27 de mayo de 2020

POLITICA. El mismo PP que destituyó (secundado por Ciudadanos) al comisario que dirigía las investigaciones por corrupción de la Gurtel y Bárcenas, pide ahora explicaciones por el cese de Pérez de los Cobos

El PP, Ciudadanos y Vox, con mucha hiprocresía por su parte, exigen además la dimisión de Marlaska pese a las prácticas ocurridas en el Ejecutivo de Mariano Rajoy
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha presentado este martes el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Guardia Civil en Madrid como una "remodelación" entre el personal de confianza y ha evitado relacionarlo con la investigación judicial sobre la posible relación de la manifestación del 8-M y el inicio del contagio de coronavirus, así como con la dimisión del DAO de la Guardia Civil, Laurentino Ceña.
Explicaciones que no han convencido al Partido Popular, que ha exigido la "destitución inmediata" de Marlaska, por lo que a su entender constituye el "ataque más grave a la independencia del Poder Judicial ocurrido en España en los últimos años”.
El partido que dirige Pablo Casado tacha de "arbitrario" el cese de Pérez de los Cobos, por "mantener la independencia y la integridad de la Guardia Civil en una investigación judicial que afecta directamente al Gobierno de la Nación", supone "el ataque más grave a la independencia del Poder Judicial ocurrido en España en los últimos años".
Graves acusaciones que realiza el Partido Popular pese a que en octubre de 2013 el Gobierno de Mariano Rajoy cesó al máximo responsable policial en los casos de corrupción, el comisario José García Losada.
Ceses en el Gobierno de Rajoy
La destitución de Losada se produjo por el malestar existente en la dirección política de la Policía, el Partido Popular, el Ministerio del Interior y el resto del Gobierno con las investigaciones de los casos Gürtel y Bárcenas. El hecho de que Losada no frenara informes que señalaban al PP y a algunos de sus máximos responsables provocaron su cese, según confirman desde su entorno.
Un año más tarde, en diciembre de 2014, el comisario José Luis Gudiña dejó la Brigada Central de Investigación del Blanqueo de Capitales y Anticorrupción para dirigir otra de mucho menos peso, la de Investigación del Banco de España. Su lugar al frente de las pesquisas más delicadas para el partido del Gobierno lo ocupó José Manuel García Catalán, de la máxima confianza de la cúpula policial elegida por el PP.
Fuente: elPlural.com
El Informe del coronel Pérez de los Cobos (por el que imputan a Jose Manuel Franco) es una combinación de errores, bulos y fake news de la derecha mediática.
El atestado está lleno de "errores de bulto, noticias tergiversadas, clamorosas omisiones, bulos ya desmentidos, además de algún salto al vacío"
El atestado realizado por la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid, en el que se basa la imputación por prevaricación administrativa del delegado del Gobierno en la región, José Manuel Franco, está lleno de "errores de bulto, noticias tergiversadas, clamorosas omisiones, bulos ya desmentidos, además de algún salto al vacío", según publica este martes eldiario.es. La jueza Carmen Rodríguez-Medel investiga si el Gobierno, pese a conocer los riesgos de contagios por covid-19, autorizó por razones políticas la manifestación del 8M en Madrid, que reunió a más de 100.000 personas.
En el informe de la Guardia Civil, se incluyen informaciones del periódico digital OkDiario, como la que recoge que el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, reconoció en unas declaraciones públicas que la gravedad del coronavirus se conocía desde el mes de enero. En rueda de prensa junto al ministro de Sanidad, Salvador Illa, explicó que los investigadores españoles empezaron a trabajar activamente desde que se conoció esta enfermedad, en el mes de enero. De estas declaraciones, el atestado policial concluye: "El Gobierno ya conocía desde el mes de enero la gravedad real de la epidemia del coronavirus".
Otra de las noticias incluidas en el informe son unas supuestas declaraciones del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, el 28 de febrero, publicadas en Redacción Médica. Simón admitió ese día que ya había "transmisión comunitaria". Pero eldiario.es subraya que Simón dijo exactamente lo contrario, tal y como puede leerse en la noticia que sigue publicada en Redacción Médica.
Junto al escrito de 81 páginas, los investigadores de la Guardia Civil entregaron en el juzgado un vídeo emitido por la página web de la cadena de radio Cope, sobre un bulo viralizado por PP y Vox durante aquellos días y que acusaba a las ministras presentes en la marcha del 8M de portar guantes para protegerse de contagios porque ua sabían que el covid-19 campaba a sus anchas. Se obvia que imágenes de otros años muestran que asistentes portan guantes de color morado de forma simbólica.
   A la hora de analizar los claros avisos de los organismos internacionales ignorados por las autoridades españolas, el informe fecha la declaración de la pandemia por la Organización Mundial de la Salud el 30 de enero de 2020, cuando en realidad tuvo lugar casi mes y medio más tarde, el 11 de marzo, tres días después del 8M. 
   El atestado confunde la declaración de pandemia, que en unas horas motivó la declaración del "Estado de Alarma", con la declaración de emergencia sanitaria internacional.

