George Orwell con “1984”,
asentó el género de la distopía y anticipó un futuro de control social, con
términos muy de actualidad, como, posverdad, hechos
alternativos, minutos de odio y doble pensamiento, que, en cierto sentido,
recuerdan los modos de los populismos extremistas actuales.
En conmemoración del 70 aniversario de su muerte y del cumplimiento de 71
años de la publicación de “1984”, quería rendir homenaje a esta inmortal obra
maestra de la literatura del siglo XX, y a su autor, escritor visionario adelantado
a su tiempo, que a todos nos hizo ver los peligros de los totalitarismos, y comprender
las consecuencias de los mismos.
TRIPLE ALEGATO DE “1984”, CONTRA TOTALITARISMOS, VIGILANCIAS
Y DESINFORMACIÓN
La novela, que imagina un mundo dominado por superpotencias totalitarias
difíciles de distinguir, basadas en el tercer Reich de Hitler y la Unión Soviética
de Stalin, además de un alegato, resulta una advertencia, sobre que pudiera haber
ocurrido si Reino Unido y Europa, hubiesen sucumbido a la amenaza soviética.
Como es sabido, la trama compendia las tribulaciones del personaje Winston
Smith, su infortunado protagonista, en un Londres futurista, mísero, semiderruido
y sometido al yugo implacable del Big Brother, el Gran Hermano de las ediciones
españolas.
Al inicio de la Guerra Fría —término acuñado por George Orwell, dicho
sea de paso— existía un enorme interés político porque su argumento fuera leído
en clave antisoviética. Verdaderamente, en muchos aspectos, remiten a la historia
de la URSS: falsificación sistemática del pasado, similitud del mostacho del Gran
Hermano con Stalin y del opositor Emmanuel Goldstein con Trotsky, o la brutal
reeducación de los disidentes.
Pero otros elementos —el poder omnímodo de la policía política, el estado
de guerra permanente y el adoctrinamiento de la población— aludían en similar
medida al nazismo y al fascismo.
Un mundo orwelliano
El también autor de
“Homenaje a Cataluña”, de alguna manera, enarbolaba la bandera de los
desfavorecidos, y llevaba el fracaso como una especie de condecoración. Solía
hablar orgulloso de su mejor libro –que él creía que era esta obra, sobre la
guerra civil española–, del que no había llegado a vender ni mil ejemplares.
Si bien la novela “1984” auguraba que, en ese mismo año, la humanidad crujiría
bajo la bota del totalitarismo, no fue así, pues el lanzamiento del Macintosh 128K
de Apple, mostró a un Gran Hermano puesto en jaque. Y más parecía que el envejecido
libro, que no obsoleto, cedería su sitio a otras distopías, más a tono con esos
tiempos. Pero el auge de vigilancias electrónicas reanimó el interés por la
novela.
Favorecía esa interpretación, que el Reino Unido, con cientos de miles de
videocámaras diseminadas por su territorio —reservas naturales incluidas—, se
hubiera convertido en una de las naciones más vigiladas. Que fuera las Islas
Británicas, en España, también tenemos la plaza George Orwell que Barcelona dedicó
al escritor, el primer espacio público de la ciudad puesto bajo videovigilancia.
Que el reality show, Gran Hermano de la TV española, trivializara el asunto
con sus concursantes, felices de pavonear su inanidad ante la audiencia, no ha
evitado que cunda la alarma ante la parafernalia digital que registra nuestros
gustos, opiniones y movimientos hasta un extremo inimaginable para la dictadura
de 1984.
La teleserie Black Mirror, fiel al espíritu del escritor, ha sacado un
buen partido de la situación. Y el lenguaje común, igualmente atento, se ha
adueñado del adjetivo “orwelliano”, que se lo cuelgan a gobiernos y populismos, mayormente de derechas ambos dos, y además teóricamente democráticos también, por
entender, que, supuestamente buscan: desinformar o espiar a la ciudadanía y desestabilizar
o derrocar gobiernos democráticos, legítimamente elegidos, cuando no, amordazar
o presionar a la prensa no afín.
La escritura, el último refugio
Orwell entendió, que regímenes opresivos, extremismos y populismos, siempre
necesitarían enemigos y en la novela "1984" mostró, cómo estos podían
crearse arbitrariamente, a partir del incendio programado de las emociones y
las pasiones de la gente, a través de la propaganda. Pero en su descripción
de los "dos minutos de odio" también previó las actitudes de las
multitudes digitales.
En una coyuntura donde, la noción de verdad se había desestabilizado, y se
valoraba, el texto en la medida que servía para desenmascarar la retórica falsaria
de los demagogos y la intoxicación como política de comunicación. En los Dos
Minutos de Odio de la novela (la sesión diaria de propaganda que jaleaba a
la ciudadanía a insultar a los enemigos del Estado) han sido vistos como anticipo
de discursos de odio supuestamente proferidos: por anónimos provocadores
(trolls) en redes sociales, y por populismos extremistas, especialmente de derechas,
en sus respectivos Parlamentos.
