La Comisión Europea teme la debilidad geopolítica frente a Moscú y Pekín que le supone su dependencia de mercados asiáticos para componentes vitales en todo tipo de productos electrónicos, desde coches hasta móviles.
La presidenta de la
Comisión, Ursula von der Leyen, reconoce que la llamada ley europea de chips
incluye mecanismos de ayuda estatal para destinar dinero público a lugares de
producción concretos.
La norma, no
obstante, reúne unos 11.000 millones de euros extraídos de las partidas
presupuestarias existentes, por lo que dependerá en gran medida de las
propuestas de los países miembros, a los que se suman otros 30.000 previstos en
otras partidas comunitarias o estatales, hasta un total de 43.000.
Y todo ello para
competir con los más de 50.000 millones de dólares anunciados por EEUU, como
adelantaba El Mundo, lo cual pasa por la construcción de grandes fábricas
robotizadas, "megafabs", como dice la Comisión Europea.
Con este plan la UE
busca impulsar la fabricación de diminutos semiconductores que sirven para todo
tipo de productos electrónicos, desde automóviles hasta teléfonos inteligentes.
"Asegurar el suministro en los chips más avanzados se ha convertido en una
prioridad económica y geopolítica”, afirma el comisario europeo de Mercado Interior,
Thierry Breton.
En efecto, los
microchips parecen ser el puente a la prosperidad del siglo XXI, y la mayor
parte de su producción se encuentra en Asia, lo que ha dejado expuestos a los
fabricantes de la UE a cuellos de botella masivos durante el último año.
Los fabricantes de
automóviles –la mayoría de los europeos, alemanes, el país de la presidenta de
la Comisión Europea Ursula von der Leyen, y franceses, el país de Breton–
afirman haber tenido miles de millones en pérdidas por verse obligados a
detener la producción a causa de la escasez de chips.
Y lo que teme la UE
es que los chips se conviertan en armas geopolíticas a medida que se intensifica
la guerra fría entre China y Estados Unidos.
Alrededor del 50% de
los microchips de todo el mundo y hasta el 95% de los chips más avanzados
provienen de Taiwán, según Politico. Y el estatus político y jurídico de la
isla con respecto a China crea inquietud en Bruselas.
"Al mejorar la
seguridad de su cadena de suministro y mediante su capacidad para diseñar y
producir semiconductores potentes y eficientes en el uso de los recursos, la UE
está contribuyendo al reequilibrio de la cadena de suministro mundial de
semiconductores", dice Bruselas: "Europa tendrá como objetivo
construir asociaciones equilibradas de semiconductores con países de ideas
afines [EEUU. Canadá, Reino Unido, etc]. El objetivo de estas alianzas sería
cooperar en iniciativas de interés mutuo y garantizar la continuidad del
suministro en tiempos de crisis. Al mismo tiempo, la UE debe estar preparada
para posibles cambios repentinos en la situación política o crisis imprevistas,
que podrían amenazar la seguridad del suministro de la UE. La ley de chips de
la UE brindaría a la UE los medios necesarios para abordar tales situaciones y,
en última instancia, para garantizar la resiliencia general de Europa".
El reglamento
propuesto por la Comisión Europea debe ser debatido ahora por el Parlamento
Europeo y el Consejo –los Gobiernos–, para llegar a un acuerdo antes de
convertirse en norma.
Fuente: El Diario.es