El Gobierno ruso espera suavizar el desplome de los ingresos por hidrocarburos con un nuevo sistema impositivo para sus petroleras. Los gastos se han disparado un 34% un año después de comenzar la ofensiva
Tres meses son insuficientes para hacer un pronóstico sobre la economía rusa, pero el primer tramo del año apenas ha dejado margen al Kremlin para el resto de 2023 si no hay un cambio de rumbo.
El Ministerio de Finanzas ruso ha
cifrado su desequilibrio presupuestario de enero a marzo en 2,4 billones de
rublos, unos 27.000 millones de euros al devaluado cambio actual y algo más del
82% de objetivo de déficit previsto para 2023, unos 2,9 billones de rublos. Su
costosa invasión de Ucrania y el desplome de los ingresos de los hidrocarburos
por las sanciones explican un agujero cada vez más grande, el cual Moscú espera
subsanar con un nuevo sistema de impuestos a sus petroleras.
“La aclaración del nuevo mecanismo y la reducción gradual de los
descuentos en los precios del barril de los Urales contribuirán a la
recuperación gradual de los ingresos fiscales del sector petrolero,
especialmente en la segunda mitad de este año”, ha prometido el Ministerio de
Finanzas ruso a través de un comunicado. Según sus cálculos, los ingresos por
la venta de crudo y gas, 1,6 billones de rublos, se han hundido un 45% respecto
al primer trimestre de 2022, aunque entonces Moscú se benefició del sobreprecio
que alcanzó el gas al pujar muchos países por este recurso ante el temor de
quedar desabastecidos al inicio de la guerra.
Las sanciones al crudo ruso se hicieron esperar hasta este año. La Unión
Europea, Estados Unidos y otros países occidentales aprobaron en diciembre un
tope de 60 dólares al precio del barril de petróleo ruso que se transporta por
mar, y ello ha obligado a las petroleras rusas a asumir los sobrecostes de su
transporte, tanto con la contratación de barcos fantasma como al costear sus
seguros. Esta situación se ha trasladado al mercado que tomaba como referencia
el Ministerio de Finanzas para aplicar sus impuestos, el barril de los Urales.
Este índice ruso aplica los descuentos de más de 20 dólares en su cotización
respecto al Brent y, por ende, ha reducido la tributación de las petroleras que
nutren las arcas de guerra del Kremlin.
Moscú ha capeado el temporal aplicando una nueva regla financiera que
permite al Banco Central de Rusia recurrir a las reservas que no han quedado
congeladas, especialmente oro y yuanes, para cubrir los ingresos perdidos de la
venta de hidrocarburos estos meses. “Esto garantiza la estabilidad del sistema
presupuestario”, asegura el Ministerio de Finanzas.
Moscú observa un brote verde en los ingresos ajenos a los hidrocarburos.
Estos, que aportaron cuatro billones de rublos a sus finanzas entre enero y
marzo, se redujeron un 4% respecto al mismo periodo del año anterior. “La
dinámica en la recepción de estos ingresos y la financiación de los gastos
indican una normalización gradual de la ejecución del presupuesto federal”,
valora el Ministerio de Finanzas.
La guerra desatada contra Ucrania el 24 de febrero de 2022 ha disparado
los gastos del Gobierno un 34% en el primer trimestre respecto a los tres
primeros meses de aquel año. No obstante, la ejecución de este dispendio se
concentró en enero y febrero, pues en marzo apenas se elevó el gasto un 4%
respecto al mismo mes de 2022. Moscú, que por ley ha codificado como secretas
gran parte de las partidas presupuestarias por la invasión, no especifica en
qué se empleó aquel dinero. Como comparación, Rusia se apuntó un superávit de
1,1 billones de rublos, más de 13.000 millones de euros, en el primer trimestre
de 2021.El rublo se debilita al nivel previo a la guerra
Las sanciones y la situación económica general del país están haciendo
mella en la capacidad para obtener otras divisas, como el dólar y el euro, cuya
cotización se ha disparado en las últimas semanas en el mercado ruso hasta
alcanzar los niveles registrados al inicio de la guerra. El euro cotiza de
nuevo por encima de los 90 rublos cuando el pasado verano rondaba los 55 debido
al minicorralito impuesto por el banco central que dirige Elvira Nabiúllina.
“El mercado esperaba un debilitamiento del tipo de cambio del rublo desde
principios de año, pero no a esta velocidad. Su última caída se produce en un
aumento de los precios del petróleo y de sus exportaciones por alta mar, junto
con una mejor confianza en el comercio internacional”, apunta un análisis de
mercados de la sociedad de inversiones rusa Loko—Invest.
La firma apunta a que el rublo ha perdido su fortaleza del pasado año al
desaparecer el superávit de divisas que acumuló en los primeros meses de la
guerra gracias al encarecimiento de las materias primas. Ello, sumado a la
marcha de muchos inversores foráneos y a “la demanda de moneda extranjera por
parte de la población rica y de quienes han huido del país”, ha disparado las
peticiones de euros y dólares. “Los medios están copados de noticias sobre no
residentes que hacen cola para vender sus negocios y retirar sus fondos del
país. El proceso es extremadamente opaco, y en un mercado de divisas poco
líquido, esto provoca volatilidad en el tipo de cambio”, añade la compañía.
El ministro de Finanzas ruso, Antón Siluánov, quitó hierro a la
fluctuación del rublo frente a unas divisas que han perdido interés para un
Kremlin orientado totalmente hacia el yuan de su socio chino. Según el alto
cargo, Moscú no intervendrá en la cotización de la moneda rusa. “Se deba al
aumento de las importaciones o a la reducción de los ingresos por las
exportaciones, nuestro curso se adhiere a los principios del mercado y (el tipo
de cambio) flota libremente ante las condiciones económicas externas
cambiantes”, subrayó Siluánov.
Fuente: El Pais.com