15 de enero de 2023

DEMOCRACIA GLOBAL. La democracia muestra síntomas de retroceso a nivel mundial

 Los populismos explotan la frustración que subyace en la sociedad para promover la polarización y erosionar la democracia.

El asalto a las principales instituciones de Brasil perpetrado el 8 de diciembre por una turba de partidarios del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro representa un nuevo recordatorio de las crecientes amenazas que se ciñen alrededor de la democracia en el mundo. El episodio, como el ataque al Capitolio de EE UU hace dos años, destaca por el valor emblemático del uso de la fuerza, pero se inscribe en un amplio marco de síntomas de desgaste global del tejido democrático.

Tan solo en las últimas semanas, aparecen múltiples señales en ese sentido: el dramático descenso hacia el abismo de la democracia peruana; la constatación de la involución de Túnez —antaño gran esperanza democrática en el mundo árabe—, que ha celebrado antes de Navidades unas elecciones con un 11% de participación que lo dice todo respecto a las credenciales del proceso; o la aprobación a principios de diciembre, en Indonesia —otra esperanza democrática en el mundo musulmán—, de un nuevo Código Penal que tipifica una persecución de la homosexualidad incompatible con cualquier estándar liberal; en Turquía, el Tribunal Constitucional ha bloqueado, en un año electoral, las cuentas del partido prokurdo HDP, el tercero más votado del país, que afronta un serio riesgo de ilegalización.

Estos desarrollos son solo los últimos en un fenómeno de deterioro democrático acerca del que instituciones y centros de estudio vienen alertando desde hace tiempo. Ello no excluye que, a la vez, las democracias muestren también notables síntomas de resiliencia, por ejemplo, con la capacidad de expulsar naturalmente del poder a figuras como Donald Trump y Bolsonaro, sobreponerse a las intentonas de sus partidarios más radicales, o demostrando en múltiples ámbitos su superioridad ante unos regímenes autoritarios que sufren grandes turbulencias.

Pero ello no puede inducir a la complacencia. La inquietud de los expertos es prácticamente unánime. Freedom House, por ejemplo, registra desde hace 16 años un retroceso de la libertad en el mundo. En ese periodo, cada año son más los países en los que la organización observa un retroceso que aquellos que logran avances. El balance de 2021, por ejemplo, arrojó 60 en retroceso y 25 en progreso.

Asimismo, el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral —IDEA, por sus siglas en inglés, una organización intergubernamental respaldada por 34 Estados— detecta que, entre el centenar de países calificados como democracias, hay desde hace una década un fuerte ascenso del número de aquellos que sufren una contracción moderada o aguda de sus cualidades democráticas. En el último análisis disponible, publicado en noviembre, había 48 en el lote en retroceso, sobre un total de 104. Aquellos en mejora fueron 14.

En la misma línea se pronuncia, por ejemplo, el Instituto V-Dem de la Universidad de Gotemburgo, que destaca en su último informe anual, entre otros asuntos, el aumento de países con niveles tóxicos de polarización. Según V-Dem, a escala global el mundo ha regresado a los niveles de democracia de 1989, cuando empezó una fuerte ola expansiva que se ha ido replegando en los últimos lustros.

Por otra parte, son muchas las encuestas de alcance internacional —por ejemplo, del Pew Center— que señalan niveles preocupantes de desconfianza en el sistema político democrático. Un estudio de la Universidad de Cambridge apunta al especial desapego en el seno de las generaciones más jóvenes.

“El panorama para la democracia a escala global no es halagüeño. La multiplicación de síntomas ominosos ha crecido muchísimo en los últimos años”, opina Kevin Casas-Zamora, secretario general de IDEA y exvicepresidente segundo de Costa Rica. “Los principales estudios en esta materia coinciden en mostrar una tendencia de deterioro”, dice Gerardo Berthin, vicepresidente de Freedom House responsable de programas internacionales.

LA RESILIENCIA

Pese a todas estas fragilidades, las democracias demuestran estos días rasgos de resiliencia. No solo por cómo se han sobrepuesto a los desafíos trumpista y bolsonarista, sino también por la calidad de algunos de sus resultados, por su persistente superioridad frente a las autocracias en múltiples ámbitos.