Tales son las tres lecturas dominantes que se han hecho de la narración
de Orwell. Tres interpretaciones reveladoras de las obsesiones sociales de los
últimos 70 años y de la riqueza de una obra de la que pueden extraerse significados
distintos, pero siempre conectados con una idea rectora: la convicción de
que la civilización moderna, tanto en su faz totalitaria como en su costado
democrático-liberal, se ha transformado en una jaula (en ocasiones de oro) que
atenaza a sus integrantes.
VERDAD ES LO QUE DECIDE
EL PARTIDO
En el Londres de la novela “1984”,
la Historia se ha borrado por el empeño del «Ministerio de la Verdad que trabaja
en destrozar la confianza de la gente, en los recuerdos externos, y lo hacen
revisando constantemente el registro oficial de documentos, fotos, etc.».
Historia es lo que decide el Partido. Ser humano es lo que decide el Partido. «Todo se desvanecía en la niebla. El pasado estaba borrado. Se
había olvidado el acto mismo de borrar, y la mentira se convertía en verdad».
En el “1984” de Orwell no existía lo objetivo, sino que todo era un
constructo social(*)
(*) Constructo Social.- Entidad institucionalizada "construida",
o artefacto en un sistema social "inventado", por participantes en
una cultura o sociedad particular, que existen porque la gente accede a comportarse
como si existieran, o acuerdan seguir ciertas reglas convencionales, o a comportarse
como si tal acuerdo o reglas existieran.
A lo largo de la novela, se establece cómo la gran herramienta de
control del pensamiento del Londres de “1984” lo que Orwell llamaba doble pensamiento
(doublethink). Que consistía en «saber y no saber, hallarse consciente
de lo que es realmente verdad, mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas,
sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer
sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad
mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido
es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no
obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara
y luego olvidarlo de nuevo; y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al
procedimiento mismo»., que en mi humilde opinión, parece de obligado
cumplimiento en discursos populistas de derechas y ultraderechas.
El doble pensamiento y la reinvención de la Historia, son la base sobre las que se sostienen las tres consignas del Partido:
- La Guerra es la Paz
- La Libertad es la Esclavitud
- La Ignorancia es la Fuerza.
1. Una Sociedad Digitalizada.- En su novela,
Orwell retrata una sociedad que vive a merced de la tecnología, con la que el gobierno
del partido único Ingsoc, liderado por el Gran Hermano, controla las mentes de
la gente, evitando, cualquier concepto individualista, la existencia de la intimidad
y el libre pensamiento.
Actualmente, la sociedad es hiperdependiente de las nuevas tecnologías.
Según un informe de Hootsuite, en 2018 el 87% de la población española tenía un
Smartphone y que la gente, a diario, pasa una media de 5,5 horas conectada a
Internet. No hay que olvidar que todo lo que se ve en la red deja rastro
digital.
2. La Desinformación: Ministerio de la Verdad.- En '1984' existe el Ministerio de la Verdad, dedicado a tergiversar el
pasado para adecuarlo a los intereses del presente. Así bien, también se
encarga de eliminar cualquier documento que pueda ser un vestigio de hechos
pasados que no vayan en la línea de pensamiento del gobierno en ese momento.
No es un ministerio como tal, pero el principal problema que existe en la
Sociedad de la Información actual, son las noticias falsas (fake news),
cuya poder de propagarse, de forma rápida, por las redes sociales provocan graves
problemas de desinformación y manipulación. Varios analistas políticos
atribuyeron el éxito del Brexit a las campañas de desinformación de ciertos
medios, además se creó un nuevo concepto para ello: posverdad.
3. El Big Data, el Nuevo Gran Hermano.- El Gran Hermano es el único líder político que
aparece en la novela.
Comandante en jefe, guardián de la sociedad y cabeza del único partido que
gobierna, es la figura que todo lo ve, gracias a las 'telepantallas' que están
instaladas en cada hogar. Orwell insinúa en el libro que el Gran Hermano podría
ser solo un icono de propaganda y que no existiese como tal.
El Gran Hermano de la sociedad
actual es el Big Data, pues todo lo que cualquier usuario busque en Internet,
sea mediante teléfono móvil, computador, Tablet o cualquier dispositivo electrónico,
queda registrado gracias a buscadores como Google, que guarda los datos para estudios
de mercado. Las Cookies de cada sitio web también recopilan información. Con la
privacidad sobreexpuesta, el Gran Hermano, más que político, es económico.
