21 de diciembre de 2022

OPINION. El plan oculto del partido popular respecto del bloqueo del Consejo General del Poder Judicial

 A la atención del Sr. Comisario de Justicia Europeo 

Señor Comisario de Justicia Europeo, Sr. Didier Reynders.

Con el mayor respeto me dirijo a usted, como ciudadano español y europeo que soy, para trasladarle de primera mano el hacerle partícipe de mi gran preocupación, por el deterioro insoportable que sufren en España los Órganos  Constitucionales, del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, así como las implicaciones en el funcionamiento de  los Órganos Jurisdiccionales, debido a la deriva antidemocrática de partidos políticos conservadores y ultraconservadores,  que tanto daño están haciendo a las citadas Instituciones y más aún por lo que a mi entender está por venir, que a buen seguro todavía será peor, a no ser que una nueva legislación lo solvente.  Y si le parece, en 2024, tras las elecciones generales de  España, volveré a dirigirme a usted, y espero coincida conmigo que en poco o nada me haya equivocado.

Atentamente

Jose Manuel Ibáñez


EL PP no da puntadas sin hilo, tal como sucede con su oposición frontal a renovar, Consejo General del Poder Judicial y Tribunal Constitucional.



INTRODUCCIÓN 

Elena Herrera, periodista de tribunales de "El Diario.es"

    Los conservadores, primero con Casado y ahora con Feijóo, han sometido al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a un bloqueo partidista, mientras un grupo de vocales cercanos al PP se han erigido como una suerte de oposición al Gobierno desde el tercer poder del Estado

El CGPJ es la institución más importante del tercer poder del Estado. Un órgano constitucional creado para garantizar la independencia de más de 5.000 jueces y magistrados y tomar las decisiones más relevantes en materia de nombramientos, ascensos o régimen disciplinario. Pero desde hace cuatro años es también una institución sometida a una situación de parálisis inédita en democracia. Este bloqueo es consecuencia de los cálculos partidistas del Partido Popular, cuyos dirigentes han desplegado una batería de justificaciones cambiantes para evitar su renovación y perder su poder en una de las instituciones clave del Estado. 

El CGPJ ya supera el umbral de los cuatro años en funciones en una situación absolutamente precaria: con un presidente “por sustitución” elegido tras la dimisión de Carlos Lesmes, un pleno mermado (con 18 de sus 21 miembros originales) y unas atribuciones también limitadas. Desde marzo de 2021 tiene prohibido ejercer su función principal: realizar nombramientos en la cúpula judicial, lo que ha derivado en una amenaza de colapso en el Tribunal Supremo porque no se pueden cubrir vacantes.

Y, entre tanto, un grupo de vocales, los más cercanos al Partido Popular, se han erigido como una suerte de oposición al Gobierno desde dentro del órgano. Son ocho de los diez jueces y juristas del sector conservador, que buscan el choque con el Ejecutivo a la menor ocasión al tiempo que bloquean la renovación del Tribunal Constitucional, que es la misión principal que tiene ahora el órgano. De esta forma, se está prolongando la mayoría conservadora del tribunal que deberá pronunciarse sobre asuntos tan sensibles como la reforma educativa, el aborto o la eutanasia. En el minoritario grupo progresista hay quien piensa que los consejeros conservadores siguen con la renovación del Constitucional una estrategia de bloqueo que reproduce la que mantiene Génova en relación al CGPJ.

El actual órgano de gobierno de los jueces cuenta con diez vocales elegidos a propuesta del PP, seis del PSOE, una de IU y otro del PNV. Los puestos vacantes por la jubilación del conservador Rafael Valverde y el fallecimiento de la progresista Victoria Cinto no se han podido cubrir. Tampoco el de Lesmes, que dimitió el pasado 9 de octubre cuando llevaba casi cuatro años al frente de una institución con el mandato caducado. Era la primera vez en la historia que el bloqueo institucional forzaba la dimisión de la primera autoridad judicial del Estado. Lesmes, que fue alto cargo en los gobiernos de José María Aznar, se despidió repartiendo culpas por igual al PSOE y al PP. Reprochó a ambos partidos su “reiterada indiferencia” a sus llamamientos a atajar una situación que “debilita y erosiona a las principales instituciones de la Justicia y el Estado de Derecho”.

Así las cosas, el CGPJ ha seguido funcionando con una composición de mayoría conservadora heredada de la última legislatura de Mariano Rajoy y que nada tiene que ver con la realidad parlamentaria dibujada ahora por las urnas. De hecho, se han celebrado cuatro elecciones generales desde que se eligió en diciembre de 2013.

