Feijóo dejará por bueno a cualquier otro líder anterior del partido popular, dado el rechazo que genera entre los votantes del grupo popular, y que está convirtiendo al PP en una mala copia de Vox y en una caricatura de sí mismo.
El
diagnóstico es compartido por medios tan dispares como El País y El Mundo, Feijóo se hunde, y el gran beneficiado es Santiago Abascal. El barómetro de
40dB revela que el PP marca su peor dato desde las generales de 2023, mientras
Vox crece. La estrategia de mimetizar el discurso ultra no ha frenado las fugas
de votantes, las ha multiplicado.
El
CIS de la semana pasada fue aún más contundente, el PSOE se dispara nueve
puntos por delante del PP. Los populares obtendrían su peor resultado en toda
la legislatura, su mínimo desde marzo de 2022 y casi diez puntos por debajo del
resultado electoral de 2023. Un dato clave: el 10% de los votantes del PP ya
prefiere a Abascal.
Pero
hasta el ABC, poco sospechoso de ser de izquierdas, pronostica en su última
encuesta el desplome del PP y la subida de Vox a costa de los de Feijóo y le
achacan a su menguante líder, la responsabilidad por la pésima estrategia seguida por el partido.
Los
números no mienten. El PP pierde intención de voto y credibilidad. En lugar de
ampliar su base electoral, la reduce. Vox se alimenta de cada error, de cada
silencio, de cada concesión. La tibieza con Abascal ha tenido un precio, “el
votante ultraconservador prefiere el original”
Razones
de peso para el hundimiento de Feijóo y del PP
Pero
el retroceso de Feijóo no se limita a Vox. También lo arrinconan desde dentro.
Ayuso lo ningunea sin reparos. Lo desautoriza públicamente cuando le conviene y
nunca ha rendido cuentas por los múltiples escándalos que rodean a su gobierno
en Madrid. Un líder firme exige responsabilidades y marca límites. Feijóo, en
cambio, calla. ¿Qué teme de Ayuso? ¿Por qué evita confrontarla? La respuesta es
clara, carece de liderazgo.
Otro
ejemplo es Mazón en la Comunitat Valenciana. Tras la mayor tragedia
meteorológica reciente, con más de 200 muertos, nadie ha aclarado su paradero
durante las horas críticas. Mientras tanto, sus presupuestos pactados con Vox
recortan fondos para combatir la violencia de género y priorizan propaganda
institucional. ¿Y Feijóo? Silencio cómplice. Ni una crítica. Ni una exigencia. Prefiere
mirar hacia otro lado antes que enfrentarse a sus barones territoriales.
El
resultado es un PP dividido, débil y entregado a la ultraderecha. Desde el
primer día, Feijóo permitió que Vox entrara en gobiernos autonómicos y
municipales. Con ello, legitimó sus discursos y facilitó políticas que suponen
un retroceso en derechos y libertades. Han desaparecido recursos para la
igualdad, la memoria democrática, el colectivo LGTBI o la cultura. Todo con la
complicidad silenciosa de Feijóo. Hoy, el PP es rehén de Vox. Y Abascal lo
sabe, puesto que, cada día que pasa, la sangría de votos populares le favorece.
De las consecuencias del fracaso de la estrategia del PP de Feijóo
En Europa, la debilidad de Feijóo resulta más evidente cada día, donde las visitas a Bruselas de éste, son aprovechadas para desacreditar a España. Ha llegado a pedir que se bloqueen fondos europeos, ha augurado catástrofes económicas que nunca ocurrieron y ha despreciado medidas como la excepción ibérica, que alivió la factura eléctrica de millones de hogares.
El
resultado es el aislamiento. Dentro del Partido Popular Europeo, Feijóo genera
desconfianza. España, una de las principales economías del continente, tiene un
líder de la oposición irrelevante, sin aliados ni propuestas. Un fracaso de
proporciones históricas.
Tampoco
en el Congreso el PP ha sabido construir una alternativa. Se ha opuesto a la
revalorización de las pensiones, a la subida del salario mínimo, a las ayudas
al transporte, a las becas, a la Ley de Dependencia y a las medidas contra la
inflación. A todo vota en contra.
La
contradicción es escandalosa, exige presupuestos al Gobierno central mientras
guarda silencio ante las sucesivas prórrogas presupuestarias en comunidades
gobernadas por el PP. Ayuso ha prorrogado tres veces las cuentas en Madrid;
Mañueco lleva cinco prórrogas en seis años en Castilla y León. Pero esas
incoherencias se tapan criticando a Sánchez, naturalmente.
