Firmas como
Aibnb, Lyft, Uber o Fon se han convertido en habituales en los artículos que
analizan cómo el consumo colaborativo está cambiando el consumo.
El consumo colaborativo y la economía colaborativa, la sharing economy, se ha convertido no solo en una tendencia que está marcado cómo consumen los modernos (y los millennials) sino en un movimiento mucho más amplio que está empezando a modificar cómo consume todo el mundo.
Internet ha hecho que los costes de transacción y el hacer que
los bienes sean localizables y accesibles sea más fácil y barato que nunca, lo
que ha permitido ampliar el alcance de estos servicios. Entonces (2013), el
valor del mercado colaborativo turístico (de alojamientos) era ya de unos
26.000 millones en todo el mundo. Ahora es de esperar que sea muchísimo más
dinero.
Los datos de Airbnb
· Airbnb suele realizar estudios sobre cómo los
servicios que ofrece la plataforma impactan en la economía local. El último de
los estudios realizados, presentado no hace ni un mes, analizaba cómo los
servicios de Airbnb habían impactado en la economía de Madrid. Según sus
estimaciones (un estudio coordinado por un profesor de la Facultad de Ciencias
de Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid), solo
los alojamientos que ofrecen en esa ciudad tuvieron un impacto económico máximo
estimado de 320 millones de euros en 2014 y sirvieron para facilitar la
creación de 5.130 puestos de trabajo (la plataforma mide el impacto que el
gasto de sus viajeros tiene en la economía del lugar).
· Además de tener un impacto en la economía
cuantificable en euros, este tipo de herramientas también tienen un impacto a
la hora de diversificar la inversión turística. Los alojamientos están por toda
la ciudad, principalmente fuera de los principales distritos donde se
encuentran ubicados los hoteles, lo que tiene un impacto a la hora de sacar de
los lugares de siempre el gasto turístico. El quien ofrece estos servicios y el
por qué también cambia. Los responsables de los alojamientos suelen ser
ciudadanos que los emplean como una manera de redondear sus ingresos
(habitualmente se alquila una habitación en casa) y quienes se suelen alojar en
ellos suelen ser consumidores que buscan no solo un precio mejor sino también
una experiencia diferente.
· En el caso de Airbnb, la plataforma está
empleando espacios curiosos (ha ofrecido desde la posibilidad de dormir en
tiendas, como un Ikea, hasta en lugares curiosos, como un teleférico) y eventos
con mucho tirón (serán proveedores de alojamientos para los Juegos Olímpicos de
Río y lo fueron en el último Mobile World Congress) como un reclamo para llamar
la atención de más consumidores y para posicionarse como una alternativa fiable
a las ofertas de siempre.
· Y, además, están haciendo de los nuevos puntos
de interés que los consumidores valoran uno de los elementos que destacan como
valor de marca. Según un estudio de Cleantech Group (que por supuesto llegó a
los medios a través de una nota de prensa de Airbnb), este sistema de
alojamientos permite consumir un 78% menos de energía y hace que puedan decir
que esta es una forma de viajar más respetuosa con el medio ambiente.
Fuente: Puro Marketing.com