3 de marzo de 2022

OPINION. Un tribunal internacional para Putin, please.

No es posible apaciguar al dictador ruso: Chechenia, Georgia, Crimea y ahora toda Ucrania. Pues que recoja lo sembrado y la comunidad internacional lo juzgue  personalmente por este crimen tan horrible.

 Autor: Pillipppe Sands (*)

La decisión del presidente Vladímir Putin de atacar Ucrania es la mayor amenaza a la que se enfrenta el orden internacional creado a partir de 1945 sobre la idea del Estado de derecho, el principio de autodeterminación para todos los pueblos y la prohibición de usar la fuerza. No es la primera vez que Rusia ha emprendido acciones militares en los territorios que quiere ocupar ahora.

En septiembre de 1914 tomó la ciudad de Leópolis y obligó a decenas de miles de habitantes a huir hacia el oeste, entre ellos mi abuelo, que tenía 10 años. La Unión Soviética volvió a por otra tajada en septiembre de 1939, y de nuevo en el verano de 1944, y en esa ocasión se hizo con el control de la ciudad y lo conservó hasta que Ucrania obtuvo la independencia, en 1991.

Por consiguiente, el uso del poder militar ruso en estas zonas no es desconocido, aunque los acontecimientos de la semana pasada hayan causado conmoción entre los europeos que han vivido durante tres generaciones sin experimentar una agresión militar de semejante dimensión.

La historia no desaparece sin más, y los recuerdos se reavivan con facilidad. Una de las cosas que son diferentes hoy es que existen normas para protegernos de este tipo de acciones, consagradas en la Carta de Naciones Unidas, lo más parecido que tenemos a una constitución internacional.

Putin hizo añicos los compromisos fundamentales de la Carta de Naciones Unidas 


En su discurso televisado alegó una serie de motivos extravagantes para la invasión: una Gran Rusia, una falsa Ucrania, una Ucrania nazi, un genocidio que se está cometiendo contra la población de etnia rusa, etcétera. Son justificaciones que ya conocemos, similares a las que marcaron la estrategia nazi en 1938 en Múnich y las esperanzas de Slobodan Milosevic a propósito de una Gran Serbia.


Putin ha hecho su apuesta confiando en que Occidente ni pestañee

Tras los fracasos de las potencias occidentales, que incluyen una guerra ilegal y fallida en Irak y el reciente desmoronamiento de la voluntad política en Afganistán, además de la aceptación del dinero de los oligarcas y la dependencia del gas ruso, Putin espera que no tengan el valor necesario para hacerle frente. Quizá tenga razón, pero esa apuesta es un desafío muy grave, que no puede abordarse solo con sanciones y medidas financieras.

Se necesita mucho más, y cuanto antes. 

Ante un ílicito semejante como es la violación tan flagrante de las normas, es lícito emprender acciones conjuntas para proteger Ucrania y los derechos fundamentales de su población, con el suministro de material militar, medidas para impedir que Rusia utilice su aviación y, en última instancia, con soldados sobre el terreno para imponer zonas seguras, trazar límites e impedir que Rusia los atraviese.

También hay que tener en cuenta la cuestión de la criminalidad, aunque las etiquetas de ese tipo no me hacen muy feliz. El uso de la fuerza militar por parte de Putin es un crimen de agresión, una guerra ilegal, un concepto que se creó en Núremberg con el nombre de “crímenes contra la paz”.

Las imágenes espantosas que hemos visto parecen mostrar que hay ataques dirigidos contra la población civil, lo cual constituye un crimen de guerra, y bien podría ser también contra la humanidad (un concepto legal cuyo origen, como el del término genocidio, se remonta precisamente a la ciudad de Leópolis). La Corte Penal Internacional —hija del Tribunal de Núremberg— tiene competencia sobre algunos de los crímenes cometidos en territorio ucranio (los crímenes de guerra y de lesa humanidad, pero no el de agresión). Los rusos están sujetos a su jurisdicción, y el hecho de que Putin sea presidente no le confiere inmunidad. El fiscal de la CPI, Karim Khan, está facultado para abrir una investigación formal y, si las pruebas lo avalan y los jueces lo autorizan, proceder a la acusación y al enjuiciamiento.

