Los investigadores destacan que las epidemias han deprimido durante décadas la rentabilidad real de los activos y hundido los tipos de interés naturales, que terminan afectando al precio del dinero.
Aunque históricamente, España e Italia lo han pasado mucho peor que economías
como la alemana o francesa. La buena noticia de la investigación es que el
coronavirus dejará margen fiscal suficiente para echar mano de bonos de guerra
y paliar la crisis económica.
Las grandes guerras y las epidemias
tienen en común, desde el punto de vista económico, que arrasan con el capital
humano, pero mientras las primeras destruyen activos productivos, las segundas
se cargan la inversión y disparan el ahorro, provocando efectos muy distintos a
largo plazo, según un reciente estudio publicado por la Reserva Federal de San
Francisco.
Para los investigadores una vez
superada la crisis transitoria que causa una pandemia, se producen desviaciones
significativas en un horizonte temporal de entre 10 y 20 años para los tipos de
interés. La necesidad de inversión disminuye por la escasez de mano de obra y
por otro lado se produce un shock en el ahorro. La tasa de ahorro sube durante
los siguientes años a medida que surgen nuevos motivos de precaución o
simplemente para reemplazar la riqueza perdida utilizada durante el pico de la
calamidad. Esta situación es demoledora para los tipos de interés, que terminan
por los suelos.
Respuesta de los salarios a las
pandemias
En las doce pandemias que más muertes
han provocando desde la peste negra, los sueldos suben progresivamente hasta
alcanzar un pico de un 5% aproximadamente tres décadas después de la epidemia.
Durante décadas los retornos de
capital quedan deprimidos
Por contra, descubren que la depresión
en los tipos son seguidas por períodos sostenidos, durante varias décadas, de
retornos de rentabilidad de inversión muy bajos, debido al exceso de capital
que se queda en menos manos, y al incremento del ahorro como medida de
prevención o para recuperar parte de la riqueza agotada.
A la conclusión que llegan es que
todas las plagas dejaron una larga secuela que tarda en desaparecer décadas.
Los académicos utilizan en su estudio la tasa de interés natural para medir los
efectos a largo plazo que han tenido las pandemias en las economías europeas. A
grandes rasgos se podría definir como el punto de equilibrio entre salarios y
precios para que una economía se encuentre equilibrada. Este concepto les sirve
a los autores, utilizando datos disponibles de sueldos y activos, como un
barómetro útil de las fluctuaciones a largo plazo del dinamismo económico. Para
la política monetaria también es una herramienta esencial. La teoría económica
apunta a que la fijación de los tipos de interés se tienen que fijar cerca de
la tasa natural para lograr que el PIB, el empleo y la inflación se sitúen en el
nivel óptimo para que la economía crezca sin desequilibrios.
El efecto de las crisis financiera
sobre los tipos se pueden alargar 10 años
"Después de una pandemia la tasa
de interés natural disminuye durante décadas alcanzando su punto más bajo unos
20 años después, con una tasa natural aproximadamente 2% menor si la pandemia
no hubiera tenido lugar", explica el estudio. Y tarda otros 20 años en
recuperar los niveles previos. El alcance de una pandemia para las tasas de
interés son mucho mayores que en una crisis financiera. "Después de las
grandes recesiones causadas por crisis financieras, la historia muestra que los
tipos reales permanecen a la baja de 5 a 10 años, pero el estudio demuestra una
persistencia aún más pronunciada en las epidemias", señalan.
Uno de los hallazgos más interesantes
de la investigación es la comparación que se realiza con el comportamiento de
las tasas de interés tras un conflicto bélico respecto a las epidemias. Aunque
a lo largo de la historia suele solaparse, como ocurrió con la gripe, mal
llamada, española y la I Guerra Mundial, lo cierto es que la economía responde
de manera diferente.