Al principio de la pandemia, muchos observaron las dificultades de las democracias comparándolas con la gestión china, que pareció más eficaz, y reforzó ciertos argumentos sobre los beneficios del modelo autoritario. Tres años después, China se halla empantanada en un complejo manejo de la crisis de la covid, mientras las democracias la han dejado a sus espaldas, con la brillantez farmacéutica en la producción de vacunas y con una reacción solidaria europea entre otros aciertos.

La guerra en Ucrania también evidencia la persistente superioridad militar de las democracias. La entrega de armamento de alcance limitado, el entrenamiento y suministro de información de inteligencia, han sido suficientes —junto con la valentía y la habilidad de las fuerzas ucranias— para frenar a una supuesta superpotencia como Rusia. Por otra parte, han demostrado un eficaz grado de coordinación entre ellas, y en el caso de las europeas —con la inestimable ayuda de una meteorología favorable— para sobreponerse al problema de la dependencia energética.

Estos rasgos de eficacia y vitalidad se suman a los cimientos inigualados de los proyectos democráticos, empezando por el respeto a la libertad del individuo y una plenitud de derechos sin parangón. Es preciso ponderar bien el significado de las protestas en China ante las brutales medidas de control pandémico, que indujeron un giro político con rasgos de pánico de las autoridades ante la ira ciudadana. O en Irán, ante la lamentable discriminación de las mujeres.

Pero estos elementos positivos no bastan para garantizar un futuro luminoso.

“Las demandas sociales están creciendo a una velocidad exponencial. La capacidad de responder no ha avanzado al mismo paso. Es esencial que las democracias apliquen su virtuoso mecanismo de autocorrección a esto: lograr reducir la brecha entre demandas y capacidad de responder”, dice Casas-Zamora, quien sostiene que es necesaria una reformulación del contrato social.

En la UE, el viraje de la austeridad posterior a la crisis de 2008 a la respuesta anticíclica frente a la pandemia se parece mucho a un intento de nuevo contrato social. “Las políticas de austeridad son peligrosas para la democracia. El Next Generation EU [plan de recuperación] es, sin duda, un movimiento de maduración en ese sentido”, dice Gerbaudo.

El sociólogo invita en cualquier caso a no subestimar los asaltos a las instituciones fracasados de EE UU y Brasil, o la red ultra desmantelada en diciembre en Alemania que pretendía dar un golpe de Estado. “No han sido exitosos y tienen rasgos pintorescos. Pero no debe infravalorarse lo que significa. Hay debate sobre si son aventuras fascistas o posfascistas. A mi juicio, recuerdan a esos movimientos de nacionalismo autoritario prefascista de finales del siglo XIX y principios del XX”.

Fuente: El Pais.com


GRAFICOS AL RESPECTO



 



INVASION DE UCRANIA. Recibir tanques, clave para que los ucranianos lancen una nueva ofensiva

 Estados Unidos y varios países europeos de la OTAN han abierto un nuevo capítulo en el aprovisionamiento de armamento a Ucrania, el de los blindados.

Desde el pasado diciembre se están sucediendo los anuncios de envío de blindados ligeros de combate y transporte de infantería a Ucrania.

Washington ha puesto en marcha el suministro de 50 unidades Bradley; Alemania, 40 Marder; además de Francia, que entregará los todavía más potentes AMX-10. Pero para que Ucrania emprenda una nueva ofensiva que le permita recuperar territorio perdido, necesita tanques. Sin estos, su ejército no avanzará, aseguran oficiales ucranios de la 3ª Brigada Separada Blindada y de la 92ª Brigada Mecanizada entrevistados por EL PAÍS en el frente de Járkov.

Los dos tanques que desea con urgencia Kiev son los Leopard alemanes y los Abrams estadounidenses. 

Los expertos aseguran que la mejor opción, por razones geográficas, son los Leopard, porque es el blindado pesado más común en la Europa continental —2.000 unidades, según datos del Financial Times. 

El problema es que, para su exportación, los países que cuentan con estos vehículos —entre ellos España— requieren por contrato de la aprobación de Berlín, porque han sido producidos en Alemania. 

El Gobierno de Olaf Scholz ha considerado hasta ahora que enviar tanques pesados sería elevar la tensión con Rusia, pero se ha abierto a dar la autorización si Estados Unidos hace lo mismo con sus Abrams. 

El Reino Unido anunció este sábado el envío de tanques Challenger 2.

Fuente:El Pais.com