Casado está a punto de cumplir 3 años y medio al frente del PP, con 16 elecciones perdidas, una oposición que se fija en Vox, un sube y baja en las encuestas a la sombra de Feijóo y con el firme propósito de provocar la caída del Gobierno.
Vuelve la derecha más a la derecha del
Partido Popular, con el expresidente Aznar y Esperanza Aguirre como maestros de ceremonias.
La derecha “sin complejos”, vendía Casado, con una única obsesión: volver a
atraer a los votantes que se habían escapado a Vox y Ciudadanos.
Pero a la vez salía un Partido Popular
herido, que no estaba acostumbrado al invento de las primarias. También la
derecha podía ser cainita, derribándose otros mitos como que era el partido con
más afiliados de toda Europa al tener que reconocer su verdadero censo.
De eso han pasado casi 3 años y medio,
16 elecciones perdidas y una pandemia por medio, casi nada. En los primeros
meses, Génova 13 siempre decía que Casado llevaba poco tiempo, que había cogido
al partido en un momento malo y que pagaba por la vieja corrupción. De ahí
justificaron descalabros como haber obtenido el peor resultado electoral de su
historia en las elecciones de abril del 2019. Pero el joven Casado ya
lleva 3 años y pico sentado en el despacho más grande de la sede y no tiene
excusas. ¿Cómo está hoy el líder? ¿Cómo está el partido?
Casado lleva meses jugando con la doble moral: se presenta como hombre de Estado pero a la vez votaba contra los decretos del estado de alarma e intentaba hacer caer al Gobierno,
criticaba la falta de libertad y una supuesta deriva autoritaria de Sánchez, pero pedía que Moncloa actuase ante los rebrotes cuando las autonomías
tenían las competencias, se define como moderado tras el 12-J pero hace a la
vez una de las oposiciones más duras de toda Europa, menosprecia los
movimientos del Gobierno en Bruselas y habla de patriotismo mientras envía informes a la Comisión cuestionando el Estado de Derecho en España, y mantiene el no a la convalidación en el Congreso de la Reforma Laboral (pactada por Gobierno y agentes sociales) e incluso
amenaza con boicotear la gestión de los fondos europeos judicializándolos. Un partido roto, a la derecha de Vox, será su triste legado para la posteridad.
Dentro de su partido, el ala más
moderada se muerde los labios cuando acerca su discurso a Vox -el sector
crítico piensa que la gente compra al final el original- y cuestiona figuras
polémicas como Cayetana Álvarez de Toledo o Isabel Díaz Ayuso, pero en Génova
13 confían que las encuestas vayan remontando, cale el discurso de unificar a
la derecha y el Ejecutivo de Sánchez se desgaste ante la crisis económica que se nos viene encima.
Elecciones generales son última oportunidad de Casado y si falla, Feijóo calienta en banquillo
Un dirigente del PP que ha acompañado
a Casado desde las primarias hace este balance: “Ciertamente no han sido años
fáciles. Y Pablo es el presidente que se ha encontrado con una situación más
complicada que Aznar o Rajoy. Un centro derecha fragmentado en un momento de
mucha polarización pero también de competencia por el espacio político”. “El
partido esta en medio de un proceso de renovación territorial que será
fundamental para afrontar la próxima etapa”.
Una de las obsesiones de Casado
durante este tiempo ha sido Vox. El miedo al sorpasso y la estrategia para
recuperar a los votantes perdidos. Con un discurso que a veces no se distingue
de la extrema derecha y que deja mucho hueco en el centro. Por ahora en Génova
13 creen que ya han logrado superar ese momento por liderar la oposición y
ahora basan su estrategia en decir que si existen tres partidos de derechas,
seguirá gobernando el PSOE.
Vox teme que votantes prestados vuelva al PP por echar al Gobierno "socialcomunista"
La relación entre Casado y Santiago
Abascal es buena, se conocen desde hace mucho años. “Hablan con frecuencia”,
explican fuentes de Vox. ¿Cómo ven los verdes la situación? Un ex dirigente del
PP con cargo público ahora por Vox comenta: “El PP ya no es lo que era, pero es
el principal partido del espectro de centro derecha y seguirá siendo el
referente para el votante no socialista”.