Los conservadores, que salieron de la Moncloa en junio de 2018 tras la moción de censura de Pedro Sánchez, se han resistido durante los últimos cuatro años a pactar la renovación, que tiene que ser acordada por una mayoría reforzada de tres quintos de los miembros de las Cortes Generales. Por un lado, al conservar la mayoría en un órgano que durante dos años y medio siguió haciendo nombramientos en la cúpula judicial a pesar de tener su mandato caducado. Y, por otro, ante la expectativa de que un acuerdo con el PSOE les pudiera perjudicar electoralmente frente a Vox.

Han utilizado, para ello, una batería de justificaciones cambiantes y crecientes que han ido desde vetar la presencia de Unidas Podemos en las negociaciones, al sí de EH Bildu a los Presupuestos o la posición del socio minoritario del Gobierno en contra de la monarquía. El último intento frustrado de renovación fue hace solo unas semanas, a finales de octubre. Pero el PP rompió entonces unilateralmente las negociaciones después de que trascendiera la reforma del delito de sedición.

También han reclamado un cambio en el sistema de elección para que los 12 vocales judiciales sean elegidos de forma directa por los jueces, como sucedía hasta 1985. En la actualidad los jueces hacen una criba de nombres, y luego los partidos eligen, siempre que alcancen esa mayoría en el Congreso. Es una reforma que el PP no promovió en sus dos mayorías absolutas. Además, la fórmula actual de elección parlamentaria fue ratificada en un pacto suscrito en 2001 con el PSOE, que se niega a aceptar esta reforma.

Desde la restauración de la democracia, los tres bloqueos del PP en la renovación del CGPJ —entre 1995 y 1996, entre 2006 y 2008 y el actual— han servido para que la derecha decidiera la mayoría de los nombramientos de jueces en el Supremo. En ese lento proceso participaron en su día José María Aznar, Mariano Rajoy, Pablo Casado y ahora lo hace Alberto Nuñez Feijóo, que ha supuesto que la Sala de lo Penal pasara de estar formada en 1995 por siete jueces progresistas y seis conservadores a que en 2022 sean 12 conservadores frente a cuatro progresistas. Esa es la sala que examina en última instancia la mayoría de las causas penales que se juzgan en España y por la que pasan los casos de corrupción, que casualmente muchos afectan al PP.

Sin dimisiones a la vista

Tanto en el Gobierno como en el propio CGPJ están convencidos de que no habrá renovación hasta después de las generales previstas para finales del año que viene y se formen de nuevo las cámaras. La renuncia en bloque que han solicitado sectores de la judicatura como la asociación progresista Jueces y Juezas para la Democracia tampoco ha tenido eco entre los vocales y no se esperan a corto plazo salidas individuales. Tras la dimisión de Lesmes, los miembros del órgano dejaron claro en un pleno que su voluntad era que nada cambiara en la institución. En un comunicado, afirmaron que seguirían trabajando “con plena normalidad” y ejerciendo “todas y cada una de las competencias que les atribuye el ordenamiento jurídico”.

La posibilidad de que los vocales renunciaran para forzar la renovación se abordó sin éxito en un pleno celebrado en diciembre de 2020, en plena bronca con los partidos que sustentan al Gobierno a propósito de la reforma que acabó quitando competencias al CGPJ cuando está en funciones. Entonces, el vocal progresista Álvaro Cuesta planteó una propuesta de resolución para que todos sus miembros anunciaran su “renuncia” a partir del 1 de enero, cuando ya se habían cumplido de largo dos años con el mandato caducado. Esa iniciativa, sin embargo, sólo fue respaldada por otros cuatro vocales del sector progresista —Clara Martínez de Careaga, Rafael Mozo, Concepción Sáez y Pilar Sepúlveda— y nunca llegó a fraguarse en una iniciativa concreta.

Con un presupuesto anual de 76 millones de euros, el CGPJ ofrece algunos de los sueldos más altos de la Administración. El presidente y los seis vocales con dedicación exclusiva cobran más de 120.000 euros anuales — a los que hay que sumar los trienios o el complemento de antigüedad— y tienen a su disposición un coche oficial y personal de secretaría. El resto de los vocales lo son solo a tiempo parcial, sin dedicación exclusiva, con un sueldo menor. Estos vocales reciben dietas únicamente por asistir a los plenos o a las comisiones de las que forman parte, establecidas en 975 euros y 312 euros respectivamente. Durante 2021, los miembros del CGPJ que no tienen dedicación exclusiva recibieron, en total, 278.694 euros brutos, con una media de algo más de 21.000 euros brutos anuales.

