Con las nuevas funcionalidades, Galileo se presenta a sí mismo como un instrumento fundamental para los desafíos de seguridad que plantea el futuro con la circulación habitual de drones y coches autónomos
Los avances tecnológicos orientados a un futuro que no distará
mucho de lo que Ray Bradbury o H.G. Wells imaginaron pasan por la conducción
autónoma, tanto de drones como de coches, y los sistemas de navegación por
satélite van a ser la piedra angular que garantice la seguridad en ese
escenario distópico o utópico (según la mente que lo imagine).
La Comisión Europea, junto a la
Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia de la Unión Europea para el
Programa Espacial (EUSPA), y a los organismos, el sector académico, las
industrias y las empresas de los países miembros de la Unión Europea, lleva
trabajando desde 2014 en un servicio de alta precisión (HAS, por sus siglas en
inglés) y en otro de autenticación (OSNMA) para armar a Galileo y los 23
satélites que lo conforman con herramientas que permitan una seguridad
sobresaliente.
La alta precisión busca reducir al
máximo el margen de error en la localización. Ahora mismo, puede haber unos
metros de diferencia entre lo que detecta el sistema de navegación y el
posicionamiento real. El objetivo del HAS de Galileo es llegar al decímetro:
“Puede permitir muchas aplicaciones, por ejemplo, en el dominio marítimo, en
los drones o en la agricultura de precisión”, comenta Ignacio Fernández
Hernández, ingeniero responsable de los servicios de autenticación y alta
precisión de Galileo en la Comisión Europea. Estos trabajos le han valido el
premio Thomas L.Thurlow del Instituto de Navegación.
Según explica, las tecnologías de alta
precisión ya existen en el sector comercial, como aplicaciones de catastro, que
necesitan alta precisión para medir parcelas, “pero no llegan a todas partes ni
las puede emplear todo el mundo porque se dan a través de internet o de unos
satélites (que no alcanzan todos los lugares)”. Lo que aporta Galileo son esas
señales “de forma global y gratuita”, e insiste en que resultan muy importantes
para las zonas en vías de desarrollo: “Ahora mismo, toda África puede disponer,
gracias al HAS, de una precisión de pocos decímetros y, al no contar allí con
la infraestructura adecuada, esto puede aportar bastantes beneficios para aplicaciones
de construcción, agricultura, etc., que de otra forma no pueden explotar”.
Por otro lado, el ONSMA o servicio de
autenticación de Galileo busca evitar las señales falsas. Los expertos hablan
de spoofing o suplantación cuando una señal de GPS ha sido alterada con uno u
otro fin. Según Ignacio Fernández, la señal que usamos en nuestros teléfonos
móviles no cuenta con herramientas que permitan su autenticación:
“Prácticamente, cualquier persona con un mínimo conocimiento y una mínima
inversión puede falsificar la señal y transmitir una falsa”. Lo que ofrece
Galileo es una firma digital “que permite que, si el receptor tiene una clave
pública que nosotros (el equipo de Galileo) publicamos, puede asegurar la
autenticidad de los datos que se mandan en la señal”.
Aunque, según explica, a día de hoy
las señales son muy fáciles de falsificar, “todavía no ha ocurrido ningún caso
en el que haya dado lugar a una catástrofe, como un problema energético”. “No
ha habido, que sepamos, un ataque contra la sociedad basado en la falsificación
de señales, pero eso no quiere decir que no pueda ocurrir”, insiste. Si nos
planteamos el escenario de los próximos años, en el que los vehículos autónomos
van a estar muy desarrollados y van a formar parte de nuestro día a día,
“realmente hay una vulnerabilidad si seguimos usando señales sin ninguna
protección”, asegura el experto.
Algunos casos de falsificación de
señales GPS se han detectado en el Mar Negro, en China y cerca de la frontera
entre Finlandia y Rusia, pero, según aclara Fernández, “no han afectado a mucha
gente porque han ocurrido en zonas relativamente despobladas”. Al margen de
eso, en el terreno de la investigación académica e industrial se han
falsificado señales para demostrar la facilidad con la que puede hacerse, pero
de forma controlada y con un interés científico.
Ignacio Fernández asegura que el
servicio de autenticación “es un primer paso para evitar que se produzcan
falsificaciones. Es una barrera bastante útil. Su uso no implica que todas las amenazas
estén mitigadas porque la lucha contra la inseguridad es siempre incremental,
pero sí es un paso muy importante para proteger contra las amenazas más claras
que estamos viendo actualmente”.
Los usuarios, no solo en Europa, sino
en todas partes del mundo, que usen Galileo en combinación con GPS y los demás
sistemas de navegación por satélite, se pueden beneficiar de esta
autenticación. Los cuatro sistemas globales son redundantes; es decir, todos
tienen cobertura global, todos los usuarios del mundo los utilizan al mismo
tiempo aunque no lo sepan y, cuando uno no puede proporcionar cierto servicio,
otro lo cubre por él. En cualquier momento, en cualquier parte de la Tierra, si
hay buena visibilidad del cielo, se pueden recibir cuatro o más satélites para
calcular una posición.
“El desarrollo del HAS y el ONSMA
empezó aproximadamente en 2014 y ahora estamos en fase de pruebas, pero los
servicios ya están disponibles en la señal, se pueden recibir en cualquier
parte del mundo, aunque todavía no están declarados oficialmente como
operacionales. La declaración del servicio será en 2023, pero los servicios ya
se están transmitiendo globalmente desde los satélites”, aclara Fernández, que
celebra que la participación española es estratégicamente imprescindible para
Galileo, y también la participación universitaria y académica de nuestro país.
De hecho, la información de ambos se genera en el Centro de Servicios GNSS, que
está situado en Torrejón de Ardoz (Madrid).
Fuente: El Pais.com