Desde el primer momento
en que uno baja una aplicación en el teléfono, comienza una obtención
encubierta de datos, información confidencial o cualquier género de secretos.
El espionaje es la
práctica y el conjunto de técnicas asociadas a la obtención encubierta de
datos, información confidencial o cualquier género de secretos. Conforme la tecnología nos copta,
el Ciberespionaje es ejercitado y adquirido por gobiernos, empresas y hasta por
parejas que por celos desarrollan habilidades inquietantes a la hora de espiar.
Recientemente, el espionaje cibernético analiza la actividad pública en redes
sociales.
Facebook, WhatsApp e
Instagram han sido acusadas de recolectar datos y espiar a sus usuarios con el
objetivo de crear perfiles únicos para ofrecerles publicidad. Pero la actividad
de las RRSS y Apps en general no se limita a la aplicación. Desde que
concedemos los permisos requeridos por la aplicación, la compañía recopila una
serie de datos que parten del hardware de nuestro teléfono.
Hoy nuestros
dispositivos nos acompañan las 24 horas, duermen con nosotros a apenas 30
centímetros de distancia, saben todo de nosotros. Cada App tiene acceso a la
información que enviás y recibís. El tipo y la cantidad de información
recopilada difiere según la aplicación.
Ciberadicción en
cuarentena: redes sociales, videojuegos y ludopatía online
Como la mayoría de
aplicaciones que se abastecen de los datos de los usuarios, Instagram por
ejemplo analiza nuestro comportamiento dentro de la aplicación al detalle. Este
va más allá de “dar like” a una publicación o enviar mensajes directos a
nuestro grupo de amigos y la propia compañía lo especifica en su hoja de
Política de datos.
Proporcionamos
registros en servicios pertenecientes a Facebook, contenido a través de la
aplicación (historias, fotografías, videos…) y sus metadatos (lugar donde se
realizó la fotografía, fecha en la que se creó un video…), mensajes a otros
contactos. Asimismo, brindamos información de categorías especiales, es decir,
datos relacionados con posturas religiosas o políticas, enfermedades e
intereses vinculados a la salud, procedencia étnica y racial, creencias
filosóficas, afiliación sindical.
También, damos datos
sobre nuestras redes y conexiones: las personas, las páginas, las cuentas, los
hashtags y los grupos a los que nuestro perfil está conectado y cómo
interactuamos con estos. La asiduidad y afinidad de contacto con otras personas
e información como SMS, libreta de direcciones y números de teléfono; la
actividad con otros usuarios e información que estos proporcionan sobre
nosotros.
Las RRSS saben sobre
nuestro uso de una App/red social: el tipo de contenido que consumimos, las
funciones que utilizamos, la hora, la frecuencia y la duración de nuestras
actividades dentro de la aplicación, si usamos la aplicación para efectuar
compras u otras transacciones económicas, los datos de pago (número de tu
tarjeta de crédito o débito, número de cuenta, los detalles de facturación,
envío y contacto…), el tipo de compra realizada, etcétera.
Los chatbots y el
futuro de la atención al cliente por WhatsApp
La compañía recopila
una serie de datos que parten del hardware de nuestro teléfono: operaciones y
acciones realizadas con tu smartphone, señales, conexiones, características,
datos de la configuración y cookies del teléfono.
Para ponernos más
paranoicos aún, los anuncios de Instagram son conocidos por su precisión, a
veces de manera inquietante: el vino del que hablaste con tu esposa, las
zapatillas sobre las que le contaste a tu papá o el lugar de vacaciones al que
te gustaría ir. Instagram hace mucho para saber qué es lo que querés, hablás o
pensás, sobre todo de tu navegación en la aplicación, en Internet, y de su
seguimiento de tu geoposicionamiento físico.
La teoría dice que
Instagram tiene acceso a tu micrófono porque lo aceptaste para poder grabar las
stories. Gracias a esto, la aplicación intercepta mediante el micrófono lo que
hablás, donde el flujo de audio es traducido como texto en el smartphone, estés
conectado o no a Internet, registrando datos y palabras claves repetitivas.
Pero esto va más
allá. Un año atrás Facebook admitió por primera vez que escucha las
conversaciones de sus usuarios y que le pagó a cientos de empleados
tercerizados para que transcriban fragmentos de las notas de voz que envían las
personas por Messenger. Varios de ellos reconocieron que escucharon todo tipo
de contenidos, desde obscenidades hasta cuestiones ilegales y delictivas, pero
que no saben cuál es el objetivo. Fue lamentable que Zuckerberg declarara
frente al Congreso de los Estados Unidos que esa "teoría
conspirativa" de que escuchan a través del micrófono de tu celular era una
mentira y que no lo hacían.
Desde nuestra tarea
de monitoreo hemos sido testigos de sendas denuncias en las que constan chats
de WhatsApp, como instrumento de prueba, evidenciando el seguimiento que
realizaban organismos de seguridad sobre políticos y funcionarios públicos,
hasta el supuesto seguimiento a periodistas y operaciones de
contrainteligencia.
Una estafa por
WhatsApp promete cerveza gratis para robar información
Llevamos a cabo un
informe sobre la ciberpandemia donde hemos observado una rápida adaptación del
cibercriminal para explotar la pandemia. En este sentido, los smartphones son
el nuevo blanco masivo para delincuentes, porque nuestra vida en cuarentena pasa
por nuestros dispositivos móviles. Los ataques explotaron en la primera mitad
de 2020, pasando de 4,000 por semana en enero a más de 250,000 hacia mayo.
La nueva normalidad
ha creado desafíos y un mapa de riesgos completamente nuevo, que obliga a que el
factor humano sea determinante para soportar la exposición a estos riesgos,
concientizando, identificando cada evento y difundir rápidamente los
conocimientos, generando capacidad de respuesta.
Debemos ser
conscientes de que, desde que nosotros damos los permisos requeridos por la
aplicación, se recopilan todos los datos mencionados más arriba que parten de
nuestro propio teléfono. Por eso hoy, en el “Gran Hermano Global”, podemos
decir que espías eran los de antes.
Fuente:perfil.com/noticias/tecnología