La situación del Supremo

A la grave anomalía que supone que un órgano constitucional lleve cuatro años con el mandato caducado, se suma la parálisis que está provocando esta situación en distintos ámbitos de la Justicia. Especialmente, en el Tribunal Supremo, donde las vacantes ascenderán a 20 en los próximos meses, lo que supone el 25% de sus jueces. Por ejemplo, el 21 de diciembre la Sala de Justicia del Tribunal Militar Central dejará de actuar porque se habrá quedado sin miembros procedentes del Cuerpo Jurídico Militar. Esos puestos no se pueden cubrir porque, desde marzo de 2021, la ley impide al CGPJ hacer nombramientos en la cúpula judicial cuando, como sucede ahora, está en funciones.

Hasta entonces, un órgano caducado y con una correlación de fuerzas que nada tiene que ver con la actual realidad parlamentaria, había hecho 74 nombramientos en puestos clave. La reforma que regula la interinidad del CGPJ ha sido uno de los mayores puntos de fricción entre ambos poderes del Estado. Los socios de Gobierno defendieron la necesidad de acabar con un vacío legal, pues hasta entonces la única competencia que no podía ejercer el CGPJ en funciones era nombrar a un nuevo presidente. Pero detrás de su aprobación estaba también el intento de aumentar la presión para que el PP accediera a renovar el órgano tras varios intentos fracasados. Tampoco fue posible.

Ahora, el CGPJ estudia qué opciones hay para reforzar el Alto Tribunal en la actual coyuntura. La solución que se ve ahora como más “eficiente” y “plausible” es reforzar el gabinete técnico con magistrados de otros tribunales. Este órgano asiste a los jueces en la admisión de asuntos y colabora con la realización de los estudios e informes que se les soliciten. Algunas fuentes ven “extrema y complicada” otra de las opciones que se ha barajado: el nombramiento de jueces en comisión de servicio. Por ejemplo, de la Audiencia Nacional. Aunque existe algún precedente, supondría tener una bolsa de jueces en esa situación administrativa en una categoría superior a la que ostentan en realidad, lo que podría ser “problemático”, sostienen. Tampoco convence a la mayoría la utilización de jueces jubilados. Las fuentes consultadas explican que exigiría una reforma legal porque la figura del magistrado emérito fue eliminada por el PP en 2015.

Fuente: El Diario.es


RESUMEN 

Echando cuentas, la situación actual de la justicia en este país está tan depauperada que la ciudadanía está sufriendo retrasos en la resolución de los recursos que anualmente se van acumulando por cientos, cuando no miles, en Audiencias Provinciales, Tribunales Superiores de Justicia, e incluso ante el Tribunal Supremo, por falta de renovación de jueces y magistrados, a causa de la inacción irresponsable e inconstitucional de los ultraconservadores del PP  que evitan con excusas de mal pagador, que el CGPJ se renueve, presionando así al resto de tribunales que debido a las vacantes no cubiertas,  imposibilitan que los diferentes tribunales que se reparten a lo largo y ancho de toda España, cumplan adecuadamente sus funciones.

Pero el plan del PP llega mucho más lejos, pues lo que están haciendo es copiar miméticamente lo que hizo Trump en Estados Unidos. Y al igual que éste actuó en su país, van nombrando jueces conservadores para el Tribunal Supremo a perpetuidad (hasta su jubilación o fallecimiento) y lo mismo que con las Audiencias Provinciales y Tribunales Superiores de Justicia. Y como no, de manera prioritaria, en el Tribunal Constitucional. ¿Por qué es  tan relevante este tribunal para el PP?

Bueno la pregunta, entiendo, ha quedado respondida y constatada anteayer, cuando de forma zafia y chapucera, impropia de magistrados del Tribunal Constitucional, se ha dictado resolución al recurso de amparo del PP (consecuencia de votación obtenida en razón  de 6 vocales conservadores a favor y 5 vocales progresistas en contra) estando 2 vocales conservadores recusados, que no solo votaron su propia recusación sino que además participaron en el debate y posterior votación por la que se aceptaron las Medidas Cautelarísimas, solicitadas para suspender sesión parlamentaria, en principio del Congreso, que después fue del Senado (hecho gravísimo, no sucedido en ninguna democracia moderna, que raya la inconstitucionalidad al obviar el artículo 66 de la Constitución Española) donde precisamente se iba a votar una ley para sustituir a los magistrados recusados. Hechos repetidos en el día de hoy, donde los recusados han vuelto a votar (con mismo balance de 6 vocales conservadores contra 5 vocales progresistas) para rechazar el recurso planteado por Senado al que el Congreso se adherió,  para levantar la Medidas Cautelarísimas, ignorando las recomendaciones de la fiscalía del propio Tribunal Constitucional y el informe del letrado mayor del Congreso de Diputados que alegaba, ausencia del cumplimiento del principio de imparcialidad de ambos recusados por ser parte interesada.

