Cinco pacientes con
síntomas de COVID-19 desde hace siete meses cuentan a RTVE.es como han cambiado
sus vidas
Fiebre, dolor muscular,
fatiga o dificultad respiratoria… lo que para algunos pacientes han sido
síntomas de COVID-19 durante unos 15 días, se ha convertido en una afección de
más de siete meses para otros, impidiendo incluso su reincorporación al trabajo
o a sus aficiones. Es lo que ha empezado a denominarse ‘COVID persistente’, una
situación que ya ha sido puesta en evidencia por la Organización Mundial de la
Salud y que un estudio publicado en la revista científica British Medical
Journal estima que podría afectar a un 10% de los contagiados de coronavirus.
De esta larga lista
de afectados forman parte Fátima, Sonia, Asier, María y Sílvia, cinco pacientes
que han descrito a RTVE.es cómo es su batalla diaria contra estas dolencias de
las que no se sabe cuándo remitirán ni el tratamiento. “Llevo más de 190 días
con fiebre y nadie me da una respuesta”, asegura en este caso Fátima, una joven
que forma parte de alianza Long Covid ACTS, formada por seis colectivos de
pacientes de Madrid, Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Andalucía que
reclaman visibilidad y una mayor investigación en el tratamiento.
“Llevo más de 190
días con fiebre y nadie me da una respuesta“
Los profesionales
sanitarios, a través de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia
(SEMG), también se han unido a esta petición y, aunque ya han elaborado un
primer kit de actuación profesional básica y grupos de estudio, advierten de
una nueva barrera: la puesta en marcha de estos proyectos en una sanidad ya
saturada por los nuevos contagios y en un contexto político sumido en las
discrepancias.
Fátima, de sanitaria
a paciente persistente
La persistencia de
síntomas de COVID-19 ha cambiado radicalmente la vida de Fátima. En tan solo
siete meses, ha pasado de trabajar como enfermera de UCI de contagiados de
coronavirus a paciente con síntomas persistentes a los que médicos aún no
encuentran explicación. “Es desesperante. A veces te levantas bien, pero otras
sufres recaídas muy fuertes y te lías a llorar”, cuenta.
“A veces te levantas
bien, pero otras sufres recaídas muy fuertes y te lías a llorar“
Esta andaluza de 31
años recuerda aún con claridad que fue el 10 de abril el primer día que
experimentó síntomas compatibles con coronavirus: fiebre, tos y escalofríos.
Desde entonces y hasta hoy ha sufrido una cascada de dolencias alternas que
incluyen disnea (falta de aire), problemas de riñón, taquicardias, fatiga y
afecciones dermatológicas por las que ha tenido que dejar su trabajo y
aficiones.
“Yo estaba sana antes
de la pandemia, hacía surf, yoga, corría… Ahora tan solo estirar en la
esterilla ya me da taquicardia y conducir me produce una fatiga totalmente
fuera de lo normal. Es muy limitante y la recompensa por hacer una actividad
que para otros es normal son días de cama para mí”, lamenta.
Fátima ha pasado de
enfermera a paciente con síntomas persistentes de COVID en siete meses Fátima
ha pasado de enfermera a paciente con síntomas persistentes de COVID en siete
meses
A Fátima le hicieron
varias pruebas para descartar otras enfermedades, así como PRC o test de
serología, sin embargo, todas daban negativo. Esto ha provocado que su primer
diagnóstico como sospechosa de COVID-19 para su baja laboral haya acabado
difuminándose hasta ser sustituida por el de fiebre o fatiga, dificultando el
reconocimiento de sus patologías como un accidente laboral.
“Es una doble lucha
constante. Tengo que enfrentarme cada día a la enfermedad, pero también a la
incomprensión de mucha gente. Piensan que es una invención y que los síntomas
no pueden durar tanto, pero es muy real y, por desgracia, cada día hay más
personas afectadas”.
Estos síntomas
también los comparte Alicia, una enfermera que relató en una entrevista a RNE
como el virus le ha dejado daños en el corazón, fiebre y dolores musculares
durante siete meses. “Mis hijas dicen que parezco una abuelita”, contó tras
pedir a los ciudadanos que no minusvaloren el riesgo de infección. “Ojalá la
gente supiera a lo que se está exponiendo”, añadió Alicia.
El colectivo
sanitario ha sido uno de los más afectados de la pandemia, siendo el número de
profesionales sanitarios con positivo superior a 66.000 hasta el 14 de octubre,
según la información proporcionada por el Ministerio de Sanidad. Además, se han
contabilizado 63 fallecidos hasta el 5 de junio.
Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - Siete
meses con síntomas de COVID19: "Mis hijas dicen que parezco una
abuelita" - Escuchar ahorareproducir audio06.08 minLas mañanas de RNE con
Íñigo Alfonso - Siete meses con síntomas de COVID19: "Mis hijas dicen que
parezco una abuelita" - Escuchar ahora
Pacientes que no
fueron ingresados y carecen de PCR
Sonia, por su parte,
es otra de las afectadas por esta dolencia. Tenía dos trabajos antes de la
pandemia, uno de ellos en un consultorio de veterinaria, pero no ha podido
reincorporase y ha sido despedida recientemente. Detectó los primeros síntomas
compatibles con la COVID-19 a principios de marzo "cuando algunos aún
pensaban que era una gripecilla fuerte", pero a causa del confinamiento y
la saturación del sistema sanitario no consiguió una PCR hasta meses después,
siendo ya el resultado negativo.
“Los meses de marzo y
abril lo pasé enferma en la cama, esperando que un día se me pasara, pero no ha
sido así, al contrario, cada día iba a peor”, recuerda. “Desde entonces mi vida
ha sufrido un giro de 180 grados. Antes de la pandemia había hecho alpinismo en
el Himalaya, he corrido maratones y ahora casi ni puedo dar un paseo de un
kilómetro”, explica Sonia que, además de la fatiga, sufre fiebre, visión
borrosa, pitodos en los oídos, ahogos y pérdidas de memoria o concentración.
Sonia practicando
escalada antes de la pandemia de coronavirus Sonia practicando escalada antes
de la pandemia de coronavirus
Ante la falta de
respuesta médica, Sonia también entró a formar parte del colectivo de afectados
en el País Vasco, con más de mil personas, para “avanzar en la lucha y que se
nos reconozca la enfermedad”. “Ahí nos dimos cuenta de que le pasaba a muchas
personas, con circunstancias y de lugares muy diferentes”, ha asegurado y
denuncia una situación de abandono por parte de los gobiernos a las que acusa
de querer “barrer las cifras debajo de la alfombra”.
“Los datos que vemos
ahora son solo la punta del iceberg, hay mucha gente enferma que, como yo, no
aparecemos en las estadísticas y que no se sabe cómo van a evolucionar. La
invisibilización traerá problemas peores", dice contundentemente.
Covid persistente,
síntomas que duran meses con PCR negativasreproducir video01.41 minCovid
persistente, síntomas que duran meses con PCR negativas
"Aún no hay tratamiento,
ni respuesta”
Estos meses tampoco
han sido nada fáciles para Asier, un trabajador del ámbito turístico, que
experimentó síntomas compatibles de coronavirus a primeros de marzo, cuando aún
no se había decretado el estado de alarma. Cuando fue al médico, tenía fiebre y
le diagnosticaron catarro, sin realizarle más pruebas. Poco después empeoró,
comenzó la tos y perdió mucho peso bruscamente, así como el olfato y el gusto,
por lo que finalmente se reconoció que podría tener COVID-19. Para aquel entonces,
sus padres, que vivían con él, se habían contagiado con coronavirus. Su padre
llegó a estar ingresado en el hospital y murió poco después sin que pudieran
despedirse.
“Pasaron los meses y
los síntomas no han remitido. Me dieron tratamiento psicológico y estoy de baja
por duelo y la fatiga, ya que no tuve PCR que pueda justificar que todo viene
de ahí, aunque las dolencias son claras”, explica. Además de su tragedia
personal, su salud y la situación laboral, Asier tampoco ha podido retomar
otras actividades como el ciclismo.
“He ganado
campeonatos, he subido algunas de las montañas más altas de España y he cruzado
bahías a nado, pero eso ahora es prácticamente imposible. Hago 10 km en la bici
y tengo que dar la vuelta”, lamenta. “He llamado a muchas puertas, pero siempre
es como darse contra un muro: aún no hay tratamiento ni respuesta”, explica
este joven vasco que sufre tripanofobia, es decir, miedo a las agujas y al que
hacerse las pruebas le cuesta el doble de trabajo.
A la espera de un
protocolo unificado que agilice las pruebas
Otras de las
pacientes afectadas son María, una valenciana de 26 años, y Sílvia, una
catalana de 52, quienes tampoco han podido volver a su vida anterior después de
experimentar los primeros síntomas de coronavirus a mediados de marzo. María, que
en aquel momento se encontraba en Nueva York trabajando, consiguió una PCR
positiva, pero pasaron los meses y no se recuperó.
“Todo empezó con algo
de fiebre. Pensaba que sería el discurso general de 'vas a estar 14 días
enferma', pero esta pesadilla no acaba más que empezar”, relata tras sufrir
posteriormente fatigas, taquicardias, conjuntivitis y fuertes dolores de
cabeza.
