La duración del conflicto se antoja decisiva para determinar el golpe al PIB mundial que podría desembocar en inflación sin crecimiento, aunque los expertos vaticinan todavía un avance en 2022
Mascarillas y bombas.
Como en un coche gripado
que se le pinchan las ruedas, así anda la economía del planeta. El vocabulario
económico de cada tiempo tiene sus modas.
En la Gran
Recesión, las hipotecas subprime estaban por todas partes; en la crisis
de deuda, la prima de riesgo era el termómetro que avisaba de la calentura;
y en el año del inicio de la pandemia la palabra restricciones fue sinónimo de parón
de la actividad. En este año lo previsto era, la recuperación
y en todos los idiomas. Pero en su lugar gana espacio en la
conversación un vocablo maldito, híbrido de otros dos: estanflación,
combinación de estancamiento e inflación, acuñado en los años setenta para
definir un cuadro de escaso o nulo crecimiento acompañado de un incremento de
los precios. Una pesadilla de doce letras.
Cuando el río suena,
……
Un día después de la
invasión rusa, la Comisión Europea calculó el golpe al crecimiento en un 1% y
un incremento de la inflación de un punto en el peor de los escenarios. Eso
todavía dejaría margen para crecer de manera robusta, dado que las previsiones
de Bruselas cifraban en el 4% el avance del PIB en la zona euro antes de la
guerra. El economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), Philip Lane, dijo
la semana pasada que el impacto será aún menor, de tres o cuatro décimas,
aunque sí augura subidas de precios más sostenidas.
Por tanto, existe
consenso, sobre que una mayor duración de subidas de precios, muy dañinas para
el poder adquisitivo de los consumidores, serán imparables en pleno bum del gas
y el petróleo. Cuando este último ha superado umbrales impensables hace no
tanto, por encima de los 130 dólares el barril este lunes. Mucho más divididas
parecen las posturas acerca de un crecimiento estancado. El gobernador del
Banco de Portugal, Mario Centeno, está entre los más pesimistas. “Hay
escenarios de estanflación frente a nosotros”, aseguró este miércoles en un
evento en Lisboa. “Obviamente, dependerá de la duración del conflicto y de la
respuesta más o menos concertada (en política fiscal) de los europeos”, matizó.
En una tercera vía, la de la cautela, se mueven Olli Rehn, su homólogo del
Banco de Finlandia, y la presidenta del BCE, Christine Lagarde, quienes creen
que es demasiado pronto para evaluar el impacto del conflicto en la economía
europea.
Hasta ahora, la
inflación estaba alimentada básicamente por los altos precios de la energía, el
alza de otras materias primas, sobre todo agrícolas, y la crisis global de
suministros derivada de la carencia de chips y los problemas de las navieras
para entregar mercancías en un entorno de alta demanda, colapso de los puertos,
fábricas afectadas por contagios y falta de camioneros y trabajadores
portuarios.
La guerra ha exagerado
esa tendencia. Precios de la energía aún más altos debido a que Rusia es uno de
los grandes productores de gas y petróleo. Precios del trigo en máximos de 14
años porque Rusia y Ucrania están entre los mayores exportadores mundiales y
son algo así como el granero de Europa. Fuertes aumentos del maíz y otros
cereales, también de metales como el aluminio y el níquel.
“Cada escalada nos
acerca a la estanflación, pero estamos lejos”
Otros analistas
coinciden en lo básico del diagnóstico. Philippe Waechter, jefe de
Investigación económica en Ostrum AM cree que la guerra “añadirá presión al
entorno inflacionario e impondrá un impuesto al crecimiento mundial”.
Ángel Talavera,
economista jefe para Europa de Oxford Economics, ve el conflicto “tremendamente
estanflacionario”, porque hace subir la inflación y afecta negativamente al
crecimiento.
El economista y
exsecretario del Tesoro italiano, Lorenzo Codogno, explica que “se ha vuelto
mucho más probable que las tensiones sobre los precios del petróleo y el gas
continúen por más tiempo, con riesgos de racionamiento que serían
particularmente dañinos para la economía. Es probable que esto reduzca al menos
entre 0,5 y 1 punto porcentual el PIB de la zona euro este año”, sostiene.
El tsunami bélico ha
golpeado una recuperación que en casos como el de España es todavía incompleta,
con el PIB sin alcanzar los niveles previos a la pandemia y la inflación en el
7,4%, niveles no vistos desde 1989. Ante la escalada de los precios, una subida
de tipos por parte de los bancos centrales demasiado rápida, que encareciera los
costes de financiación y debilitara el crecimiento, figuraba a la cabeza de los
temores. En tiempos de guerra y provocaciones nucleares, el número de amenazas
se vuelve casi indescifrable.
Fuente: El Pais.com