Como si
de una Final Four se tratase, las formaciones veteranas (PSOE y PP) afrontan
esta campaña con más calma que las nuevas (Ciudadanos y Podemos). Pero el 28 de
abril, las cuatro grandes marcas políticas se juegan la temporada. Y sus
líderes, el puesto de entrenador en unos banquillos explosivos, llenos de
rebeldes sustitutos.
Capítulo aparte merece Vox, que no
sabemos si será el Leicester (recien ascendido a la premier league y que salió campeón)
o el Alcoyano (del que se decía aquello de tener más moral que él susodicho).
Podemos
y Ciudadanos ya no tienen la inocencia de los novatos.
Han jugado varias temporadas en primera
división y se espera que actúen con solvencia. Sufren mucha presión mediática,
pero siguen teniendo poca experiencia. Una combinación que hace que les
tiemblen las piernas en momentos críticos.
Renqueantes en las encuestas, ni Podemos
ni Ciudadanos aspiran a ganar sus correspondientes semifinales por la hegemonía
de la izquierda y la derecha. Han renunciado a hacer el sorpasso al PSOE y PP,
respectivamente.
Descartada la victoria, su objetivo es
ahora perder por la mínima.
En lugar de maximizar el número de
votos, tratando de pescar electores tanto en el centro como en los extremos,
ahora prefieren minimizar pérdidas.
Podemos y Ciudadanos no buscan
convencer a los indecisos, sino retener a los convencidos, a quienes ya votaron
a Iglesias y Rivera.
Es
ahí donde entra en juego la psicología.
Para persuadir a alguien de hacer lo que nunca
ha hecho, como tomar una carretera nueva o votar a otro partido en unas
elecciones, se debe activar lo que Daniel Kahneman llama el Sistema 2, que es la
parte del cerebro que piensa despacio. Y para ello se debe elaborar un discurso
que dialogue con la parte lógica y consciente del elector, presentando los beneficios
de votar a tu partido y los costes de votar al de tus rivales.
Pero, para recorrer el camino contrario,
es decir, el que hemos transitado muchas veces o de forma análoga, votar al mismo
partido o al menos con ideología similar aunque más extremista, a nuestro cerebro, que es vago por naturaleza, le basta con encender
el Sistema 1: el mecanismo que piensa de forma rápida y automática. Es el instinto reptiliano, que no
demanda un mensaje racional y original, sino emocional y estereotipado.
Lo vemos en esta campaña, sobre todo,
aunque no exclusivamente, en Podemos, PP, Ciudadanos o Vox. Fuera las sutilezas
que intenten seducir al neocórtex y adentro las ideas simples que exciten el
sistema límbico: ¡LEVANTAOS, VÍCTIMAS!
(ya sea de los poderes fácticos, del traidor Sánchez, o de golpistas, terroristas,
abortistas y emigrantes, todos ellos contrarios a la religión católica, los
toros, la caza, la hípica y a no sé cuantas cosas más).
En conclusión
En estas elecciones, como en el mundo
de los reptiles, no se trata de ganar, sino de sobrevivir.
Fuente: El Pais.com