Sin embargo, la CPI tiene una laguna, ya que su jurisdicción aún no se extiende al crimen de agresión perpetrado en el territorio de Ucrania, entonces,

 ¿Por qué no crear un tribunal penal internacional dedicado a investigar a Putin y sus acólitos por este crimen?

Después de todo, fue un jurista soviético, Aron Trainin, quien hizo gran parte del trabajo de campo para introducir los “crímenes contra la paz” en el derecho internacional. Como ha señalado Francine Hirsch en su libro Soviet Judgment at Nuremberg, fueron en gran medida las ideas de Trainin las que convencieron a estadounidenses y británicos para que se incluyeran los “crímenes contra la paz” en el Estatuto de Núremberg y en los autos de acusación contra los alemanes enjuiciados.

Putin conoce muy bien todo lo relacionado con Núremberg: su hermano mayor murió cuando tenía dos años en el sitio de Leningrado, y él da la impresión de ser un defensor de la famosa sentencia de 1946. Hace tres años reprendió al Parlamento Europeo por poner en duda las conclusiones del Tribunal: que el origen de todo aquel horror estuvo en la “traición de Múnich”, que permitió la anexión de territorios checos con la vana esperanza de apaciguar a Hitler.

No es posible apaciguar a Putin. Chechenia, Georgia, Crimea y ahora toda Ucrania. Y así sucesivamente. Que recoja lo que ha sembrado, incluido el legado de Núremberg. Que se le investigue personalmente por este crimen tan espantoso.

(*) Pillipppe Sands es catedrático de Derecho en University College, Londres, y autor de Calle Este-Oeste. Sobre los orígenes de “genocidio” y “crímenes contra la humanidad".

Fuente: El Pais.com

GUERRA UCRANIA-RUSIA. Tras la toma de Jersón, un convoy de buques se dirige a Odesa

 Rusia ha dado un importante paso en su obsesión de ocupar  el litoral del mar Negro en dirección hacia Odessa y después hacia el oeste, hasta llegar al enclave separatista moldavo de Transnistria. Se ha cumplido ya una semana en guerra y no parece cerca el final.

Una columna de blindados rusos están cada vez más cerca de Kiev, los bombardeos a ciudades claves como Járkov, en el este, no cesan y Jersón, de 290.000 habitantes al sur, donde ninguno de los monumentos de la imagen quedan en pie, tras el paso de la sangrienta maquinaria de guerra  rusa, y que finalmente  ha sido  conquistada. Tras esta primera victoria, prosiguen su ofensiva en ciudades del este como Járkov o Mariúpol.

Además, Rusia ha reconocido 490 muertos en sus filas, mientras que el presidente ucraniano dice que son 9.000.

La agencia de refugiados de la ONU, ACNUR ha informado de que al menos un millón de refugiados han huido de Ucrania, desarraigadas por esta guerra sin sentido, cuando se cumplen ya una semana desde que el pasado jueves el presidente ruso, Vladimir Putin, anunciara una operación militar en el país.

Para hoy está prevista la segunda ronda de negociación entre las delegaciones rusas y ucranianas en suelo bielorruso, en vistas a un eventual alto el fuego en esta guerra.

Fuente: Abc.es

ONU. Su Asamblea General condena por mayoría absoluta la invasión rusa de Ucrania

La resolución, con 141 votos favorables de los 193 Estados miembros, no tiene carácter vinculante pero muestra el aislamiento internacional de Moscú.


Tras dos días en los que se han podido escuchar los discursos de 117 de sus 193 países miembros, la Asamblea General extraordinaria de la ONU ha votado una resolución de condena de la invasión rusa de Ucrania que insta a Moscú a retirarse inmediatamente y sin condiciones del país vecino. 

