Doña Isabel predica nuevas rebajas de impuestos a lo Trump para fomentar la domiciliación de multinacionales y grandes fortunas a la mayor gloria de sus patrocinadores y los madrileños aprenden a convivir con el paro y salarios basura porque según ella, es un mal necesario para la supervivencia de la Autonomía madrileña, aunque no tengo claro si también se refiere a la supervivencia de la Sanidad Pública, con el cierre de la mayoría de centros de Salud de Madrid.
Ahora el ‘gran’ tema es la fiscalidad
de Madrid. Doña Isabel predica nuevas rebajas de impuestos a lo Trump para
fomentar la domiciliación de empresas y de grandes fortunas, que como es
lógico, están interesadas en pagar lo menos posible: para vaca de ordeño ya
está todo el abanico de la clase media, desde la media baja a la media alta. Y
todo el que tiene nómina.
A esta promesa electoral dos
socialistas respondieron con sendos resbalones propios de principiantes: el
valenciano Ximo Puig proponiendo un impuesto especial a los ricos de Madrid, y
el ministro Escrivá, con un ‘esto tiene largo recorrido’ que ha sido
interpretado como una caja de Pandora. Fue suficiente para la zapatiesta. Desde
el PP se aireó y se sacó otra vez en procesión al santo victimismo y se dio por
hecho la construcción de una ‘madrileñofobia’.
El desmentido de la ministra María Jesús Montero, diciendo como Talleyrand
que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, no ha hecho ni
mella ni efecto en los medios de comunicación (y algunos de intoxicación y
propaganda) conservadores. Entre la adicción y los intereses creados el
producto más habitual que se cocina al almirez es un atractivo menú
conspirativo. Y como ya se huelen elecciones, con viento portante, lejos de
disiparse la cortina de humo, se espesa.
La realidad, sin embargo, contradice
al Partido Popular; y ellos lo saben. Pero el juego les interesa. Creen que el
único que se quema es el presidente Sánchez, que acabará a la parrilla. Pero
son tan frecuentes y manifiestos los imposibles metafísicos y las trolas que a
estas alturas incluso muchos adictos se sonríen. Y eso es un mal síntoma: la sonrisa
siempre precede a la carcajada. Y la carcajada al ridículo. Ahí tienen que
aprender los más lanzados de Alberto Núñez Feijóo, que parece seguir la senda
de su colega madrileña, pero sutilmente –‘a la gallega’- le lleva la contraria. Él habla de que la Xunta bajaría
los impuestos “al noventa por ciento de los gallegos”. Huye del populista dumpismo de Madrid.
Y es que sabe que estos son malos
tiempos para bajar impuestos, hacen falta los cuartos, por una parte, pero por
la otra la Unión Europea ha lanzado una operación para eliminar el dumping
fiscal interno practicado por algunos países miembros.
De todas formas la propia Constitución
Española, que muchos presuntuosos ‘constitucionalistas’ dicen amar con locura,
previene contra estas y similares tentaciones. El artículo 31.1, dice: “Todos
contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su
capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los
principios de igualdad y progresividad…” Y el 138.2 aclara otro aspecto: “La
diferencia entre los Estatutos de las distintas Comunidades Autónomas no podrá
implicar, en ningún caso, privilegios económicos o sociales”. Esto tiene más
profundidad de la que aparenta: el principio de igualdad es uno de los ‘valores
superiores’ que figuran en el Artículo 1 de la CE78.
Encima, estos no son tiempos para
bajar impuestos ni en los estados que más practican este deporte de ricos.
Después de una crisis los impuestos suben, y prometer lo contrario es mentir.
Eso ocurrió cuando estalló la gran recesión en 2007/2008. Rajoy y Montoro
sostuvieron en campaña que los Reyes Magos existen y que iban a reducir la
presión fiscal: pues la subieron, y de qué manera.
Pero no es solamente el ombligo
español lo que cuenta. Desde hace tiempo tanto la Eurocámara como la Comisión
quieren poner coto a la competencia desleal dentro de la UE. En enero de 2020 la corresponsal de ‘La Voz
de Galicia’ en Bruselas, Cristina Porteiro,
reflejaba perfectamente el ambiente en los titulares de su crónica:
‘Paraísos fiscales en la UE: cuando el enemigo vive en casa’, ‘Pone nombres y
apellidos a los países que sabotean las Haciendas de sus vecinos’. Es
exactamente este aspecto de ‘sabotaje hacendístico’ de Madrid hacia ciudades o
regiones competidoras lo que ha suscitado el malestar en las comunidades
afectadas.
