14 de junio de 2021

EEUU. El Gobierno de Trump confiscó a Apple datos de congresistas demócratas para investigar filtraciones a la prensa

El Departamento de Justicia requirió los documentos mediante una orden secreta para averiguar el origen de las informaciones sobre los contactos del presidente con Rusia. También espió a periodistas

Durante la presidencia de Donald Trump (2017-2021), el Departamento de Justicia de Estados Unidos pidió a Apple datos personales de dos legisladores demócratas del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, así como de sus empleados y familiares. El objetivo era investigar el origen de las filtraciones a la prensa sobre los contactos entre el entonces presidente y el Kremlin, según ha informado este jueves The New York Times.

Uno de los congresistas afectados por los requerimientos de metadatos de sus comunicaciones fue Adam Schiff, serio rival de Trump, según el periódico neoyorquino. Schiff era por entonces el principal demócrata del comité, que preside desde enero de 2019. El legislador Eric Swalwell, que participó en las primarias demócratas a la Casa Blanca, ha confirmado a CNN que él fue el segundo afectado. “Recibí una notificación (...) de Apple de que se incautaron de mis registros. Está mal”, dijo.

Según el diario, funcionarios que trabajaban para el fiscal general Jeff Sessions requirieron los documentos a Apple en febrero de 2018 a través de una orden secreta, que se renovó en tres ocasiones hasta expirar este 2021. Fue entonces cuando la compañía de la manzana informó a los afectados de que sus metadatos habían sido requisados por el Departamento de Justicia.

Los trabajadores del departamento obtuvieron registros electrónicos no solo de los legisladores, sino también de sus empleados y familiares, incluido un menor, posiblemente porque los investigadores pensaron que los congresistas usaban los aparatos de sus allegados o hijos para esconder contactos con periodistas.

El objetivo del Gobierno de Trump era investigar de dónde salían las abundantes filtraciones a medios de comunicación sobre los contactos del entorno del entonces presidente con el Kremlin. Según el Times, el mecanismo usado no tiene precedentes conocidos. En el marco de esa misma investigación, el departamento que dirigía Sessions también requirió información de periodistas para intentar averiguar sus fuentes, según publicaron recientemente CNN, The New York Times y The Washington Post.

Finalmente, ninguno de los datos u otras evidencias vincularon a los miembros del Comité de Inteligencia con las filtraciones, afirma el Times. Schiff, que no ha confirmado que fuese un objetivo de la investigación, pidió que el inspector general del Departamento de Justicia revise “este y otros casos”.

En un comunicado, el congresista ha dicho que Trump “intentó usar el Departamento como un garrote contra sus oponentes políticos y miembros de los medios de comunicación”. La líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, también ha pedido una investigación y ha calificado el descubrimiento de The New York Times como “horroroso”. “Estas acciones parecen ser otro atroz ataque a nuestra democracia por parte del expresidente”, ha dicho en un comunicado.

El Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, presidido por Schiff, fue uno de los que lideró las investigaciones sobre los supuestos nexos de Trump con el Kremlin y después sobre sus contactos con Ucrania, que derivaron en el primer impeachment en contra del entonces presidente.

Fuente: El Pais.com 

CORONAVIRUS ESPAÑA. Casos, tendencia, ocupación hospitalaria y vacunación en mapas y gráficos

 























































































































































































Fuente: El Diario.es

RENTA BASICA. Experimento alemán de cobrar dinero a cambio de nada

 Un proyecto piloto entregará sin más 1.200 euros al mes durante tres años a los participantes, que solo deberán responder a cuestionarios periódicos

¿Qué haríamos si cada uno de nosotros recibiera del Estado cada mes una cantidad de dinero fija sin condición alguna? ¿Cómo cambiaría la vida de las personas? ¿Qué proyectos emprenderían? ¿Qué angustias dejarían atrás? En Alemania, la asociación sin ánimo de lucro Mein Grundeinkommen (es decir, mi renta básica), que defiende la introducción de este pago periódico a toda la población conocido como renta básica incondicional (RBI), ha puesto en marcha un proyecto piloto para averiguar sus efectos.