Más información
Fuente: InfoLibre.es

CORONAVIRUS. La posverdad del PP y Vox respecto de la pandemia.



“La derecha española cree hoy que la libertad es sustraerse de lo común; es perverso”.
FOTOS. (fila superior) manifestación organizada por Vox (la Vanguardia 24-5-2020).
FOTOS (fila inferior) protestas o celebraciones alentadas por Vox y PP.
Todo ello en “Estado de Alarma”, en evidente riesgo de rebrote epidémico y claro desprecio a los sanitarios que dieron su vida en la lucha contra la epidemia y al resto de la ciudadanía.

El filósofo bilbaíno Daniel Innerarity (Bilbao, 1959) publica esta semana Pandemocracia (Galaxia Gutenberg), un libro en el que aborda los errores cognitivos cometidos en esta crisis vírica: no es una guerra ni una cuestión de comportamiento personal, sino que pone al descubierto las deficiencias estructurales del sistema. Una crisis que no es el fin del mundo pero sí de un mundo con certezas en el que nos sentíamos invulnerables y autosuficientes.
Partimos de que la confianza entre los actores políticos está bajo mínimos y en el subconsciente político del país se cree que los cambios de verdad se han dado siempre por una catástrofe bien aprovechada: los atentados de Atocha, la crisis económica. Y la aceleración del ritmo político hace que los líderes al mando perciban que sólo tienen un tiro disponible y genera un comportamiento ansioso. Luego, la derecha española ha tenido varios formatos, ha sido conservadora, tecnocrática, nacionalista, pero nunca había estado muy interesada en los derechos individuales. Ahora vive un desplazamiento muy curioso: ha adquirido los rasgos del libertarianismo estadounidense. Casado ha acusado a Sánchez de dictadura constitucional. La sospecha de que el confinamiento es una represión injustificada de la libertad como si no hubiera un riesgo fuertísimo fuera. La derecha en España tiende a pensar hoy que las libertades individuales sólo son reales cuando se sustraen de lo común y es una idea muy perversa. Libertad es que no haya dominio de unos sobre otros. Hoy salir a la calle sin protección adoptando conductas de riesgo es una forma brutal de ejercer dominación sobre los demás.
El mundo de hoy, remarca, es muy complejo por las crecientes interacciones de todo tipo. Un mundo común y frágil donde debemos aceptar nuestra ignorancia y en el que esta crisis ha mostrado que la globalización no tenía instrumentos de protección acordes a las amenazas a que nos expone. El camino para prosperar pasa por avanzar, dice, en la gobernanza global. Las medidas de cierre son inútiles en un mundo de destinos compartidos.
Afirma que hemos repetido los errores del 2008 al interpretar esta crisis. ¿Por qué?
El ser humano coge del repertorio conceptual lo primero disponible, pero vivimos en sociedades donde hay más disrupción que cambio y muchas situaciones inéditas donde la experiencia pasada no vale. Se explicó la crisis del 2008 a partir de comportamientos individuales, gente que vivía por encima de sus posibilidades o banqueros estafadores, y no de fallos sistémicos. Y en la actual pandemia el abordaje a nivel europeo fue al inicio muy claro: el esquema explicatorio de irresponsabilidad financiera de ciertos países, como si que el coronavirus haya tenido especial incidencia en los países del sur tuviera que ver con algún problema moral de mal comportamiento. Luego está la aplicación de categorías bélicas para entender esta pandemia: no tenemos una narrativa adecuada. Y eso explica muchos fallos. Si se instala la lógica de la guerra, los que están en la oposición sospechan que los gobernantes quieren procurarse una ventaja electoral. Cuando lo que estamos es ante una excepcionalidad que requiere no tanto suspender el pluralismo político como suavizar el elemento competitivo de toda sociedad pluralista.
¿Eso es una enmienda a lo que ha hecho la oposición en España?
Partimos de que la confianza entre los actores políticos está bajo mínimos y en el subconsciente político del país se cree que los cambios de verdad se han dado siempre por una catástrofe bien aprovechada: los atentados de Atocha, la crisis económica. Y la aceleración del ritmo político hace que los líderes al mando perciban que sólo tienen un tiro disponible y genera un comportamiento ansioso. Luego, la derecha española ha tenido varios formatos, ha sido conservadora, tecnocrática, nacionalista, pero nunca había estado muy interesada en los derechos individuales. Ahora vive un desplazamiento muy curioso: ha adquirido los rasgos del libertarianismo estadounidense. Casado ha acusado a Sánchez de dictadura constitucional. La sospecha de que el confinamiento es una represión injustificada de la libertad como si no hubiera un riesgo fuertísimo fuera. La derecha en España tiende a pensar hoy que las libertades individuales sólo son reales cuando se sustraen de lo común y es una idea muy perversa. Libertad es que no haya dominio de unos sobre otros. Hoy salir a la calle sin protección adoptando conductas de riesgo es una forma brutal de ejercer dominación sobre los demás.
En Pandemocracia dice que se acaba un mundo. ¿Cuál?