La iniciativa obtuvo 141 votos a favor, cinco en contra (Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Rusia y Siria) y 35 abstenciones (los otros 12 países, entre ellos Venezuela, no asistieron a la sesión) y, aunque no tiene carácter vinculante, muestra el total aislamiento de Rusia en la comunidad internacional. La decisión de celebrar esta sesión extraordinaria del plenario de la organización ―la undécima en toda su historia y la primera desde 1982, tras la invasión de los Altos del Golán― fue la manera de superar el veto de Rusia a una resolución similar en el Consejo de Seguridad, órgano ejecutivo de la ONU.

El texto adoptado es una condena en duros términos (aunque utiliza el término “deplora”) de “la agresión de Rusia contra Ucrania” y una muestra del compromiso “con la soberanía, la independencia, la unidad y la integridad territorial de Ucrania, incluidas sus aguas territoriales”. En la península de Crimea está la base de la flota rusa del mar Negro. La resolución exige que Rusia “deje inmediatamente de recurrir al uso de la fuerza contra Ucrania” y “retire inmediata, completamente y sin condiciones todas sus fuerzas militares” del país vecino. También deplora la alerta nuclear declarada por el presidente Vladímir Putin, una mención ausente en la resolución del Consejo de Seguridad que Rusia vetó el viernes.

Aunque la resolución adoptada por la Asamblea no sea ejecutiva, sí cartografía la postura de la comunidad internacional con respecto a la guerra y, sobre todo, a Rusia, “donde un dictador europeo quiere restaurar la antigua gloria del pasado”, en palabras de la embajadora de EE UU ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, que subrayó que Rusia se está preparando para “incrementar la brutalidad” de su ofensiva contra Ucrania.

Cerró el turno de oradores el embajador ucranio, Sergii Kislitsia, que no ahorró detalles al describir la barbarie que sufre su país, como el bombardeo de zonas residenciales o del memorial del Holocausto de Babi Yar en Kiev. “El objetivo de Rusia no es solo la ocupación, sino el genocidio” de los ucranios, aseguró. “Es muy fácil firmar la Carta de la ONU en tiempos de paz. Pero es nuestro deber confirmarla e implementarla en tiempos de guerra. Por favor, respeten la Carta de la ONU, respeten a su secretario general”, instó entre aplausos Kislitsia, que agradeció a los Estados miembros la acogida de refugiados.

La primera réplica fue la de su homólogo ruso, Vasili Nebenzia, desde su asiento, sin subir al atril de los oradores. Nebenzia repitió el argumentario del Kremlin: “La negativa [de Moscú] a apoyar el proyecto de resolución de hoy es un voto a favor de una Ucrania pacífica y libre de radicalismo y neonazismo”. Lo siguieron los representantes de Serbia y Siria. El primero dio la sorpresa al anunciar el apoyo de su país, tradicional aliado de Rusia, a la resolución “y a la integridad territorial de los Estados miembros”, una clara alusión al contencioso con Kosovo. El embajador de Siria calificó la resolución de “propaganda política” e “hipocresía” que “interfiere en los asuntos internos de un país”, y anunció su voto en contra.

Fuente: El Pais.com 

ANONYMOUS. Publica documento demostrativo de que invasión a Ucrania se aprobó el 18/02/2022

 En dicho documento se indica que el inicio de la invasión estaba previsto para el 20 de febrero y duraría hasta el 6 de marzo, lo que confirmaría que Putin tenía planteada una operación rápida.

La organización Anonymous ha publicado un documento filtrado que, presuntamente, procedería de las Fuerzas Armadas de Rusia por el que la invasión de Ucrania fue aprobada por la Federación el día 18 de enero de 2022.