En Bruselas y en Estrasburgo se dan
pasos adelante, cada vez más firmes. La Comisión Europea prepara “un asalto
legal sin precedentes” contra la práctica desleal de los bajos impuestos. El 21
de enero de este año el Parlamento Europeo (PE) revisó la lista de paraísos
fiscales. Un escalón imprescindible para la adopción de medidas legales
internas contra ’territorios no cooperativos a efectos fiscales así como de
regímenes fiscales nocivos, también en estados miembros de la Unión Europea,
(lo que) da lugar a gravísimas pérdidas financieras para los estados miembros
de la Unión, lo que sustrae recursos de los presupuestos nacionales y lastra la
capacidad de los gobiernos…” Es un poco enrevesado el texto, pero es lo que
tiene la multitraducción de la jerga comunitaria.
En paralelo, el aumento de la
fiscalidad a las grandes empresas multinacionales, expertas en escaqueo, va
cuajando en las organizaciones multilaterales. Aparte de la UE, que ha lanzado
un gigantesco plan para la reconstrucción tras la catástrofe económica y social
provocada por los efectos de la pandemia, que tendrá que financiarse por el
procedimiento presupuestario habitual, también
el G-7 alcanzó en junio un ‘acuerdo histórico’ para regular la fiscalidad
de estos gigantes financieros comprometiéndose a aplicar un gravamen de
sociedades no inferior al 15%... para evitar precisamente el ‘dumping fiscal’.
Y es que las mayores economías
mundiales se rigen por los mismos principios de necesidad y oportunidad que los
ayuntamientos más pequeños. Los ‘daños pandémicos’ son de una enorme magnitud.
Washington, Berlín, Madrid, París, Roma… todo el mundo, tienen similares
desafíos para afrontar el futuro.
Los ‘lugares comunes’ hasta ahora, ese
neoliberalismo con ansias salvajes que es al liberalismo como un huevo a una
cagarruta de cabra, han quedado aplastados por una realidad dramática. El
catecismo del ‘padre Ripalda’, caspa de Trento, es una joya de la arqueología
del atraso. Aunque muchos madrileños no se hayan dado cuenta todavía, porque el
ayusismo y el casadismo juegan al ping-pong en medio del terremoto y de sus
réplicas, ya va por la quinta, el
loquinario tiovivo privatizador ha destrozado el sistema inmunitario regional:
v.g. la indecente venta de viviendas públicas a ‘fondos buitre’, con gravísimas
secuelas; la esclerosis de la sanidad publica, el esperpento vacunal, el
desastre sin paliativos de la atención geriátrica… Mientras, la presidenta
claramente candidata a ser califa en lugar del califa declara guerras a
tutiplén.
Lo grave es que esto va a seguir. La
idea parece ser ir creando una ‘realidad alternativa’ que exista solo en los
titulares sin dar tiempo a que surta efecto la verificación de la veracidad.
Vale todo. Hasta las neveras. Como la serpiente del Lago Ness, que siempre
aparece en verano, vuelve este agosto a las páginas adictas a la derecha las
vacaciones de Sánchez y la manipulación descarada de las residencias propiedad
de Patrimonio del Estado. ¡Ha sido noticia hasta el cambio de una lavadora en
La Mareta! Como si fuera un despilfarro intolerable. Y eso que en ‘lavadoras’
el PP tiene una acreditada especialidad.
Entre tanto, la ofensiva popular de
finales de agosto en adelante se centrará en sembrar sospechas sobre el uso de
los fondos europeos de recuperación intentando bloquearlos hasta ‘el cambio’.
Hace tiempo que se sabe que el principal objetivo del PP es llegar a las
elecciones generales con el PSOE envuelto en sospechas.
Que es encima otra manera de tratar de
encubrir esa gran verdad incómoda de la
corrupción sistémica, con la secuela de un interminable viacrucis por los
banquillos de los juzgados, activando el ventilador de la mierda aunque sea con
bombas fétidas y petardos de broma. A ver si cuelan.
Ahora el trampantojo es el de la
guerrita fiscal; enseguida volverán los muertos pandémicos y todo el catálogo
de espejismos de diseño, supuestos horrores y solemnes obviedades convertidas
en tragicomedia nacional. Así hasta los temas graves, como el conflicto
catalán, el oportunismo peneuvista que ridiculiza al gobierno de turno y un
nuevo ‘problema territorial’ que puede disparar los nacionalismos locales…
tendrán que convivir con el ‘Celtiberia show’. Con los badajos de los
campanarios ya engrasados.
EDITORIAL
La presidenta de la Comunidad de
Madrid ha declarado, que su intención es
"seguir bajando" tributos y tener "menos impuestos y menos
burocracia".
Hoy mismo Dª Isabel anuncia el final
de los impuestos propios autonómicos en Madrid, en concreto, el tributo sobre
la instalación de máquinas recreativas en establecimientos de hostelería
autorizados y el impuesto sobre depósito de residuos, como no podía ser de otra manera, en esta deriva de madrileñismo trumpista que profesa, generador de paraísos fiscales dentro del
estado español.
Fuente: Huffingtonpost.es y EFE