A todo esto, la Sala Segunda de lo Penal del Tribunal Supremo, de mayoría conservadora, mirando para otro lado, como sí la presunta prevaricación de los magistrados recusados del Tribunal Constitucional (por ser juez y parte) no fuese asunto de su competencia.

Pero además, al Tribunal Constitucional se le viene encima un gran número de recursos de inconstitucionalidad, a propuesta, como no, de los camaradas del PP, contra leyes que implican avances sociales (tales como, aborto, eutanasia,  reforma educativa, trans, “del equilibrio ecológico”, etc. ) que con estos mimbres y de mantenerse el bloqueo en el Tribunal Constitucional, auguro que todos ellos serán votados en razón de la misma proporción de 6 vocales conservadores a favor y 5 vocales progresistas en contra, presumiblemente favorables a declarar todas estas leyes inconstitucionales, que casualidad, coincidiría con la ideología de los que les pusieron ahí, que no fueron otros que nuestros amigos ultraconservadores del PP.  Aunque considero de bien nacidos ser agradecidos.

Por otra parte, esta sentencia del Tribunal Constitucional sentará precedente (hasta que salga otra sentencia contraria) y permitirá rechazar debates y votaciones parlamentarias que no sean del agrado de algún parlamentario (sobre todo del PP, que como ha quedado demostrado, tienen mayoría los vocales conservadores en el TC) y que antes era inconstitucional y a partir de ahora dejará de serlo. Todo muy democrático, ¿no les parece?. 

Volviendo a Estados Unidos, prácticamente nadie vio venir los manejos de los republicanos hasta que la Corte Suprema de EEUU (equivalente al Tribunal Supremo español) declaró inconstitucional, y por tanto ilegal, el aborto. Y como consecuencia de ello, el descrédito que sufrió la Justicia Americana entre los estadounidenses ha sido tan grande que todavía no se ha recuperado. Pero al PP le da igual que eso ocurra en España, y quieren a cualquier precio la mayoría en el Tribunal Constitucional.

¿Y cómo conseguirlo? Que preguntas, pues ganando las próximas elecciones generales, por supuesto.

¿Pero y si no las ganan? Que estupidez, como no las va a ganar. Pero si eso ocurriese tranquilos, los chicos listos del PP lo tienen todo pensado, seguirían bloqueando la renovación del CGPJ y del Tribunal Constitucional, hasta que ganasen, naturalmente.

¿Y la gente que sufre retrasos de años en sus recursos ante Audiencias Provinciales, Tribunales Superiores de Justicia y Tribunal Supremo? Pues que esperen,  que dirían desde el PP,  lo importante es el partido, que decía George Orwell en el "Gran Hermano" 

CONCLUSION

Lo que el PP por encima de todo quiere, es llenar el Tribunal Constitucional de magistrados  conservadores, al igual que han hecho con la Sala Segunda del Tribunal Supremo al que solo le resta sustituir a 4 magistrados progresistas para tener mayoría completa en la Sala, en la que ya cuenta con 12 magistrados conservadores. Todo ello al objeto de controlar y dirigir desde atrás (aún sin estar en el Gobierno) todos los Poderes del Estado, a saber, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Que aunque recientemente lo advertí, ahora se ve que algo de razón llevaba.  

Y si al PP le quedase algo de dignidad y sentido de Estado, lo más conveniente para todos los ciudadanos españoles sería, que cumpliesen la Constitución y se pusieran manos a la obra a renovar CGPJ y Constitucional,  alejándose de monsergas y excusas discursivas de rigor, que para nada mejoran los intereses de la ciudadanía en relación a la Justicia y si los intereses del partido popular.

Por no hablar del daño irreparable que se le está causando al prestigio del Tribunal Constitucional como árbitro imparcial respecto de la constitucionalidad de leyes aprobadas por Parlamentos y demás disposiciones normativas.

Fuente: Redacción