Leaked document from Russian troops showing war against Ukraine was approved on 18th January, and initial plan to seize Ukraine starting 20th Feb to 06th March pic.twitter.com/4zsZD9i0R4

— Anonymous (@YourAnonNews) March 2, 2022

Ver imagenes y leer toda la conversación en twitter

En dicho documento se indica que el inicio de la invasión estaba previsto para el 20 de febrero y duraría hasta el 6 de marzo, lo que confirmaría que Putin tenía planteada una operación rápida.

Los documentos filtrados contienen, además, mapas y esquemas sobre cómo ejecutar la invasión.

Por otro lado, a lo largo de estos días se ha indicado desde distintos ámbitos que el discurso de Vladimir Putin en el que anunciaba el inicio de la invasión a Ucrania, traducido en el eufemismo «operación militar especial», podría haber sido grabado el 21 de febrero de 2022, tres días antes de que las tropas rusas entraran en Ucrania.

Fuente: Diario16.com

Garry Kasparov enumeró qué tiene que suceder para que caiga Vladimir Putin

El ex campeón mundial de ajedrez y una de las mentes más lúcidas del mundo, se refirió a cómo Occidente está acorralando al dictador de Moscú


Garry Kasparov es una de las voces más críticas del Kremlin desde hace años. Sobre todo desde que Vladimir Putin ascendió al poder en 1999. Siempre advirtió de cómo el ex agente de la KGB había armado un entramado mafioso “al estilo Vito Corleone” -tal como lo describe en su libro Winter is Coming de 2015- para construir su poder,  estructurar y beneficiar a los oligarcas multimillonarios que hoy son blanco de las sanciones de Occidente por la invasión a Ucrania.

En las últimas horas el intelectual azerbaiyano de 58 años se convirtió en una de los más consultados respecto al ataque injustificado de Putin contra los ucranianos. Incluso, había hecho una lista para frenar al dictador de Moscú, quien cada vez está más aislado en la comunidad internacional. Sus recomendaciones fueron: apoyar al ejército ucraniano; llevar a la quiebra a la “máquina bélica” rusa; congelar los activos de Putin y de sus “secuaces”; sancionar el aparato propagandístico del Kremlin; exponer a quienes defienden al jefe de estado ruso; reemplazar el petróleo y el gas proveniente de aquel país.

En un mensaje compartido por miles en su cuenta de Twitter, el ex campeón del mundo de ajedrez dijo: “Me alegra ver que muchos puntos de mi lista para detener a Putin se están cumpliendo. Putin está siendo aislado de una manera que los rusos de a pie no pueden ignorar, a pesar de la ventisca de propaganda que cada día será más desesperada y evidente”.

Kasparov podría ser considerado un experto en adelantarse a las jugadas de los rivales. Es por eso que continuó con sus recomendaciones para que Putin caiga. “El precio para destituir a Putin será alto porque ha resurgido cada vez que ha quedado impune sin sanciones antes. El precio lo pagarán los rusos, los estadounidenses y los europeos. Pero Ucrania está pagando con sangre y su sacrificio no debe ser en vano. No podemos volver al statu quo”, remarcó y añadió: “¿Cómo cae Putin? ¿Un millón de rusos en la Plaza Roja? ¿Un golpe de palacio de los militares o de la seguridad? ¿Una rebelión de oligarcas? Todo lo anterior. Debe ser evidente que Putin es un obstáculo para sus objetivos, ya sea de poder, libertad o prosperidad”.

“Los dictadores gobiernan mediante el miedo y la amenaza/promesa de que toda alternativa es peor. Ese cálculo puede cambiarse. No hay que dar rampas de salida a Putin. Denle rampas de salida a Rusia después de Putin, a los rusos que lo abandonarán por el bien de la nación y del mundo. Hasta ahora, los jueces rusos, los comandantes, los siloviki, las élites empresariales, etc. nunca tuvieron que elegir entre la vida que querían y Putin. La mayoría de los rusos nunca sintieron que tenían alguna opción. Hazles elegir y no elegirán a Putin”, concluyó.