De vuelta en España,
comenzó “un circuito de pruebas básicas” que aún siguen haciéndole. “Es un
proceso largo y lento, mientras los síntomas siguen debilitándonos cada día”,
dice María, que pide protocolos unificados y comprensión para que “no tengas
que convencer a algunos médicos sobre lo que te pasa” y se puedan tratar los
síntomas por los cuales ha dejado de lado muchas de sus aficiones: hacer
ejercicio, cantar o incluso leer o ver películas.
“Si intento ver una
película o leer tengo que parar enseguida por las molestias“
“Tengo fatiga todo el
día, no puedo hacer grandes esfuerzos y si intento ver una película o leer
tengo que parar enseguida por las molestias”, relata y pide “responsabilidad” a
los ciudadanos para seguir las medidas sanitarias y evitar contagios. “Piensas que
lo vas a pasar, pero no sabes si es así o si te quedarán síntomas”, advierte.
El 10% de los afectados
por COVID sufre secuelas meses después de pasar la enfermedad. El 10% de los
afectados por COVID sufre secuelas meses después de pasar la enfermedad
En cuanto a Sílvia,
padece disfonía crónica desde marzo, así como otros síntomas de COVID-19. “Estuve
diez días teletrabajando porque parecía una faringitis, pero a finales de marzo
empezó una montaña rusa de síntomas. Fui tres veces a urgencias en plena
pandemia porque comencé a sufrir ahogos, me diagnosticaron una neumonía en un
pulmón izquierdo y me mandaron a casa. A partir de ahí, empezó la
conjuntivitis, la diarrea, manchas en la piel, el dolor muscular, la fatiga y
los problemas de memoria. Ahora soy como una señora de 80 años, tengo que
hacerme listas de todo”, cuenta.
Le realizaron la PCR
a los 85 días de los primeros síntomas y dio negativo, así como la serología,
sin embargo, su médico ha reconocido “una infección por COVID-19 con
sintomatología leve-moderada en seguimiento” y así lo refleja su baja laboral.
"Es el código B34-2 y es el que reclamamos para la baja de los compañeros
que están igual. No es un simple número, es el origen de lo que pasa, una
manera de contabilizar y ver el problema o establecer patrones”, explica
Sílvia, que forma parte del colectivo de afectados persistentes de Cataluña.
Sílvia que ha tenido
que dejar de bailar y de pasear con sus amigos por el monte los fines de semana
pide a la gente que “se tome en serio lo que ocurre”. “Hay que ponerse la
mascarilla, mantener la distancia de seguridad y lavarse las manos. Un pequeño
esfuerzo ahora puede evitarte mucho después, a ti, a tu familia y a todos. Ya
hemos visto que el virus no entiende ni de edad, perfil o condición”, aconseja.
Sílvia ha tenido que
renunciar a caminar por la montaña poor los síntomas persistentes de COVID-19
Sílvia ha tenido que renunciar a caminar por la montaña poor los síntomas
persistentes de COVID-19
Cien síntomas diferentes y una sanidad
saturada
Desde la SEMG, la
doctora y portavoz Rodríguez Ledo reconoce que aún "no hay mucha
información" sobre los factores que producen estas dolencias, aunque las
primeras hipótesis apuntan a que el virus podría poner en marcha "una
cascada de inflamación crónica que se expande por el organismo, dando lugar a
una pluralidad de síntomas, que incluso podrían llegar a ser de cien tipos
diferentes".
En cuanto al perfil
de los pacientes con dolencias, la doctora identifica dos tipos de afectados:
los que han pasado la enfermedad de manera grave y tienen secuelas que no van a
remitir- y que se corresponden generalmente con hombres mayores
pluripatológicos; y los persistentes, que pueden haber pasado la infección de
manera más leve, pero experimentan síntomas con una duración indeterminada y
que se manifiestan en su mayoría "en mujeres con una media de edad de unos
44 años".
Sobre la atención a
de los sanitarios, Rodríguez apunta a que la SEMG ha elaborado un protocolo
básico para orientar a los profesionales, una encuesta para determinar la
incapacidad de los síntomas y ha iniciado una colaboración con grupos de
investigación de Zaragoza y Alemania. “En una enfermedad a la que se le ha
asociado una mortalidad tan alta tendemos a infravalorar la situación cuando no
es de peligro vital, pero no sabemos si las dolencias podría empeorar. En este
caso, no debemos olvidar que son personas con vida laboral y familiar
generalmente muy activa y que dicen sentirse incapacitados a edades muy
tempranas”, advierte.
Como receta para este
problema, la sanitaria pide una mayor investigación, así como más recursos para
una atención primaria "ya saturada" por la llegada diaria de nuevos
casos. "Es muy importante tener registros claros y auténticos a nivel
nacional de lo que está sucediendo, pero también, aumentar la investigación y
difundir los resultados tanto a los médicos como a la sociedad en general”,
apunta para evitar que este problema acabe haciendose crónico en la sociedad
española que ya supera el millón de casos de coronavirus.
Fuente: rtve.es