8 de abril de 2020

ESTUDIO. La economía no es igual tras una epidemia. Sus secuelas pueden durar hasta 40 años

Los investigadores destacan que las epidemias han deprimido durante décadas la rentabilidad real de los activos y hundido los tipos de interés naturales, que terminan afectando al precio del dinero. 
Aunque históricamente, España e Italia lo han pasado mucho peor que economías como la alemana o francesa. La buena noticia de la investigación es que el coronavirus dejará margen fiscal suficiente para echar mano de bonos de guerra y paliar la crisis económica.
Las grandes guerras y las epidemias tienen en común, desde el punto de vista económico, que arrasan con el capital humano, pero mientras las primeras destruyen activos productivos, las segundas se cargan la inversión y disparan el ahorro, provocando efectos muy distintos a largo plazo, según un reciente estudio publicado por la Reserva Federal de San Francisco.
Para los investigadores una vez superada la crisis transitoria que causa una pandemia, se producen desviaciones significativas en un horizonte temporal de entre 10 y 20 años para los tipos de interés. La necesidad de inversión disminuye por la escasez de mano de obra y por otro lado se produce un shock en el ahorro. La tasa de ahorro sube durante los siguientes años a medida que surgen nuevos motivos de precaución o simplemente para reemplazar la riqueza perdida utilizada durante el pico de la calamidad. Esta situación es demoledora para los tipos de interés, que terminan por los suelos.


Respuesta de los salarios a las pandemias
En las doce pandemias que más muertes han provocando desde la peste negra, los sueldos suben progresivamente hasta alcanzar un pico de un 5% aproximadamente tres décadas después de la epidemia.

Durante décadas los retornos de capital quedan deprimidos
Por contra, descubren que la depresión en los tipos son seguidas por períodos sostenidos, durante varias décadas, de retornos de rentabilidad de inversión muy bajos, debido al exceso de capital que se queda en menos manos, y al incremento del ahorro como medida de prevención o para recuperar parte de la riqueza agotada.
A la conclusión que llegan es que todas las plagas dejaron una larga secuela que tarda en desaparecer décadas. Los académicos utilizan en su estudio la tasa de interés natural para medir los efectos a largo plazo que han tenido las pandemias en las economías europeas. A grandes rasgos se podría definir como el punto de equilibrio entre salarios y precios para que una economía se encuentre equilibrada. Este concepto les sirve a los autores, utilizando datos disponibles de sueldos y activos, como un barómetro útil de las fluctuaciones a largo plazo del dinamismo económico. Para la política monetaria también es una herramienta esencial. La teoría económica apunta a que la fijación de los tipos de interés se tienen que fijar cerca de la tasa natural para lograr que el PIB, el empleo y la inflación se sitúen en el nivel óptimo para que la economía crezca sin desequilibrios.
El efecto de las crisis financiera sobre los tipos se pueden alargar 10 años
"Después de una pandemia la tasa de interés natural disminuye durante décadas alcanzando su punto más bajo unos 20 años después, con una tasa natural aproximadamente 2% menor si la pandemia no hubiera tenido lugar", explica el estudio. Y tarda otros 20 años en recuperar los niveles previos. El alcance de una pandemia para las tasas de interés son mucho mayores que en una crisis financiera. "Después de las grandes recesiones causadas por crisis financieras, la historia muestra que los tipos reales permanecen a la baja de 5 a 10 años, pero el estudio demuestra una persistencia aún más pronunciada en las epidemias", señalan.
Uno de los hallazgos más interesantes de la investigación es la comparación que se realiza con el comportamiento de las tasas de interés tras un conflicto bélico respecto a las epidemias. Aunque a lo largo de la historia suele solaparse, como ocurrió con la gripe, mal llamada, española y la I Guerra Mundial, lo cierto es que la economía responde de manera diferente.


Respuesta de los tipos naturales a las guerra y a las pandemias
 En las guerras, los tipos suelen reaccionar bruscamente a la baja, para luego repuntar en línea con la subida de precios ante la escasez de productos. "El sesgo sobre los tipos de interés natural puede leerse fácilmente a la inversa", comentan los expertos.

Los bonos, un invento de la guerra para financiarse
Las epidemias y las guerras comparten el factor de alta mortalidad afectando a la mano de obra. Pero, "la escasez de capital creada por la destrucción física es una característica ausente en pandemias", lo que impacta directamente en la oferta y estimula los precios, a pesar de que retroceda la demanda. Además, los expertos recuerdan que la deuda suele aumentar en época de conflicto. La guerra inventó los bonos para financiarse. Desde el principio de los tiempos, los contendientes ante la escasez de recursos recurren a la deuda para financiar la contienda. "La carga de recaudar grandes sumas de dinero a través implica unos tipos de interés más altos", subrayan.

La gran pregunta es si las economías europeas se van a comportar igual ante la pandemia del coronavirus. Lo cierto es que los tipos de interés llevan una tendencia a la baja, agudizada desde la última crisis financiera y la Gran Recesión hasta tipos negativos. Pero no es más que un pequeño fragmento dentro de una disminución secular que se remonta a siglos atrás.
 Según la evolución de la tasa de interés natural, durante la Edad Media se situó sobre el 10%, al comienzo de la Revolución Industrial bajó al 5% y hoy en día ronda el 0%. Sobre este nivel, siguiendo la tesis de Jordà, Singh y Taylor, la proyección de los tipos tenderán a hundirse poco a poco hasta el -2% de media, en un plazo de veinte años.
La grandes pandemias golpearon a las poblaciones por debajo de los 60 años
Sin embargo, sobre los tipos oficiales y naturales influyen muchos factores más que terminan evitando una curva suave. El factor tecnológico sobre la producción, el demográfico como el envejecimiento de la población y el político ( las propias decisiones de los propios bancos centrales) provoca en determinados fuertes oscilaciones, aunque no han evitado modificar la tendencia de fondo.
Estas circunstancias platean dudas si la actual pandemia tendrá las mismas consecuencias.
Hasta el momento la mortalidad del COVID-19 se ceba con personas de edad avanzada reduciéndose el impacto sobre la fuerza de trabajo, un elemento que terminó desestabilizando a las economías en pasadas pandemias. El desarrollo de la tecnología también apunta a que por este lado pueda amortiguar el golpe sobre la mano de obra. "La peste negra y otras plagas golpearon a las poblaciones por debajo de los 60 años, por lo que esta vez puede ser diferente", afirman.
Otra interrogante que abre el estudio es si todas las economías europeas sufrieron las consecuencias de la misma manera. Y la respuesta arroja luz sobre la actual situación. Europa ha caído en un debate sobre las medidas a adoptar, mientras los contagios y las muertes crecen de manera dispar entre sus poblaciones. El estudio recoge cómo han ido respondiendo las economías de Francia, Alemania, Italia, Holanda, España y el Reino Unido a las distintas epidemias. Los tipos naturales sufren de media una caída del 10% y de alrededor de un 4% en Francia y España, en contraste con el bloque del norte de Europa con consecuencias más modestas.


Estos resultados se explican por "la exposición de cada país a la pandemia, el tamaño de la población activa y la industrialización de cada economía". Circunstancias que a día de hoy también definen las posiciones de cada país para defender el tipo de ayuda y la magnitud a través de la Unión Europea. La buena noticia es que si se cumplen las consecuencias de anteriores plagas con un descenso mayor en los tipos habrá espacio fiscal suficiente para que los gobiernos cumplan con su retórica de economía de guerra para elevar la deuda y aplicar estímulos.
Fuente: eleconomista.es