16 de enero de 2024

OXFAM. Resumen del informe Desigualdad SA de 2024

 El presente informe expone la elección crucial a la que nos enfrentamos: debemos elegir entre una nueva era de supremacía de una élite milmillonaria, controlada por monopolistas y financieros, o un poder público transformador basado en la igualdad y la dignidad.

La desigualdad en cifras

   

Desde el año 2020, y durante los primeros años de esta década, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado con creces. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido.


  1. Si cada uno de los cinco hombres más ricos gastase un millón de dólares diarios, les llevaría 476 años agotar su riqueza conjunta.
  2. Siete de las 10 empresas más grandes del mundo tienen un director general milmillonario, o a un milmillonario como su principal accionista.
  3. A nivel mundial, los hombres poseen 105 billones de dólares más de riqueza que las mujeres: esta diferencia de riqueza equivale a más de cuatro veces el tamaño de la economía estadounidense.
  4. El 1 % más rico de la población mundial posee el 43 % de los activos financieros globales.
  5. El 1 % más rico de la población mundial genera tantas emisiones de carbono como los dos tercios más pobres de la humanidad.
  6. En Estados Unidos, la riqueza de una familia negra promedio representa solo el 15,8 % de la de una familia media blanca.15 En Brasil, en promedio, los ingresos de las personas blancas superan en más de un 70 % a los de las personas afrodescendientes.
  7. Únicamente el 0,4 % de las 1600 empresas más grandes e influyentes del mundo se comprometen públicamente a pagar a sus trabajadores y trabajadoras un salario digno y a abogar por el pago de salarios dignos en sus cadenas de valor.
  8. Una trabajadora del sector sociosanitario necesitaría 1200 años para ganar lo que un director general de una de las empresas de la lista Fortun

Vínculo entre riqueza extrema y poder empresarial

Existe una profunda relación entre el fuerte aumento de la riqueza de los milmillonarios y el aumento del poder empresarial y monopolístico. Los beneficios de las grandes empresas enriquecen directamente a sus accionistas, a costa de las y los trabajadores y de la inmensa mayoría de la población.

Los nuevos cálculos de Oxfam arrojan luz sobre el volumen de activos financieros globales que pertenece al 1 % más rico. A partir de datos de Wealth X, hemos constatado que el 1 % más rico posee el 43% del conjunto de los activos financieros globales.30 Por regiones, el 1 % más rico posee el 48 % de la riqueza financiera en Oriente Medio, el 50 % de la riqueza en Asia y el 47 % de la riqueza en Europa.

Si nos fijamos en las 50 empresas públicas más grandes del mundo, el 34 % tienen a un milmillonario como director ejecutivo o entre sus principales accionistas, con una capitalización bursátil total de 13,3 billones de dólares.

Siete de las 10 empresas más grandes del mundo que cotizan en bolsa tienen a un milmillonario como director general o principal accionista.

Las acciones con derecho a voto de un accionista le permiten votar sobre quién debe ser el director general (CEO, en inglés) y quién debe formar parte de la junta directiva de la empresa.

Los propietarios milmillonarios utilizan este control para garantizar que el poder empresarial no deje de crecer gracias a una mayor concentración y monopolio del mercado, con el beneplácito de los Gobiernos


Formas de concentrar el poder empresarial fomentando la desigualdad

 El aumento de la monopolización ha reforzado el poder empresarial, cuyo objetivo principal, por encima de cualquier otro, es aumentar los rendimientos para los accionistas. Con el fin de maximizarlos, las empresas hacen uso de su poder y actúan de maneras que impulsan y profundizan aún más la desigualdad. En este informe se examinan cuatro de ellas:

1º) Premiando a los ricos, no a las y los trabajadores

Las empresas impulsan la desigualdad al usar su poder para forzar a la baja los salarios y dirigir las ganancias hacia los súper ricos. En 2022, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertó de que la caída histórica de los salarios reales podría aumentar la desigualdad y agravar el malestar social.Los análisis que hemos realizado en el marco de este informe revelan que los salarios de 791 millones de trabajadores y trabajadoras no se han revalorizado con la inflación, lo que ha resultado en una pérdida de 1,5 billones de dólares durante los últimos dos años, el equivalente a casi un mes (25 días) de sueldo perdido para cada persona empleada.49 Las mujeres son, mayoritariamente, quienes ocupan los empleos peor remunerados y más precarios y, en el año 2019, ganaron solo 51 centavos por cada dólar que los hombres obtuvieron en ingresos. Las personas racializadas se enfrentan a la explotación en las cadenas de suministro, mientras que las personas blancas se benefician de manera desproporcionada de los beneficios empresariales. Además, las empresas han utilizado su influencia para oponerse a las leyes y políticas laborales que podrían beneficiar a las y los trabajadores, ya sea luchando contra los aumentos del salario mínimo, apoyando reformas que minan los derechos laborales, estableciendo restricciones políticas a la sindicalización, o incluso apoyando retrocesos en la regulación sobre el trabajo infantil.