Ataques a la población

Rusia lanzó este martes una amenaza a los residentes de Kiev, la capital ucraniana, adelantando que lanzará ataques sobre objetivos militares que pueden tener impacto en zonas de civiles. Según advirtió el Ministerio de Defensa, planea llevar a cabo ataques contra las instalaciones del Servicio de Inteligencia ucraniano (SBU) y de las fuerzas militares de operaciones especiales. “Hacemos un llamado a los residentes de Kiev que viven cerca de los nodos de relevo, para que abandonen sus hogares”, dijola cartera en un comunicado.

El ejército apuntó que los ataques tendrán como objetivo las instalaciones del SBU, así como el 72º Centro de Información y Operaciones Psicológicas de la Fuerza de Operaciones Especiales de Ucrania, según el ejército ruso, detalló la agencia del Kremlin Sputnik. Según esgrime Moscú, en dichas instalaciones se lanzan ataques de propaganda y desinformación.

Ese ataque tendrá víctimas civiles. Sin embargo, de acuerdo a Kasparov, a Putin no le interesan las víctimas civiles. “El mejor predictor del comportamiento futuro es el comportamiento pasado. El bombardeo de Putin a los civiles en Ucrania hoy era inevitable. Tratar de explicarlo como un misterio es como tratar de explicar por qué el escorpión pica a la rana en la vieja fábula persa. Es su naturaleza”, resumió.

Hace unos días, cuando aún no había invadido el país vecino, Kasparov ya había advertido: “A Putin no le importaron las víctimas civiles cuando bombardeaba ciudades rusas en Chechenia u hospitales en Siria. ¿Por qué habría de importarle ahora, cuando el mundo ha dejado claro que no intervendrá pase lo que pase?”.

Fuente: Infobae.com 

OPINION. Rusia mide las fortalezas de las democracias occidentales

Putin ha culminado con la invasión de Ucrania el reguero de avisos sobre su expansionismo imperialista desde 2007

Vladímir Putin decidió cruzar el Rubicón el pasado día 24 de febrero de 2022, fecha que quedará para la historia como el de la infamia del inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el comienzo de la guerra en Europa en el siglo XXI y también como no, marcará el nacimiento de una nueva época en el viejo continente y, posiblemente, en el mundo.

La agresión militar a Ucrania, desprovista de cualquier derecho o justificación, es la culminación de un largo recorrido orientado a la reconstrucción de Rusia en clave autoritaria, nacionalista e imperialista. No faltaron las advertencias. Ya al principio de su liderazgo, Putin calificó la caída de la URSS como la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX. En 2007, en un revelador discurso pronunciado en la Conferencia de Seguridad de Múnich, expresó su airado rechazo al orden mundial vigente y no ha cejado desde entonces en modernizar sus ejércitos. Hoy ha cristalizado todo en una guerra de potencial devastador.

Su objetivo primario es la decapitación del Gobierno ucranio y su sustitución por un Ejecutivo títere. El ejemplo de una exitosa transición democrática en el país vecino podía ser una peligrosa inspiración en contra de su régimen autoritario, que asesina y encarcela a opositores y trata de lobotomizar a la población con un profundo control de los medios. El acercamiento a Occidente habría frustrado los anhelos imperialistas: no hay imperio ruso sin Ucrania. Millones de ciudadanos ucranios sufren las dramáticas consecuencias del ataque ruso no provocado. Ellos son patrimonio ruso.

Desgraciadamente, los objetivos del Kremlin y sus consecuencias llegan mucho más lejos.


 Líderes y ciudadanías de los países democráticos deben interiorizar que esta agresión tiene un significado que trasciende el territorio de Ucrania, y desde esa conciencia hay que afrontar las graves decisiones que esta hora oscura reclama. Basta un detalle para salir de dudas: con una poco velada amenaza, el Gobierno ruso avisó el viernes a Finlandia y a Suecia de que integrarse en la OTAN tendría “consecuencias políticas y militares”. La invasión de Ucrania es la demostración de una voluntad extrema de Rusia de afianzar una zona de influencia, la reconstrucción de un espacio histórico que se desmoronó por sí mismo.