4. Neolengua.- La neolengua es una herramienta
con la que el poder simplifica las palabras de un idioma, con fines represivos.
Considerada uno de los pilares del Partido en '1984', su objetivo es reducir el
número de palabras, de tal forma, que controlar el pensamiento de la gente.
Todo aquellas palabras que no existan en la neolengua, no existen tampoco para
la sociedad.
La esencia de la neolengua se suele identificar con el lenguaje
políticamente correcto, con el que se busca censurar ciertas palabras que son
consideradas ofensivas. A ello hay que añadirle el uso de palabras en ciertos
medios de comunicación para fomentar prejuicios.
5. Los Proles: Pensamiento de Masas.- En '1984', los
proles son una masa de gente que, a diferencias de las élites, goza de libertad,
al no estar obligados a pertenecer al Partido único. Sin embargo, esa libertad
la disfrutan porque carecen de pensamiento propio, son incapaces de rebelarse y
su único objetivo es subsistir y trabajar.
Según un estudio de Pew Research de 2016, solo el 20% de los estadounidenses
lee todavía periódicos, mientras que el 65% de la población recurre a las redes
sociales para informarse. Teniendo en cuenta el poder de difusión de redes como
Twitter, Facebook o Instagram, hay mayor riesgo de leer noticias falsas.
6. La Hermandad.- En la novela, Winston Smith y
Julia, al estar desengañados por el sistema, se afilian a la Hermandad, un
grupo de resistencia liderado por el crítico Emmanuel Goldstein. La Hermandad
representa a una minoría rebelde que, en el fondo, busca alinearse con el
sistema.
En la sociedad actual, lo más parecido sería, las reivindicaciones de
ciertos colectivos de desfavorecidos y/o excluidos sociales que, en realidad, buscan
acercarse al poder para volver a reintegrase en la sociedad.
7. La Guerra es Paz.- Orwell describe
tres naciones soberanas que están en continuo conflicto bélico. Al ser la guerra
un estado continuo, la sociedad no piensa en otra cosa que en ganar la guerra.
Con lo cual, cualquier posible disidencia es detectada con facilidad y purgada.
El ejemplo más claro, de como una guerra evita que un país mire los
problemas internos que tiene, es el movimiento que hizo el exvicepresidente de
Estados Unidos, Dick Cheney, para que el gobierno de Bush hijo invadiese Irak,
algo que pudo verse en 'El vicio del poder', la sátira de Adam McKay.
8. Sistema de Detección de Misiles.- En '1984' se
menciona que uno de los "Proles" sabía de alguna forma que un misil pudo
haber sido lanzado desde una base enemiga y evitó que llegara a su objetivo
contraatacando con otro misil.
Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, en
Estados Unidos se empezaron a escuchar las palabras "Sistema de Detección
de Misiles", capaz de localizar en el espacio aéreo del país cualquier elemento
invasor y destruirlo antes de que colisione con su objetivo.
9. Transcripción Automática del Habla.- Orwell describe en la novela un micrófono que es capaz de transformar
cualquier texto y dejarlo por escrito.
Actualmente esto es posible gracias a un software de voz y asistentes
virtuales. Aplicaciones como Cortana o Siri ya lo hacen.
10. Policía del Pensamiento.- En la novela, la
Policía del Pensamiento vigila y reprime cualquier tipo de disidencia. Inspirada
en la antigua KGB, en el libro tienen una increíble capacidad tecnológica para
espiar a posibles rebeldes del gobierno, desde telepantallas hasta micrófonos
integrados.
En junio de 2013 Edward Snowden, antiguo empleado de la NSA y la CIA, reveló
una serie de documentos a The Guardian y The Washington Post en la que dejaba
en evidencia que los servicios de inteligencia de Estados Unidos, con la
colaboración de otros países, vigilaban a la población de todo el mundo.
EDITORIAL
Actualmente, como ya ha quedado dicho anteriormente, son las redes
sociales quienes recopilan todos los gestos, compras y comentarios que hacemos
en internet, mostrando una presencia invisible pero omnisciente, capaz de
predecir todas nuestras preferencias.
Y basándose en las elecciones de los consumidores, con el usuario como mercancía
con que se comercia, que ya de por sí, con solo la recolección de dichas preferencias
para las campañas políticas, está distorsionando la democracia. No digamos
luego, con las campañas de marketing político segmentado, según las citadas preferencias
de la ciudadanía, reveladas por Big Data, el Gran Hermano del siglo XXI.


Dos últimas reflexiones para terminar.
- Acudir a votar cuando corresponda, y el conocimiento exacto de los hechos, son nuestras fortalezas, y a todos se nos está poniendo a prueba.
- El grado de resistencia, lo ponemos nosotros mismos, con nuestras conciencias, o más bien, con lo que quede de ellas.