Tras años de intentos frustrados por controlar internet
dentro de sus fronteras, parece que el Kremlin podría estar cerca de
conseguirlo gracias a la ayuda del gigante asiático
Rusia quiere mejorar su capacidad de censurar internet, y para ello ha pedido ayuda a China. El "Gran Cortafuegos" chino es la envidia del régimen de Putin, que durante mucho tiempo ha temido que el auge de activismo político disminuya su poder. El Gobierno lleva años desarrollando un sistema para filtrar internet dentro de su país, pero no es tan completo como el chino, y muchas empresas con sede en Estados Unidos han burlado las reglas del Kremlin.
Ahora eso está cambiando. En junio, el Gobierno ruso
promulgó una serie de medidas, las leyes de Yarovaya, que obligan a las
empresas de telecomunicaciones locales a almacenar todos los datos de los
usuarios durante seis meses y guardar los metadatos durante tres años. Y si las
autoridades lo solicitan, las empresas han de proporcionar las llaves para
desencriptar comunicaciones encriptadas. Los grupos de defensa de los derechos
humanos se quedaron horrorizados. Edward Snowden, que está refugiado en Rusia,
calificó el paquete como "la ley de Gran Hermano".
Ha habido cierto nivel de escepticismo sobre si las leyes son válidas o no. En el pasado, Putin ha llegado a decir que el Gobierno ruso no tiene autoridad para bloquear el acceso a las páginas web, y que aunque lo intentara, algunos han argumentado que carece de la capacidad técnica de hacerlo.
Pero este mes la agencia reguladora de comunicaciones
rusa, Roskomnadzor, bloqueó el acceso público a LinkedIn. Afirmaba que el sitio
violaba una ley de 2015 que requiere que las empresas de internet almacenen los
datos personales de los usuarios en servidores ubicados en Rusia.
Ahora ya ha quedado claro que Rusia ha estado trabajando con las autoridades encargadas de censurar internet en China para importar algunos aspectos del "Gran Cortafuegos" que lo han hecho tan eficaz. Según The Guardian, los dos países llevan bastante tiempo manteniendo conversaciones detalladas, y el fabricante de hardware chino Huawei ha sido reclutado para ayudar a las empresas de telecomunicaciones rusas a desarrollar la capacidad necesaria para cumplir con las leyes de Yarovaya.
No está claro si estos movimientos representan una
censura políticamente motivada o un intento más amplio de alinear las empresas
extranjeras con el sentimiento de "soberanía digital" de Rusia.
Aunque en algunos sentidos da igual, puesto que son dos caras de la misma
moneda. Está claro que Putin y sus tenientes intentan ejercer un control mayor
sobre las vidas digitales de los ciudadanos rusos. Algo para lo cual, de forma
muy interesante, existen bastantes apoyos públicos dentro del país.
Fuente: MIT
Technology Review