Google, Amazon, Apple, Facebook... El Ministerio de
Hacienda ha abierto inspección a la mayoría de los gigantes tecnológicos que
operan a través de filiales en España. Incluso Uber, que con sede en Holanda no
ha cumplido aún un año en España, está bajo la lupa. Hasta ahora, como en el
resto de los países europeos que tratan de que el mundo digital juegue con las
mismas reglas que sus rivales, no hay resultados.
A los gigantes estadounidenses la disparidad de
criterios fiscales en la Unión Europea les sorprende, pero sacan un gran
provecho de ella. Google, que domina un mercado de la publicidad on line en
España superior a los 1.000 millones de euros gracias a su cuota del 97% como
agregador de contenidos declaró el año pasado ingresos de 52 millones de euros,
con un beneficio neto de 4,05 millones de euros y una factura fiscal de 1,7
millones de euros, similar a la de una pyme. En realidad, el negocio de la
filial española fue únicamente cobrar una comisión a Google Irlanda, que se
llevó la gran parte del negocio para tributarlo después en Bermudas. La
situación, con todo, supuso una notable mejora respecto a ejercicios anteriores
cuando el pago de impuestos de una empresa en pérdidas (-74.683 euros) apenas
superaba los 30.000 euros, una cifra equivalente a un pequeño comercio.
«Google cumple con la ley fiscal en todos los países
donde opera», señala la empresa en un argumento que es global. «Si a los
políticos no les parecen bien estas leyes, tienen el poder para cambiarlas.
Nuestra tasa impositiva real a nivel global fue del 20,4% en los tres primeros
trimestres de 2014, equivalente a 2.600 millones de dólares. La mayor parte lo
hemos pagado en Estados Unidos, que es donde tiene su origen nuestro negocio».
El discurso de Diego Piacentini, vicepresidente de
Amazon, es similar. La empresa que más productos distribuye en España en
internet registró pérdidas el año pasado de 1,5 millones de euros. «Europa es
un único mercado. Si dentro del mercado un país ofrece mejores condiciones
fiscales, allí vamos. Somos paneuropeos y tenemos nuestra central, una sede
real, en Luxemburgo. Si la UE cambia las normas, nosotros cambiaríamos».
Aunque un cambio de normativa como el que impone
Londres afectará a multinacionales de todos los sectores, el objetivo parecen
las tecnológicas estadounidenses, todas ellas con el mismo esquema fiscal:
desde Apple, que en 2011 superó ya a Exxon como empresa más capitalizada del
mundo a Uber cuyo valor ha superado 30.000 millones de euros en apenas un año.
En general, pocos dudan de que el mundo de los negocios en el futuro sea
digital. Ni siquiera su creciente número de rivales directos -desde los medios
de comunicación a operadoras, pasando por cadenas de distribución, bancos,
hoteleros o taxistas-pueden discutir la ventaja tecnológica. Pero en lo que se
refiere a la factura fiscal, Bruselas recibe cada vez más presión para resolver
el desequilibrio, legal hasta ahora, de las reglas del juego.
Fuente: El Mundo.es