Bruselas quiere elevar el techo de
gasto hasta el 2% de la renta nacional bruta, la cifra más alta en la historia
del club
A tiempos extraordinarios, respuestas
extraordinarias. La Comisión Europea, presidida por Ursula von der Leyen,
planea una ampliación sin precedentes del presupuesto comunitario y destinar
los nuevos recursos a un histórico plan de reconstrucción de la economía europea.
El proyecto aspira a doblar el umbral de gasto de la UE, elevándolo hasta el 2%
de la renta nacional bruta (RNB) de la UE. El presupuesto actual, de 153.620
millones de euros en 2020, equivale al 0,904% de la RNB de los 27 socios.
La ampliación temporal del techo de
gasto del presupuesto hasta el 2% ofrecerá, según fuentes comunitarias, un
margen de unos 100.000 millones de euros para el Fondo de Recuperación que se
espera poner en marcha en las próximas semanas o meses. Ese margen presupuestario,
además, se explotará con un sistema de apalancamiento similar al del llamado
plan Juncker, el programa de inversión que con una base inicial de 33.500
millones (de la UE y del Banco Europeo de Inversiones) ha movilizado 500.000
millones de euros entre 2014 y 2020.
El respaldo del presupuesto
comunitario al futuro Fondo de recuperación es consecuencia directa del acuerdo
alcanzado el pasado jueves por los ministros de Finanzas de la zona euro
(Eurogrupo). El críptico lenguaje del comunicado posterior a la videoconferencia
de los ministros alude a que el fondo de recuperación “proporcionará
financiación a través del presupuesto de la UE” y anuncia, para después de la
próxima cumbre europea, el debate sobre los “instrumentos financieros
innovadores” que se utilizarán para alimentarlo.
El presidente del Consejo Europeo,
Charles Michel, ha convocado la cumbre para el 23 de abril, fecha en la que, si
hay acuerdo, se dará el pistoletazo de salida para la ampliación del
presupuesto comunitario y para el diseño definitivo del Fondo. Pero la premura
de tiempo ha hecho que los técnicos de la Comisión Europea empezasen a elaborar
las propuestas nada más acabar las turbulentas reuniones del Eurogrupo, que se
prolongaron durante tres días (de martes a jueves).
Von der Leyen recogió de inmediato el
testigo y anunció que “la Comisión Europea responderá con un plan de
recuperación y un Marco Financiero reforzado al llamamiento [del Eurogrupo] a
favor de una acción decisiva”. Y los servicios de la Comisión trabajado durante
este fin de semana de Pascua en una propuesta que las fuentes consultadas no
dudan en calificar de revolucionaria, tanto por el alcance de los recursos que
pretende movilizar como por los artificios legales que serán necesarios para
superar el corsé presupuestario de la UE.
La opción inicial, barajada en los
primeros compases de la crisis, apuntaba simplemente a la posibilidad de agotar
el margen presupuestario de las cuentas actuales. El presupuesto de 2020
equivale al 0,904% de la Renta Nacional Bruta de la UE, muy lejos de techo
total de los recursos propios, fijado en el 1,20%. Esa opción ya hubiera
generado varios miles de millones de euros para el futuro apalancamiento.
Pero la dimensión de la recesión, con
las mayores caídas de PIB en algunos países desde la Segunda Guerra Mundial, y
el riesgo de que la recuperación condene a la zona euro a una brecha insalvable
entre las economías de sus socios, ha llevado a las instituciones comunitarias
a revisar al alza la ambición de sus planes. “Es imperativo que crezcamos
juntos y no aparte y que protejamos el mercado interior”, señaló el presidente
del Eurogrupo, Mário Centeno, tras el acuerdo de los ministros de Finanzas
europeos.
Las estimaciones manejadas por la
Comisión apuntan que la crisis del coronavirus generará unas necesidades de, al
menos, 1,8 billones de euros. Pero no se descarta que puedan ser incluso
mayores. Algunos analistas apuntan que para Italia el impacto supondrá hasta 40
puntos de PIB en deuda (es decir, casi 700.000 millones de euros) y para España,
podría ascender a 20 puntos (casi un cuarto de billón de euros).
Esas cifras desbordan todas las
previsiones de gasto contempladas por la UE desde 1988, fecha en que se adoptó
el primer Marco financiero plurianual. El techo de gasto nunca ha superado el
1,335% de la RNB. La nueva situación obliga también a estirar las costuras
legales de los sistemas de financiación de la UE, basados en dos grandes
principios: que el presupuesto de la UE no puede incurrir en déficit y que la
UE no puede financiar el déficit de los Estados miembros.
Pero, según fuentes comunitarias, la
fórmula del Fondo anclado en un presupuesto excepcional y temporal cuadra las
objeciones de los países contribuyentes netos (como Alemania y Países Bajos)
con las demandas de los países más castigados por la pandemia, como Italia o
España.
La fórmula permite captar cientos de
millones de euros en los mercados financieros dentro de un marco legal conocido
y aceptado por todos los socios, como es el presupuesto comunitario. La emisión
comunitaria de bonos no implica una mutualización de la deuda, rechazada por
Berlín y la Haya, pero permite una financiación en buenas condiciones (la
calificación crediticia de la UE tiene triple A en varias agencias) y evita una
sobrecarga de números rojos en las cuentas nacionales.
El plan, sin embargo, también presenta
inconvenientes. El primero, que requerirá una dura negociación en el Consejo,
sujeta a vetos nacionales, sobre el alcance y duración del presupuesto
extraordinario. Antes de la Covid-19, el Consejo ya fracasó en la cumbre
europea de febrero en su intento de cerrar las cuentas para el período
2021-2027 y, en aquel momento, no parecía haber consenso para llevar el gasto
común más allá del 1% de la RNB.
El segundo inconveniente es la posible
tardanza en la llegada de los recursos, bien porque se retrase el acuerdo sobre
el presupuesto o porque tarden en llegar los proyectos necesarios para que el
Fondo proceda al desembolso.
Fuentes comunitarias apuntan que el
proceso se puede acelerar mediante la negociación de una suerte de Marco
Financiero bis o paralelo al de 2021-2027. Ese segundo Marco sería temporal,
centrado en la crisis del coronavirus y no afectaría al montante de los
presupuestos a largo plazo, que podrían seguir limitados al 1% como desean los
llamados países frugales.
Fuente: elpais.com