Así,
Feijóo se encamina a ser el líder menos reconocido de la historia del Partido Popular. Ni
Aznar despertó tanto rechazo. Su legado será el de un dirigente sin autoridad,
sin proyecto y sometido a la ultraderecha. Hoy, es el líder nacional peor
valorado, incluso entre sus propios votantes. Abascal lo supera en popularidad.
Tres
años después de llegar a Madrid, sigue sin presentar un plan de país. No tiene
propuestas económicas, sociales ni medioambientales reconocibles. Su discurso
es plano, su hoja de ruta, inexistente. Su única consigna es que Sánchez se
marche. Pero eso no es un proyecto político: es una queja sin alternativa.
El
colmo es su supuesta defensa de la patria. Feijóo ha permanecido en silencio
ante las amenazas de Trump que perjudican sectores clave de la economía
española. No ha defendido a nuestros agricultores, ni a nuestros exportadores,
ni a nuestra soberanía comercial. Su patriotismo es puro postureo y gesto vacío.
Gobernar
implica sumar, proponer y construir. Feijóo, sin embargo, ha optado por la
confrontación como único eje. Cambia de opinión según sople el viento, lanza
mensajes contradictorios, alimenta la crispación y se limita a dividir. Su
política es la el “cuanto peor, mejor”.
Y
eso tiene consecuencias. Mientras el Gobierno ha subido pensiones y salarios,
ha aprobado becas, defendido los servicios públicos y combatido la inflación,
el PP ha votado en contra de todo. No por ideología, sino por cálculo. Por
miedo a que Sánchez acierte, lo cual es bastante triste.
Del
futuro de Feijóo, del PP y del gobierno de España
La pregunta es obvia, ¿Feijóo merece seguir al frente de PP? Y la respuesta resulta evidente, NO.
Por que, primero no le respalda su partido, segundo no lo apoyan sus socios europeos y tercero sus votantes huyen del partido. Además no lidera, ni propone, ni convence. Su discurso, copiado de la ultraderecha, ha quedado reducido a lanzar continuos insultos.
La
derecha parte del supuesto de que solo ellos tienen derecho a gobernar. Feijóo
representa esa visión, con el eslogan, "si no nos votas, estás equivocado". Desde esa lógica
autoritaria, justifican sus mentiras, su radicalización, su desprecio a las
urnas y finalmente su rechazo a la democracia.
Pero el futuro de España no pasa por Feijóo, ni por un partido popular chantajeado por Vox. Pasa por un proyecto que defienda el empleo, la convivencia, el progreso y un Estado del Bienestar fuerte.
Ese proyecto existe, y tiene nombre y apellido, es el PSOE de Pedro Sánchez.
Fuente:
El Plural.com
POSDATA
Los tres tenores dan el cante.
CONCLUSIÓN
Se siente vergüenza ajena al oír a estos políticos,
negando el genocidio en Gaza, como si no fuese con ellos. Pues al ver en tiempo
real, como el gobierno isarelí ha dejado morir de hambre a mil niños gazatíes (y
otros 19.000 niños que morirán en los próximos días), a una persona normal se le
revuelven las tripas. Pero los del PP y Vox, parecen máquinas, pues no tienen emociones, ni sentimientos, ni humanidad.
Miedo da que alguien así pueda gobernar en España.
Ni siquiera les ha influido el informe de la ONU al respecto, que a nivel global, según se dice, parece ser todos los fascistas lo utilizaron como papel higiénico.
Por lo cual entiendo que tenemos un grave problema, para nada menor, que en mi modesta opinión, nos acerca a todos un poco más a la tercera guerra
mundial. Ya pasó en el siglo pasado, antes del inicio de la segunda guerra mundial, pues el odio mueve montañas, manipulando voluntades.
Pero los tres de la foto anterior son tan ignorantes que no ven, que si el Presidente del Gobierno adelantase la convocatoria de las elecciones generales, cualquiera de ellos que se presentase a las mismas, sacarían menos votos que Casado en su peor momento. Pues aunque el odio mueve montañas, los que lo provocan no suelen ganar las elecciones, porque siempre cometen algún error de estrategia política, como negar los genocidios, que va en contra de derechos humanos fundamentales, como es el derecho a la vida.
Y eso, siento decirles, solo los fascistas lo perdonan, y hasta donde yo sé, aún no son mayoría absoluta en este país.
Fuente: Redacción