No se acaba el mundo, pero sí un mundo de certezas, individuos autosuficientes, varones, por cierto, y de comportamientos estancos. Entramos en un espacio que da vértigo pero nos obliga a una evolución del pensamiento. Primero, a una revolución en los conceptos para comprender la sociedad, que aún son newtonianos. Y segundo, a cambios en nuestra manera de entender nuestras interacciones. Debemos pensarnos más como sujetos que se protegen colectivamente de riesgos muy diferentes a los de la sociedad industrial y que deben entrar en lógicas de poder más cooperativas y menos competitivas. En la sucesión de crisis que nos asaltan desde finales del siglo pasado, climática, ecológica, migratoria, financiera, europea y ahora sanitaria, hay un hilo común: entramos en horizontes de ignorancia insuprimible y debemos entendernos como sujetos cuya clave es organizar bien su interacción.
Quiere decir que las crisis se suceden porque hemos creado sociedades muy complejas.
Sí, todas esas crisis son el resultado de una complejidad sistémica que no terminamos de entender. Hay crisis climática porque la interacción de nuestros comportamientos en términos de consumo, movilidad, producción industrial, genera un resultado final catastrófico, no porque aisladamente nuestro comportamiento sea perverso, lo malo es la interacción. Hay crisis financiera porque hay debilidad sistémica de la gobernanza económica global y no se puede reconducir con comportamientos individuales de consumidores o banqueros. Por citar la famosa frase de “Es la política, estúpido”, o “Es la economía, estúpido”, hoy “Es la interacción, estúpido”.
La otra crisis de la que habla es la de la globalización. ¿Cómo va a cambiar?
Ha habido desequilibrios. Así, se ha globalizado mucho el mundo económico y muy poco el político. Ya nos podía haber China globalizado la información sobre el virus en su momento y no habernos regalado mascarillas a destiempo. Si hay globalización financiera tiene que haber mayor y mejor regulación política. Si hay globalización de la contaminación, también de los instrumentos para hacerle frente. Si hay globalización de las crisis sanitarias, tiene que haber instituciones a nivel mundial con recursos para enfrentarlas. Se producirán muchos debates sobre la escala de la globalización, qué ámbito de decisión es el más adecuado para gestionar qué tipo de riesgos. Y habrá fenómenos de retracción y también de más globalización.
¿Lo que denomina glocalización sostenible?
Es muy probable que hayamos descubierto con la pandemia que no era buena idea deslocalizar la producción de tantas cosas, algunas estratégicas en momentos de crisis. Al mismo tiempo, veremos que hay que hacer mayor transferencia de soberanía a planos internacionales o globales. Habrá debate sobre la OMS y, respecto a las vacunas, habrá que decidir cuáles son los bienes comunes de la humanidad que no pueden estar sometidos a la ley del mercado.
¿En esta crisis es el autoritarismo chino el ganador?
Los regímenes autoritarios se pueden permitir actuaciones brutales con mayor facilidad, como el confinamiento, pero carecen de un recurso de las sociedades democráticas: buena información. El sistema autoritario se priva del libre flujo de información y de la crítica. A corto plazo, ofrece ventaja competitiva. A largo, es una rémora. No conocemos los datos reales en China, pero no me extrañaría que esto haya producido un deterioro del régimen. Un sistema político que interpreta la discrepancia como ilegítima y mete en la cárcel al que da la alerta no está a salvo de cometer las mayores estupideces. La democracia es más inteligente.
¿Qué pasa con el populismo?
Es una situación muy ambivalente. Podemos salir en una dirección y en la opuesta. Hay gente que cree que hay que salir con un green new deal y otros se reconfortan por la efectividad del cierre de fronteras. La pandemia da un golpe duro al populismo por despreciar tres cuestiones que se revalorizan: el saber experto, la lógica institucional y la idea de comunidad global. Pero a la vez se produce un caldo de cultivo, una turbulencia, que pueden aprovechar.
En su libro, apuesta por una mayor gobernanza global.
Sería lógico frente a las amenazas globales, pero la historia humana no es la de la lógica, y no me creo eso de que las crisis son oportunidades, porque crisis de gran envergadura se llevaron imperios, instituciones y grupos sociales de los que no tenemos casi noticia. Aprendemos de las crisis, pero con lentitud y no con la profundidad que requeriría la situación.
La filosofía está reaccionando a esta situación a toda velocidad.
En mi caso, se trataba de ver si el marco desarrollado durante 20 años funcionaba en esta crisis. Aun así, soy muy crítico con algunos filósofos que han aplicado el viejo recetario sin ninguna reflexión original y han sustituido el análisis por la arenga. Giorgio Agamben diciendo que esta situación demuestra que estamos en un estado de excepción cuando hay un estado de alarma porque no vivimos en él. O el enésimo anuncio de Zizek de que es el final del capitalismo. Lo lleva diciendo mucho tiempo sin ningún argumento nuevo. Es parte de cierta payasada filosófica que los lectores no se merecen.
Fuente: laVanguardia.com