La enfermedad que provoca el
coronavirus puede también causar daños graves en riñones, corazón, hígado, cerebro, intestinos o vasos sanguíneos.
Cuando el coronavirus infecta a una
persona, contamos con algunas
certezas: el coronavirus tiene predilección por las vías respiratorias y los
pulmones, donde provoca más daños en las personas vulnerables y desencadena los
problemas de salud más graves y letales. Sin embargo, esta narrativa de los
hechos se trata, de nuevo, de una simplificación de la realidad.
La COVID-19 puede afectar también a
otros muchos órganos y tejidos como los riñones, el corazón, el hígado, el
cerebro, el intestino o los vasos sanguíneos debido, entre otros factores, a
que sus células tienen receptores ACE2 que el coronavirus puede utilizar para
infiltrarse en ellas.
¿Qué hay detrás del daño a múltiples
partes del cuerpo?
Los investigadores están estudiando en
qué medida los daños detectados en diferentes partes del cuerpo humano por la
COVID-19 se deben al propio coronavirus, a la reacción desproporcionada del
sistema inmunitario (como la tormenta de citoquinas) o a los diferentes
tratamientos que se aplican a los pacientes más graves en los hospitales. Una
de las hipótesis que está reforzándose en la última semana (por las evidencias
científicas que arrojan varios estudios) postula que el daño a diferentes
tejidos y órganos provocados por el coronavirus se debe a la alteración de la
superficie interna de los vasos sanguíneos (el endotelio). La disfunción de los
vasos por la inflamación favorecería la formación de coágulos sanguíneos
(trombosis) y la vasoconstricción, lo que produciría una disminución del riego
sanguíneo en diferentes regiones del cuerpo humano, especialmente en los vasos
más pequeños (la microvasculatura).
Esto explicaría por qué en
determinados pacientes, además del daño pulmonar, también se producen lesiones
cutáneas, daño hepático, fallos renales y cardíacos o incluso fracasos
multiorgánicos fulminantes en cuestión de horas. Un estudio sobre 191 pacientes
en Wuhan, China, detectó que el 90% de las personas con neumonía tenían
alteraciones de la coagulación que favorecían la formación de coágulos. En
Holanda, otro estudio observó que el 31% de los pacientes con COVID-19
ingresados en la UCI también tenían complicaciones por trombosis.
Los hallazgos de diversas autopsias
difundidas hasta ahora respaldan la idea de que los vasos sanguíneos tienen un
papel clave en las formas más graves de COVID-19. Este 22 de abril, se
prepublicaron los primeros datos (aún pendiente de la revisión por expertos) de
las autopsias de pulmón de fallecidos por el coronavirus en Italia. Entre los
datos más interesantes, los científicos de Milán destacan lo siguiente:
"El hallazgo principal más relevante es la presencia de coágulos de
fibrina-plaquetas en los pequeños vasos arteriales; esta observación importante
encaja en el contexto clínico de coagulopatía que predomina en estos pacientes
y que es uno de los objetivos terapéuticos principales".
Una larga y estrambótica lista de
síntomas atípicos
Con la expansión del coronavirus por
el mundo y el incremento exponencial de personas afectadas por COVID-19, se han
identificado síntomas extraños y muy diferentes de una típica infección
respiratoria. Un artículo publicado el 17 de abril en la revista The British
Medical Journal recoge varios de estos síntomas poco habituales. Entre ellos
encontramos la diarrea, un síntoma que puede aparecer al principio de la
infección y que puede encontrarse entre el 2 y el 40% de los pacientes. Aún no
se sabe si este problema de salud está provocado por la infección del virus en
las células intestinales (que poseen receptores que el coronavirus utiliza para
infiltrarse), por afectación de los nervios que regulan el tránsito intestinal
o por la reacción inflamatoria que se produce como respuesta.
Otros síntomas raros son los
neurológicos, entre los que destacan ictus, mareos, dolor de cabeza, trastornos
musculoesqueléticos, alteraciones del estado mental, Síndrome de Guillain-Barré
o encefalopatía aguda necrotizante. Los síntomas cardiovasculares también están
presentes y se han observado daños e inflamación en la capa muscular del
corazón y en el pericardio (la capa más externa del corazón), arritmias, fallos
cardíacos y problemas de la coagulación. Los ojos también pueden afectarse y
mostrar inflamación de la conjuntiva y aumento de las secreciones.
Lo que nos indican el conjunto de
datos hasta ahora es que, más allá del pulmón, casi cualquier órgano puede
dañarse en los pacientes más graves afectados por COVID-19. Las alteraciones de
los vasos sanguíneos y los problemas de coagulación pueden ser una posible
explicación, en el que tanto el coronavirus como el sistema inmunitario juegan
su papel, pero es muy probable que esto sea, de nuevo, solo una parte
incompleta de toda la historia que queda por conocer. El virus SARS-CoV-2 está
resultando ser todo un reto, no solo para los epidemiólogos, sino también para
los profesionales sanitarios.
Fuente: eldiario.es