13 de octubre de 2020

FACEBOOK y la inútil medida de prohibir la publicidad política

 La red social dejará de admitir anuncios políticos la semana previa a las próximas elecciones de EE. UU. en un intento de no influir en los votantes. Pero solo es un lavado de imagen.

La idea de esquemas de manipulación algorítmica que lavan el cerebro de grandes franjas del electorado online podría explicar muy bien la naturaleza polarizada de la opinión pública estadounidense. Pero los expertos creen que, en realidad, es poco probable que la publicidad política dirigida haya tenido mucha influencia en el comportamiento de los votantes. 

El problema es bastante grave

Las redes sociales funcionan ejecutando potentes algoritmos de recomendación de contenido que se sabe que colocan a los usuarios en cámaras de eco de información limitada. En ocasiones, esas personas acaban engañadas por algunos actores poderosos.

En lugar de conseguir que los votantes cambien de opinión, los mensajes políticos transmitidos de esta manera son en realidad mucho más eficaces para fragmentar la opinión pública. Eso significa que prohibir los anuncios—los de las campañas políticas— no es lo que cambia la democracia; son los propios algoritmos de recomendación los que aumentan la polarización y disminuyen el civismo del electorado.

El director del proyecto de investigación de propaganda del Centro para el Compromiso de los Medios de Comunicación en la Universidad de Texas (EE. UU.), Sam Woolley, se "alegra de que Facebook esté tomando medidas para eliminar los anuncios políticos", pero se pregunta "hasta qué punto las empresas de las redes sociales seguirán dando pequeños pasos cuando realmente deberían abordar un problema que afecta a todo el ecosistema". 

Woolley explica: "Los anuncios políticos son solo la punta del iceberg. Las redes sociales han intensificado terriblemente la polarización y la fragmentación porque han permitido que la gente se vuelva más aislada y menos cívica porque no participa tanto en las comunicaciones cara a cara, ya que están detrás de ese muro de anonimato y porque realmente no ven las consecuencias de las cosas que hacen". Estos algoritmos pueden parecer matemáticos y objetivos, pero el experto destaca que el sistema es "increíblemente subjetivo", con muchas decisiones tomadas por seres humanos de cómo y por qué se recomienda un contenido concreto.

Abordar el resto del iceberg requiere un replanteamiento total de lo que realmente son las redes sociales. Woolley subraya: "No se puede negar que la alteración fundamental de nuestro sistema de medios de transmisión a las redes sociales ha cambiado irreparablemente la forma en la que compartimos la información, y también el modo en el que formamos nuestras opiniones, y la manera de llevarnos bien o mal".

¿Qué significa esto para la democracia?

No es un problema completamente nuevo. El sistema político estadounidense lleva usando la publicidad política dirigida durante décadas, mucho antes de que naciera internet. En la década de 1950 las campañas políticas enviaban a los encuestadores a las direcciones específicas donde vivían votantes indecisos. En la década de 1960, los científicos de datos diseñaban mensajes dirigidos a pequeños grupos de votantes persuadibles.

Las redes sociales no han cambiado drásticamente la dirección de este sistema, sino que han intensificado la polarización y la fragmentación que causa. Además, los grupos más grandes y extremos también se convierten en vectores de desinformación y propaganda, lo que acelera y agrava el problema. Estos retos van mucho más allá de la prohibición de Facebook: desafían todo el ecosistema económico e informativo online.

EDITORIAL

La verdadera fuerza de la publicidad política online reside en sembrar la discordia, porque ya se sabe lo que dice el dicho popular “divide y vencerás”, es decir, las dos Españas.

¡Viva la libertad de expresión! y adios a la señora democracia, ¿verdad señores de PP y Vox?

 Y ahora me dirán que nadie de ustedes son nostálgicos del antiguo régimen, faltaría más.

Fuente: technologyreview.es