2º) Evadiendo y eludiendo impuestos

Las grandes empresas y sus ricos propietarios también impulsan la desigualdad al emprender una guerra fiscal sostenida y ampliamente eficaz. Los tipos nominales del impuesto sobre la renta empresarial en los países de la OCDE se han reducido a más de la mitad desde 1980.58 La planificación fiscal agresiva, el abuso de los paraísos fiscales y los incentivos resultan en tipos impositivos sobre la renta empresarial mucho más bajos, con frecuencia próximos a cero.Esto impulsa la desigualdad de varias maneras. Como el impuesto sobre la renta empresarial recae primordialmente sobre las personas más ricas, su colapso en las últimas décadas ha supuesto, de facto, otro recorte fiscal para los ricos. También ha privado a los Gobiernos de todo el mundo, pero especialmente a los del Sur global, de miles de millones de dólares en ingresos fiscales que podrían utilizarse para reducir la desigualdad y acabar con la pobreza.61 Cada dólar de impuestos evadido o eludido es una enfermera que nunca será contratada, o una escuela que no podrá construirse.

3º) Privatizando los servicios públicos

En todo el mundo, el poder empresarial presiona incesantemente al sector público, mercantilizando y segregando el acceso a servicios vitales como la educación, el agua y la atención médica, a menudo mientras las empresas disfrutan de importantes ganancias respaldadas por los contribuyentes.62 Esto puede socavar la capacidad de los Gobiernos para prestar este tipo de servicios públicos, universales y de alta calidad que tienen el potencial de reducir la desigualdad. Es mucho lo que está en juego. Los servicios básicos suponen industrias de billones de dólares e inmensas oportunidades para generar ganancias y riqueza para los ricos accionistas. El Banco Mundial y otros actores de la financiación del desarrollo han priorizado la prestación de los servicios por parte de actores privados, tratando los servicios básicos como activos y utilizando dinero público para garantizar los rendimientos de las empresas en lugar de los derechos humanos.Las firmas de capital privado se están apoderando de todo, desde los sistemas de abastecimiento de agua hasta los centros de atención médica y las residencias de mayores, en medio de una letanía de preocupaciones sobre sus deficientes e incluso trágicos resultados. La privatización puede impulsar y reforzar las desigualdades en los servicios públicos esenciales, afianzando las brechas entre ricos y pobres, excluyendo y empobreciendo a quienes no pueden asumir ese gasto, mientras que aquellos que se lo pueden permitir acceden a una atención médica y una educación de calidad. La privatización también puede impulsar las desigualdades por motivo de género, raza, y casta. Por ejemplo, Oxfam pudo constatar que, en India, las personas de casta dalit tienen que hacer frente a unos costos de atención médica privada que no pueden pagar; así como a la exclusión de la educación por motivos económicos, y a una discriminación manifiesta en ambos sectores.

4º) Impulsando el colapso climático

El poder empresarial está impulsando el colapso climático, causando a su vez un gran sufrimiento y exacerbando las desigualdades, también en cuanto a raza, clase y género. Muchos de los milmillonarios del mundo poseen, controlan, diseñan y se benefician económicamente de procesos que emiten gases de efecto invernadero, y por tanto, salen ganando cuando las empresas bloquean el progreso hacia una transición rápida y justa, cuando niegan y tergiversan la verdad sobre el cambio climático y cuando silencian y humillan a quienes se oponen a la extracción de combustibles fósiles.


Defendamos una economía al servicio de todas las personas

El poder empresarial desbocado y la extrema riqueza han sido contenidos y frenados en el pasado, y pueden volver a serlo. Este informe sugiere maneras concretas, probadas y prácticas de hacer que la economía funcione para el conjunto de la población.

Estableciendo objetivos para reducir rápida y radicalmente la desigualdad

Existe un amplio consenso sobre el hecho de que la desigualdad es demasiado alta prácticamente en todos los países y también a nivel global.

 En 2023, economistas de renombre mundial, entre los que se encontraban Jayati Ghosh y Thomas Piketty, se unieron a ex funcionarios de Naciones Unidas, del FMI y del Banco Mundial para exigir el establecimiento de objetivos claros para la reducción de la desigualdad. Oxfam apoya la idea propuesta por Joseph Stiglitz, de que cada país debería aspirar a reducir la desigualdad hasta lograr que el 40 % más pobre de la población posea los mismos ingresos que el 10 % más rico, lo que se conoce como un valor 1 del índice de Palma. Los Gobiernos más ricos tienen especial responsabilidad, dada su desmesurada influencia en el establecimiento de las reglas y normas globales. El papel del G20, liderado por Brasil, y los esfuerzos de los países del Sur en el marco de las Naciones Unidas, ofrecen oportunidades únicas para la acción multilateral para abordar la desigualdad tanto a nivel nacional como mundial.