La actitud de China, fundamental para la resolución del conflicto presente y futuro


En esta dinámica, un elemento fundamental será la actitud de China. A principios de mes, Pekín suscribió una declaración conjunta con Moscú en la que se afirma que la alianza entre ambos no tiene límites, se defiende precisamente la teoría de las zonas de influencia y se mantienen tesis relativistas acerca de la democracia y los derechos humanos, que, según los firmantes, pueden tener distintas encarnaciones en las diferentes culturas. Se esbozan ahí los contornos de una nueva guerra fría. Ya no hay ideología comunista, sino regímenes autoritarios nacionalpopulistas. De momento, es significativa la posición ambigua de China ante el ataque ruso, que ha optado, como la India, por abstenerse en la resolución de condena en el Consejo de Seguridad de la ONU. Aun así, a medio plazo, es muy probable que China funcione como balón de oxígeno para Rusia ante el intento de asfixia económica que han puesto en marcha los países occidentales.

La unidad de las democracias como condición necesaria no resultará suficiente, y tanto Rusia como China desean ver divididas las filas democráticas. Un primer paquete de sanciones ha sido activado, con restricciones al acceso al mercado de capitales para entidades financieras rusas, al comercio en amplios sectores y medidas específicas contra jerarcas del régimen ruso. Supone un punto de partida, como lo ha sido la decisión del Reino Unido de revertir las facilidades dadas desde 2008 al dinero ruso de origen mafioso o de oligarcas muy próximos a Putin. Pero nada de eso va a frenar la ofensiva militar: será necesario mucho más.

Medidas a corto y medio plazo para parar el ataque ruso a las democracias occidentales.



En el corto plazo, la nueva e inmediata sanción pasa por la aplazada exclusión de Rusia del circuito bancario SWIFT. Es una medida que acarreará serias consecuencias negativas para quienes mantengan estrechas relaciones comerciales con Rusia —lo que explica los titubeos de Alemania—, pero en conjunto representa una potente herramienta de aislamiento que resulta acorde con la gravedad de la invasión de Ucrania. En paralelo, cada una de las democracias, cada una según su historia y capacidades, han de reforzar sin titubeos el apoyo financiero y armamentístico a Ucrania mientras persista una entidad de referencia para recibir la ayuda.

 Hay perspectivas en las que esto puede seguir siendo posible incluso con la caída de Kiev, bien con la instalación de un Ejecutivo en una zona todavía libre en el occidente del país, bien con mecanismos de guerrilla. A la vez, hay que prepararse logística y mentalmente para acoger con la mejor disposición a los refugiados que puedan venir de Ucrania a la UE.

El medio plazo pedirá multiplicar los esfuerzos para reducir la dependencia del gas ruso y diseñar refuerzos permanentes de la OTAN en los países limítrofes más expuestos a la agresividad rusa. Habrá que redoblar el nivel de alerta ante posibles represalias vía ciberataques en todas sus facetas, desde la protección de infraestructuras críticas hasta la atención a intentos de movilización de la opinión pública.

La fortaleza de las democracias liberales es el capital político y el argumento moral más potente para hacer frente con rotundidad y continuidad a una invasión injustificable. Estamos ante una guerra también cultural.

La democracia con sus derechos y libertades están en juego


La democracia y sus valores de pluralidad, diversidad y derechos humanos y civiles están en juego. No podemos dejar a los ucranios solos como nos sentimos los españoles en la mitad del siglo XX. Occidente puede estar pagando ahora sus errores de permisividad o tolerancia hacia Rusia en el pasado. Pero la acción militar de Putin ha dejado de ser intimidatoria para convertirse en una guerra real, y una guerra exige de las democracias unidas de acción y contundencia: el asalto a Ucrania es el asalto a las democracias occidentales.

Fuente: El Pais.com