El proyecto empezó el 1 de junio y durará tres años. Durante ese tiempo, 122 personas adultas, seleccionadas de entre dos millones de aspirantes, recibirán 1.200 euros al mes y no tendrán que hacer nada a cambio, salvo responder online a siete cuestionarios periódicos. Son libres de utilizar ese dinero como les plazca, dinero que reciben independientemente de cuánto ganan en su trabajo o de si tienen ingresos por otras vías. El proyecto se financia con donaciones (5,2 millones de euros procedentes de 140.000 donantes privados), y lo supervisa el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), con sede en Berlín.

Una crítica frecuente a la Renta Básica Incondicional (RBI), que es para toda la población, es cómo la financiarían los Estados

“Hicimos una primera prueba más pequeña hace siete años, de la que no surgieron datos estadísticos empíricos, pero sí muchas historias”, explica Michael Bohmeyer, iniciador de la asociación Mein Grundeinkommen, en su cuartel general en Berlín. Bohmeyer, de 36 años, fundó en el 2014 esta asociación, que tiene ahora un equipo de una treintena de profesionales.

Cuenta Bohmeyer que los participantes en esa primera prueba “dormían mejor, tenían mejor salud y más vida social, tomaron decisiones más audaces, unos cambiaron de trabajo y otros no, algunos estudiaron, otros emprendieron negocios…”. Y sobre todo, subraya Bohmeyer, ese primer estudio ofreció un indicio: “El mayor prejuicio contra la renta básica suele referirse al trabajo, pero vimos que nadie se volvió perezoso, sino más eficiente; la gente necesita seguridad material, y el temor existencial a no tener ingresos provoca estrés en el cuerpo y la mente, por lo que la certeza de un ingreso regular les dio una sensación de renovada energía”.

“La gente no se volvió perezosa, sino más eficiente”, dice Michael Bohmeyer de una prueba anterior de menor tamaño

La RBI no es un mecanismo asistencial, si bien “la idea ha sido popular en países no tan ricos o con grandes desigualdades sociales, como Kenia, Ruanda, Namibia, Brasil o India, donde ha habido proyectos de entrega de dinero a personas necesitadas”, dice Bohmeyer. El proyecto en curso en Alemania mira a la clase media.

El iniciador de Mein Grundeinkommen rechaza la noción de que el coste de crear una RBI pueda ir en detrimento de las ayudas sociales del Estado a personas vulnerables. “La RBI no segregaría entre personas necesitadas y personas que no lo están”, aclara, y asegura que el resultado sería una redistribución.

Una crítica frecuente a la renta básica incondicional es cómo se financiaría. “Es un aspecto que abordaremos en las fases siguientes del estudio; la idea es que todas las personas tengan garantizada una cantidad, pongamos 1.000 euros, pero al tiempo todos tendrían que pagar más impuestos, por lo que no significa que todos reciben 1.000 euros de más, sino que en el balance los ricos recibirían menos y los pobres más”, argumenta el activista, para zanjar así el asunto.

La idea de entregar dinero a la población sin más tiene sus dosis de controversia. En junio del 2016, un referéndum en Suiza sobre la cuestión se saldó con un rechazo mayoritario de los votantes (casi el 77%), en una convocatoria que se realizó porque sus impulsores lograron reunir las cien mil firmas necesarias. En Finlandia, el Gobierno hizo un test de dos años (2017-2018) en el que dio a 2.000 parados 560 euros mensuales sin condiciones. El estudio constató que pocos consiguieron empleo, pero que sus niveles de estrés e inseguridad descendieron.

En el proyecto piloto en Alemania, los 43.200 euros por cabeza que cobrarán los 122 participantes en estos tres años no tributan. Otras 1.378 personas rellenarán también cuestionarios –para recabar datos comparativos–, pero sin recibir renta, solo una asignación para gastos. Otros socios del proyecto son la Universidad de Colonia y el Instituto Max Planck de Investigación sobre bienes colectivos

Fuente: La Vanguardia.com