Respuesta de los tipos naturales a las
guerra y a las pandemias
En las guerras, los tipos suelen
reaccionar bruscamente a la baja, para luego repuntar en línea con la subida de
precios ante la escasez de productos. "El sesgo sobre los tipos de interés
natural puede leerse fácilmente a la inversa", comentan los expertos.
Los bonos, un invento de la guerra para financiarse
Las epidemias y las guerras comparten
el factor de alta mortalidad afectando a la mano de obra. Pero, "la
escasez de capital creada por la destrucción física es una característica
ausente en pandemias", lo que impacta directamente en la oferta y estimula
los precios, a pesar de que retroceda la demanda. Además, los expertos
recuerdan que la deuda suele aumentar en época de conflicto. La guerra inventó
los bonos para financiarse. Desde el principio de los tiempos, los
contendientes ante la escasez de recursos recurren a la deuda para financiar la
contienda. "La carga de recaudar grandes sumas de dinero a través implica
unos tipos de interés más altos", subrayan.
La gran pregunta es si las economías
europeas se van a comportar igual ante la pandemia del coronavirus. Lo cierto
es que los tipos de interés llevan una tendencia a la baja, agudizada desde la
última crisis financiera y la Gran Recesión hasta tipos negativos. Pero no es
más que un pequeño fragmento dentro de una disminución secular que se remonta a
siglos atrás.
Según la evolución de la tasa de interés
natural, durante la Edad Media se situó sobre el 10%, al comienzo de la
Revolución Industrial bajó al 5% y hoy en día ronda el 0%. Sobre este nivel,
siguiendo la tesis de Jordà, Singh y Taylor, la proyección de los tipos
tenderán a hundirse poco a poco hasta el -2% de media, en un plazo de veinte
años.
La grandes pandemias golpearon a las
poblaciones por debajo de los 60 años
Sin embargo, sobre los tipos oficiales
y naturales influyen muchos factores más que terminan evitando una curva suave.
El factor tecnológico sobre la producción, el demográfico como el
envejecimiento de la población y el político ( las propias decisiones de los
propios bancos centrales) provoca en determinados fuertes oscilaciones, aunque
no han evitado modificar la tendencia de fondo.
Estas circunstancias platean dudas si
la actual pandemia tendrá las mismas consecuencias.
Hasta el momento la mortalidad del
COVID-19 se ceba con personas de edad avanzada reduciéndose el impacto sobre la
fuerza de trabajo, un elemento que terminó desestabilizando a las economías en
pasadas pandemias. El desarrollo de la tecnología también apunta a que por este
lado pueda amortiguar el golpe sobre la mano de obra. "La peste negra y
otras plagas golpearon a las poblaciones por debajo de los 60 años, por lo que
esta vez puede ser diferente", afirman.
Otra interrogante que abre el estudio
es si todas las economías europeas sufrieron las consecuencias de la misma
manera. Y la respuesta arroja luz sobre la actual situación. Europa ha caído en
un debate sobre las medidas a adoptar, mientras los contagios y las muertes
crecen de manera dispar entre sus poblaciones. El estudio recoge cómo han ido
respondiendo las economías de Francia, Alemania, Italia, Holanda, España y el
Reino Unido a las distintas epidemias. Los tipos naturales sufren de media una
caída del 10% y de alrededor de un 4% en Francia y España, en contraste con el
bloque del norte de Europa con consecuencias más modestas.
Estos resultados se explican por
"la exposición de cada país a la pandemia, el tamaño de la población
activa y la industrialización de cada economía". Circunstancias que a día
de hoy también definen las posiciones de cada país para defender el tipo de
ayuda y la magnitud a través de la Unión Europea. La buena noticia es que si se
cumplen las consecuencias de anteriores plagas con un descenso mayor en los
tipos habrá espacio fiscal suficiente para que los gobiernos cumplan con su
retórica de economía de guerra para elevar la deuda y aplicar estímulos.
Fuente: eleconomista.es