es similar en lo relativo a los chips, con
empresas como Intel o Nvidia dominando el sector. "¿Por qué enfocarnos en
los procesadores? Porque son los elementos que procesan toda la
información".
En cualquier caso y pese a que su
campo de especialización es el hardware, Valero no ahorra críticas sobre las
multinacionales digitales. "Nos han hecho esclavos sin haber habido
ninguna guerra" asevera en su conversación con este medio. "Lo
que están haciendo estas empresas es inmoral, aunque sea legal. Te hacen firmar
una serie de consentimientos para poder comunicarte con tus familiares y
amigos, para luego hacer negocio con tus datos. Y lo que es mucho peor, para
tratar de cambiar la forma en la que piensas".
"La situación tiene que
cambiar" sentencia
el experto, ganador de numerosos premios como el Eckert-Mauchly, considerado el
más prestigioso en arquitectura de computadores. "Europa tiene que
intentar que los datos sean de los que los producen, de que no se puedan
extraer sin más, jugar con ellos y, sobre todo, mandarte consignas en cada
segundo sobre qué tienes que hacer. Yo no tengo redes sociales. Tuve Facebook
hasta hace ocho años. Lo dejé porque vi que se puede vivir sin él y no tengo
por qué nutrir con mis datos ese gran negocio".
Fuente: El Diario.es