CONTROLAR EL PODER EMPRESARIAL. Tres pasos prácticos

1. Revitalizar el Estado

Un Estado fuerte y eficaz es el mejor baluarte contra el poder empresarial. Es un proveedor de bienes públicos; un creador y diseñador de mercados; un corrector de las deficiencias del

mercado; y un propietario y operador de empresas comerciales nacionales, que en el año 2018 representaron hasta el 40 % de la producción nacional en todo el mundo.80 Los Gobiernos deben asumir una función proactiva en la configuración de sus economías para el bien común. Por ello, deben:

Garantizar los servicios públicos que combaten la desigualdad, como la sanidad, la educación, los servicios de provisión de cuidados y la seguridad alimentaria.

•Invertir en lo público, transporte, energía, vivienda y otras infraestructuras públicas.

•Explorar alternativas públicas (un monopolio público u otras) en sectores que son propensos al poder monopolístico y fundamentales para abordar la desigualdad extrema e impulsar

una rápida transición para alejarse de los combustibles fósiles. Estos podrían incluir la energía pública, el transporte público (donde los costos de inversión en la infraestructura implican que

solo pueda haber un proveedor eficiente), y otros sectores en los que existe un beneficio nacional significativo.

•Mejorar la transparencia, rendición de cuentas y supervisión de instituciones públicas (incluidas las empresas estatales).

•Fortalecer, financiar y dotar de personal la capacidad regulatoria y jurídica para hacer cumplir las normas a fin de garantizar que el sector privado sirva al bien común.

2. Regular el sector privado

Los Gobiernos deben hacer uso de su autoridad para frenar el exceso de poder del sector privado y evitar injusticias en sus cadenas de suministro, tanto a nivel nacional como internacional, debiendo en ese caso:

Acabar con los monopolios privados y poner freno al poder empresarial. Los Gobiernos pueden aprender de los recientes casos antimonopolio en Estados Unidos y Europa, y de las lecciones de la historia sobre cómo se abordó con éxito la concentración de riqueza. También deben poner fin al monopolio sobre el conocimiento, democratizando el comercio y poniendo fin al abuso de las normas de propiedad intelectual (por ejemplo, por parte de las grandes farmacéuticas sobre los medicamentos) que impulsan la desigualdad.

Dar poder a los trabajadores y trabajadoras, y a las comunidades.

Las empresas deben pagar salarios dignos y comprometerse a garantizar la justicia climática y de género: el pago de dividendos y la recompra de acciones deben prohibirse hasta que esto se haya garantizado. Apoyar, proteger y alentar a los sindicatos. Los Gobiernos deben adoptar medidas jurídicamente vinculantes para garantizar los derechos de las mujeres y de las personas racializadas, y para asegurar la debida diligencia en materia de derechos humanos y medioambiente.

•Aumentar drásticamente los impuestos a las empresas y a los ricos.

Esto incluye un impuesto permanente sobre la riqueza y un impuesto permanente sobre los beneficios extraordinarios. El G20, bajo el liderazgo de Brasil, debería impulsar un nuevo acuerdo internacional para aumentar los impuestos sobre los ingresos y la riqueza de las personas más ricas del mundo.

3. Reinventar el sector empresarial

Los Gobiernos pueden utilizar su poder para reinventar el sector privado y dotarlo de un nuevo propósito y para ello deberían:

•Utilizar todo su poder para crear y promover una nueva generación de empresas que no antepongan los intereses de sus accionistas (tales como cooperativas de trabajadores y cooperativas locales, empresas sociales, y empresas de comercio justo), que sean propiedad de los trabajadores y trabajadoras y que estén gobernadas en el interés de estas personas, de las comunidades locales y del medioambiente.

Las empresas competitivas y rentables no tienen por qué estar encadenadas por la codicia de los accionistas.

Proporcionar apoyo financiero a empresas justas. Los Gobiernos también pueden utilizar los impuestos y otros instrumentos económicos para priorizar modelos de negocio justos. No se

deben otorgar ayudas económicas ni contratos públicos a empresas que no cumplan con sus objetivos de cero emisiones netas, que paguen salarios inferiores al salario digno o que evadan o eludan impuestos.

Fuente: OXFAM (https://www.oxfam.org/es/informes/desigualdad-sa )