El fármaco logrado por un equipo dirigido por Maria Bottazzi y Peter Hotez está basado en una tecnología tradicional parecida a la de las vacunas contra la hepatitis B, y ha sido aprobada en India
La agencia reguladora de India ha aprobado
esta vacuna con una autorización para uso de emergencia (como se aprobaron, en
principio, las primeras contra la COVID en 2020).
El equipo dirigido por los doctores
Peter Hotez y María Bottazzi, del Centro para el Desarrollo de Vacunas de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Baylor, en Waco (Texas), trabaja
desde 2011 en el desarrollo de prototipos de vacunas para el Sars y el Mers,
que han adaptado ahora para crear la nueva contra la COVID-19. La llaman
Corbevax, o "la vacuna COVID-19 para el mundo".
Aunque hay más de 60 en desarrollo que
utilizan la misma tecnología, Bottazzi ha señalado que su fármaco es único,
porque no tienen intención de patentarlo, lo que permite que sea reproducido
por cualquiera que tenga la capacidad de hacerlo.
"Prácticamente cualquiera que
pueda fabricar vacunas contra la hepatitis B o que tenga la capacidad de
producir proteínas de origen microbiano, como bacterias o levaduras, puede
replicar lo que estamos haciendo", dijo Bottazzi.
Guerra de patentes
La guerra de patentes sobre las
vacunas con tecnología ARNm se ha recrudecido. Moderna y los Institutos
Nacionales de la Salud de Estados Unidos (una entidad pública) se encuentran
inmersos en una disputa sobre quién debe atribuirse el mérito de los
descubrimientos específicos que condujeron a la de la COVID-19, que se ha
suministrado a más de 73 millones de estadounidenses. Si se descubre que
Moderna ha infringido la patente del Gobierno de Estados Unidos, la empresa
podría verse obligada a pagar más de 1.000 millones de dólares de multa.
Al mismo tiempo, los activistas han
pedido que Pfizer y Moderna compartan la tecnología y los conocimientos
técnicos para producir sus inyecciones e incluso han llevado esta
reivindicación ante la Organización Mundial del Comercio.
Los países de bajos ingresos, que
cuentan con escasas instalaciones de investigación y producción de vacunas,
solo han inmunizado a una de cada nueve personas, según la Organización Mundial
de la Salud. En Estados Unidos, el 63% de la población total tiene la pauta
inicial completa (de dos dosis) y más de un tercio ha recibido una tercera.
Los datos del ensayo clínico de
Corbevax aún no se han hecho públicos debido a la limitación de recursos, pero
el hospital infantil de Texas afirma que el fármaco ha mostrado una eficacia
superior al 90% contra la cepa original del virus y más del 80% contra la
variante delta. Actualmente se está probando la eficacia de la vacuna contra la
variante ómicron. El proceso de creación de la vacuna implica el uso de células
de levadura, el mismo método con el que se producen las vacunas contra la
hepatitis B.
Cómo funcionan
Los sueros de Moderna, Pfizer, Johnson
& Johnson y AstraZeneca –que son los autorizados en España– utilizan
tecnologías diferentes, o "plataformas", de vacunas. Moderna y Pfizer
usan la tecnología del ARN mensajero (ARNm). Esta plataforma introduce al
sistema inmunitario en la COVID-19 mediante la entrega de instrucciones sobre
cómo producir su característica más reconocible, las proteínas de espiga que
recubren su superficie. Esto ayuda al sistema inmunitario a reconocer y
combatir el virus más adelante, si la persona está expuesta. La de Johnson
& Johnson introduce las células inmunitarias en la proteína de espiga a
través de un virus del resfriado que, por lo demás, es inofensivo, una
tecnología llamada vector viral y que también utiliza AstraZeneca.
La vacuna Corbevax utiliza una
plataforma denominada tecnología de subunidades proteicas recombinantes, que
introduce un fragmento real de la proteína de la espiga de la COVID-19 en
células de levadura. A continuación, las células de levadura copian la proteína
vital y esta se introduce en el sistema inmunitario.
"Fabricamos la proteína, directa
y sintéticamente, en el laboratorio utilizando el sistema de la levadura",
dice Bottazzi. "Damos instrucciones a la levadura para que fabrique una
proteína parecida a la que hace el virus. Entonces inmunizamos la proteína y el
cuerpo la procesa y la presenta al sistema inmunitario".
Y, en un punto importante, el
almacenamiento de la vacuna Corbevax solo requiere una refrigeración estándar,
a diferencia de la vacuna de Pfizer, que requiere un almacenamiento ultrafrío
en tránsito.
Sin pensar en "sacar
provecho"
Biological E, una empresa farmacéutica
india acostumbrada a producir vacunas contra la hepatitis B con la que el
equipo de Bottazzi mantiene una larga relación, ya ha producido 150 millones de
dosis de la nueva vacuna Corbevax y pronto podrá producir 100 millones
mensuales.
Bottazzi dice que, después de que las
organizaciones gubernamentales no les concedieran financiación, los creadores
de Corbevax recurrieron a donaciones filantrópicas para superar el reto. El
Centro para el Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas es
esencialmente una institución académica y científica.
Bottazzi dice que el desarrollo de
Corbevax les ha obligado a hacer un esfuerzo adicional para ser considerado un
candidato serio para el desarrollo de la vacuna contra la COVID-19.
"Nosotros mismos estamos
aprendiendo a hacer un trabajo que sea reglamentario, que posibilite una buena
calidad, una buena reproducción, un buen registro... Trabajamos como si
fuéramos una pequeña entidad biotecnológica o de fabricación", reconoce.
"Cada tecnología tiene ventajas e
inconvenientes. Nadie pretende que una de ellas sea la solución única y
superior. Todas [las vacunas] son parte de la solución. Pero cuando se da una
situación de tal gravedad en el mundo, no se elige una, sino que se intentan
todas".
Bottazzi asegura que no han patentado
la vacuna por la filosofía compartida por su equipo de humanitarismo y de
colaboración con la comunidad científica en general. "Queremos hacer el
bien en el mundo. Esto era lo correcto y es lo que moralmente teníamos que
hacer. Ni siquiera pestañeamos. No pensamos '¿cómo podemos sacar provecho de
esta situación?"
Bottazzi espera que su iniciativa
incentive a otros a seguir el ejemplo y a crear sueros asequibles y accesibles
para otras enfermedades y virus. "Tenemos que romper estos paradigmas de
que solamente estamos guiados por factores de impacto económico o por el
retorno de la inversión económica. Tenemos que mirar al retorno en salud
pública".
Fuente: El Diario.es