Tras semanas de evacuación de población civil y parte de sus fuerzas militares. Ucrania, que esperaba este movimiento, teme que sea una trampa para atraer a sus soldados.
Lo que contempló Shoigú fueron los
restos de la única capital de provincia conquistada por Putin en más de ocho
meses de invasión. La exitosa contraofensiva ucraniana desde el final de agosto
había arrinconado a las fuerzas rusas y prorrusas hasta apenas poder moverse de
Jersón ciudad.
El paso adoptado por el Rusia busca
reubicar a las tropas en una zona más segura, justificado como un movimiento
estratégico. Shoigú ha encargado al comandante Sergei Surovikin, conocido como
“el carnicero ruso”, que “tome todas las medidas para garantizar la
transferencia segura de personal, armas y equipos a través del río Dniéper”.
Según recoge Europa Press, Surovikin,
recientemente nombrado como jefe supremo de la campaña rusa en Ucrania, ha
respondido al ministro que “habrá una amenaza adicional para la población civil
y el completo aislamiento de nuestro grupo de tropas en el margen derecho del
Dniéper”.
“En estas condiciones, la opción más
adecuada es organizar la defensa a lo largo de la línea de barrera del río
Dniéper”, ha rematado el alto mando militar, conocido por sus crueles acciones
en Siria y elegido por Putin para intentar recuperar la iniciativa.
Ese nombramiento bendecido por Putin
llegó casi a la desesperada ante la continua pérdida del terreno inicialmente
conquistado en la geografía ucraniana. Solo en la zona de Jersón, Moscú apenas
contaba con el refugio de la capital, pese a que esta región, junto a Donetsk,
Lugansk y Zaporiyia fue anexionada ilegalmente hace algo más de un mes tras una
serie de referendos rechazados por la comunidad internacional.
Sin embargo, el mandato ruso nunca
tuvo reflejo en el día a día de la provincia. Ante el avance ucraniano, Moscú
dio orden de sacar a su población prorrusa, autoridades y parte de las fuerzas
militares. Después de varias jornadas de evacuación exprés en dirección a
territorio bajo control de Putin, la salida definitiva de las tropas rusas deja
a la ciudad en un abandono completo a la espera de la reconquista ucraniana.
El temor de la población: “militares
vestidos de civiles” y bombas escondidas
Según transmitían fuentes locales a El
HuffPost, en las últimas semanas apenas había vida en las calles, mientras las
autoridades impuestas por Moscú llevaban a cabo un “expolio” en museos,
hospitales, tiendas y bancos.
El ambiente, en cambio, no es de
tranquilidad. Los mismos vecinos y la propia inteligencia ucraniana temen que
la progresiva salida rusa desde hace semanas fuese una trampa para hacer entrar
a los soldados de Kiev y, desde la distancia, bombardear Jersón.
“Se cree que Rusia ha dejado militares
vestidos de civiles y que hay bombas escondidas dentro de la ciudad”, añade
otro testimonio a este medio una vez confirmada la retirada de las fuerzas
ocupantes.
Esta es una idea que sostiene el
negociador ucraniano y asesor del presidente, Majail Podolyak. En un mensaje en
sus redes sociales asegura que “Ucrania no ve señales de que Rusia se vaya de
Jersón sin luchar”. “Una parte significativa se mantiene en la ciudad y se
están incorporando nuevas tropas en la región; Ucrania está liberando
territorios basándose en datos de inteligencia, no en declaraciones
televisivas”, ha rematado Podolyak, en referencia al mensaje lanzado por Shoigú
en los medios nacionales.
También existe otra amenaza cercana, la de la presa de la planta hidroeléctrica de Nueva Kajovka, al este de la capital de provincia. Kiev denunció que Rusia había minado la zona para provocar una explosión que conllevaría la inundación y la devastación de decenas de municipios cercanos, incluida la propia Jersón. Desde el bando prorruso se rechazaba esta acusación y la dirigían a Zelenski, a quien culpaban de tener “intenciones criminales”.
Fuente: Huffingtonpost.es