“Supongo que Vox seguirá fluctuando en la
horquilla de 35 a 55 escaños, que está muy bien para un partido que habla tan
claro sobre temas que son polémicos y que al haberlo etiquetado en la extrema
derecha tiene mucho rechazo”, explica este cargo del partido de Abascal, a la
vez que reflexiona: “La derecha en general defiende unos valores por encima de
partidos políticos y echar a un Gobierno socialcomunista está por encima de
todo. El PP recuperará parte de los que alguna vez le votaron y que hoy están
en Vox y la mayor parte de Ciudadanos, que lleva camino de ser testimonial”.
Para luego hacer este vaticinio: “Creo
que Casado llegará a unas próximas elecciones. Si las supera, naturalmente le
podemos ver de presidente. Si no, se planteará su sucesión y será el momento de
Feijóo”. Dibujando después este panorama: “La crisis política, económica y
social en España va a ser tan profunda que cuando lleguen las elecciones
generales estos (el Gobierno) estarán tan quemados que los españoles los
mandarán a casa”.
De nuevo en marcha, el frente popular neoconservador, unidos por autoritarias actitudes antidemócratas, avanzan orgullosos hacia la derrota final. Bueno, mientras tanto, habrá que armarse de paciencia y arremangarse, para seguir aguantando las embestidas ideológicas de los machotes del córner derecho.
EDITORIAL
Por otra parte, lo del cuestionamiento del Estado de Derecho va bien, puesto que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el Tribunal Constitucional, de mayoría conservadora ambos dos, estoy seguro que con la mejor intención, le brindan soporte político al PP, con decisiones y sentencias, con evidente sesgo ideológico, que obstaculizan claramente, tanto el normal desarrollo de las tareas parlamentarias del Congreso, como las necesarias funciones ejecutivas del Gobierno del Estado. Por no hablar de la tan traída y llevada negativa a la renovación del CGPJ, que para más inri, incumple la Constitución.
Ahora bien, dedicarse a judicializar al Ejecutivo en sus obligaciones de gobierno, es un claro ejemplo de obstruccionismo político, a la hora de buscar la confrontación política entre gobiernos, autonómicos y del Estado. Valga como muestra, el caso de la denuncia interpuesta por la Presidenta de la Comunidad de Madrid ante el Tribunal Supremo (probablemente secundada por otros varones regionales del PP) por según ellos, un reparto arbitrario de 9 millones de euros de los fondos europeos, que mayoritariamente se han distribuido entre proyectos laborales de otras Autonomías, que no pretendieron que se les adjudicasen fondos sin presentar proyectos al respecto, como fue el caso del Gobierno de la Comunidad madrileña, que obviamente no necesitan, dado que no tienen reparos en bajar los impuestos autonómicos que tanto molestan a los gobernantes madrileños, pero quien sabe, si en plena pandemia, a médicos y sanitarios de la Comunidad de Madrid quizás no les parezca lo más acertado.
(*) Por cierto, no estaría de más, que políticos que viven de sueldos que pagamos todos los contribuyentes, aprendiesen
a diferenciar entre calidad y seguridad alimentaria. Debiendo
referirse principalmente, la calidad de los alimentos, a sus valores nutritivos
y no tanto a su apariencia, que también. En cuanto a la seguridad alimentaria, apunta a la manipulación y distribución, es decir, a las condiciones
y prácticas que preservan la calidad de dichos alimentos. Estas prácticas
previenen de la contaminación y las enfermedades de origen alimentario, que en
gran medida dependen, de la tecnología aplicada al proceso de producción, del grado de bienestar animal y del impacto medioambiental, cosa que es público y notorio, son principal objetivo y extremo cuidado, de las macrogranjas.
Fuente: Redacción