La batalla
que confronta a los dispositivos de iOS —el sistema operativo de Apple— y a los
de Android —el de Google— lleva años dividiendo a los consumidores, que
defienden su elección con vehemencia. Android e iOS son prácticamente equivalentes
en lo relativo a las funciones que ofrecen, pero son muchos los que se plantean:
¿Realmente uno de ellos es objetivamente superior al otro?
¿Cuál es más fácil e
intuitivo de utilizar?
Después de estos años
en los que han podido probarse y analizarse los modelos de ambas compañías,
¿qué plataforma supera a la otra en lo relativo a la relación del usuario con
su dispositivo? Lo cierto es que no hay una gran curva de aprendizaje al saltar
de una a otra, puesto que ambas emplean la interfaz que universalizó el primer
iPhone, pero la interpretación de esta forma de relacionarse es distinta en
cada caso. Parece que sí hay acuerdo al considerar que iOS es un entorno más
cerrado y Android, una plataforma más abierta: “Android juega con cierta
ventaja al permitir que cada marca pueda desarrollar su propia interfaz
completamente diferenciada de las del resto y añadir tantas opciones de
personalización como desee”, explica Christian Collado, de Andro4all. “Ofrece
al usuario un abanico de opciones mucho más amplio”, insiste.
En lo que respecta al
rendimiento, “Android permite cambiar el launcher (lanzador, que sirve para
personalizar las aplicaciones y los iconos, por ejemplo), lo que resulta una
ventaja a nivel estético, pero una desventaja en el aspecto técnico, porque
puede provocar algunos problemas de rendimiento cuando hay alguna app pesada
que afecta al rendimiento del propio sistema y genera unos pequeños retrasos
que en ocasiones se notan en dispositivos Android”, explica el locutor de
podcast y formador Julio César Fernández.
¿Es realmente más
seguro un iPhone?
Los ciberataques
promovidos a través de programas maliciosos o de los engaños conocidos como
phishing, en los que los delincuentes se hacen pasar por entidades o personas
de confianza, se han disparado en los últimos meses, y la mala noticia es que
esta tendencia no tiene visos de cambiar. Así las cosas, y considerando que el
móvil es la puerta de entrada a cuentas corrientes, fotografías y demás
información personal, conocer cuál es el estado de la seguridad de cada
plataforma resulta fundamental. Apple lleva por bandera la seguridad y el
respeto a la privacidad y, de hecho, son notorios sus enfrentamientos con las
autoridades para salvaguardarlas. Ahora bien, ¿es realmente más seguro un
iPhone que un Android de última generación?
“Android arrastra una
mala fama en este terreno, pero la diferencia no es tan acusada en la
actualidad”, explica Alexandra Guerrero, cofundadora de El Output. No obstante,
aclara que iOS es más seguro “por la arquitectura del sistema”, aunque es algo
que no percibe el usuario, ya que Android “está cada día más blindado”. Con
todo, Apple juega con una ventaja clave en este terreno: gestiona hardware (soporte
físico) y sistema operativo de forma simultánea. Esto resulta determinante en
materia de seguridad: si se encuentra una vulnerabilidad en la plataforma, la
actualización que la resuelve se distribuirá entre todos los iPhone del mundo
en un tiempo récord. En Android, el parche para resolver el problema se
aplicará con mayor dificultad entre los modelos que tengan las versiones
requeridas del sistema operativo.
Collado advierte: “El
principal problema de Android en este sentido está en la fragmentación: hay un
gran número de dispositivos Android con versiones del sistema antiguas o con
parches de seguridad desactualizados, más vulnerables a las brechas, que se han
ido subsanando con cada actualización”. Aunque aclara que, al ser notablemente
mayor el número de usuarios con Android en el mercado, “es normal que suelan
reportarse más casos de amenazas dirigidas a la plataforma de Google que a la
de Apple”. En cualquier caso, los expertos coinciden en que no hay una plataforma
que sea 100 % segura.
“Cualquier sistema
operativo es susceptible de ser atacado y comprometido”, advierte Fernández,
quien, no obstante, incide en que “Apple realiza actualizaciones de seguridad
tanto para iOS 15 como para iOS 12, dando cobertura a dispositivos con ocho
años de vida o más, mientras que el compromiso de los fabricantes con los
modelos de Android es menor, por lo que algunos no reciben actualizaciones de
seguridad ni de sistema más allá de 24 o 36 meses”.
Con móviles de última
generación, es casi una cuestión de preferencias
Elegir un ganador en
esta ‘‘guerra’' es realmente complicado porque cada plataforma dispone de unas
características específicas que gustan a un nicho de mercado específico. Apple
ofrece a sus usuarios un ecosistema de dispositivos de enorme valor añadido,
como los AirPods, el Apple Watch o el iPad. La compañía ha logrado, con el
transcurso de los años, llevar su marca al terreno de los sentimientos y
posicionarse como una referencia ‘aspiracional’, con lo que alcanza un índice
de retención muy elevado entre los consumidores. Sin embargo, la libertad que
ofrece Google en su sistema operativo permite que los fabricantes creen modelos
mucho más sofisticados en términos de diseño y fuera del corsé de los
californianos. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en los distintos modelos
plegables en el mercado, como los de Samsung, o los dispositivos con una
pantalla secundaria en el exterior.
El grueso del público
al que se dirige el iPhone no aprecia esa aparente falta de innovación como una
desventaja, sino como un punto a favor, ya que no debe aprender prácticamente
nada nuevo al cambiar de modelo. Desde el punto de vista de los
desarrolladores, tampoco hay un ganador claro. Pedro Santos, desarrollador de
Android de Todoist (el popular gestor de tareas), explica que ambas plataformas
“han ido convergiendo en términos técnicos y de herramientas”, haciendo que su
programación sea una cuestión de “preferencia personal”. Los modelos actuales
de teléfono inteligente de ambos sistemas compiten de tú a tú en prácticamente
todos los aspectos y debe ser el comprador quien valore la variedad de modelos,
lo nutrido del ecosistema y, por descontado, el desembolso económico.
Fuente: El Pais.com