Jan Eeckhout:, autor de 'La paradoja del beneficio' analiza las
relaciones entre el mercado y los empleados y demuestra cómo las grandes
empresas fomentan los monopolios contribuyendo a la desigualdad
Actualmente vive en Barcelona, donde ejerce como profesor de Investigación y
Estudios Avanzados en la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Ha publicado numerosos
artículos en medios como el New York Times, el Wall Street Journal, el
Economist y el Financial Times y es autor de La paradoja del beneficio
(Taurus), un estudio que con datos e historias reales busca provocar y
abrir ojos.
Su investigación demuestra cómo los beneficios derivados del progreso no
han repercutido en una mejora del mercado laboral. Las “superestrellas” de las
grandes compañías cobran cada vez más mientras que los salarios de la mayor
parte de los empleados siguen igual o peor en términos reales desde hace
décadas. Una de las consecuencias más evidentes y preocupantes es la de una
sociedad con mayor desigualdad.
Tendemos a aceptar que cuando las empresas van bien, la economía va bien
y esto no es así.¿Esa es la paradoja del beneficio?
Sí, es un poco más sutil en el sentido de que está bien que las empresas
obtengan beneficios porque ese es su objetivo, pero lo que vemos es que hay un
exceso de beneficio para algunas empresas que en realidad son pocas.
Mundialmente son unas 500. Son empresas que parecen superexitosas cuando miras
sus beneficios pero no porque hagan crecer la economía sino porque les falta
competencia.
Por eso destaca en el libro que los empresarios exitosos siempre buscan
mercados en los que la competencia sea reducida.
Exacto. O también intentan innovar para ofrecer un producto nuevo o de
mayor calidad que la competencia, pero una vez lo consiguen también reducen la
competencia. Además, en los últimos años estamos viendo cómo las empresas que
están en el ámbito de las nuevas tecnologías se benefician mucho de las
economías de escala. En estos casos la inversión inicial para desarrollar una
app puede ser muy alta pero después el coste de producción es bajo. Se acaban
generando monopolios naturales. Pasa con las redes sociales. La gente quiere
estar en las que hay más usuarios. Puede que haya muy buenas alternativas pero
no entras si no conoces a nadie que esté.
Muchos de los problemas que se observan en los datos sobre el empleo
tienen su origen en la tecnología, y aunque el cambio tecnológico suele ser la
causa, también es la solución.
Por eso la solución nunca va a ser reducir las tecnologías sino
regularlas. Son las que nos dan el crecimiento, la mejora de los servicios o la
calidad de los productos. Lo que necesitamos es que en las economías de escala
haya más competencia entre las empresas porque tiene consecuencias para el
mercado laboral, las empresas pequeñas y las startups.
“La inversión inicial para desarrollar una app puede ser muy alta pero
después el coste de producción es bajo. Se acaban generando monopolios
naturales”
Respecto al mercado laboral, una de las conclusiones del libro es que a
los trabajadores hoy les va peor en comparación con la riqueza que generan.
Crean mucha más de la que reciben. Por eso los salarios de los que están
en los sectores de servicios o en la producción se han quedado estancados en
términos reales. Ahora bajando aún más por la inflación. Desde los 80 han estado
constantes aunque no haya afectado a todos por igual.
¿Eso es porque a quienes les va peor son los que cobran menos mientras
los sueldos altos aguantan e incluso han subido?
Claro. Y los salarios de las superestrellas están también relacionados
con el poder de mercado. Cuando una empresa tiene una posición dominante y
genera tantos beneficios busca al mejor CEO, a abogados capaces de conseguir
grandes contratos o aquellos que pueden actuar mejor como lobbies con los
políticos. Les pagan mucho para que consigan mantener esta situación de dominio
de la empresa. El CEO de Appel, Tim Cook, gana 88 millones de dólares al año
por algo. Y ese algo es, entre otras cosas, conseguir que su empresa no tenga
competencia. Es bueno para su empresa pero las ganancias que obtiene van a
pocos.
Los estudios también influyen. Califica de “drástico aumento de la
brecha salarial” la que se produce a partir de la década de los 80 entre
quienes tienen una formación universitaria completa y los que no.
En los 80 si habías completado una formación universitaria ganabas de
promedio un 40% más que los que no habían estudiado una carrera. Ahora esta
diferencia ha aumentado y puede llegar al 100%. En parte es por el cambio
tecnológico. Hay muchos trabajos en los que se necesita una persona pero no
hacen falta muchos requisitos, en los que no se tienen que tomar decisiones.
Pero en España siempre se habla de la necesidad de mejorar la formación
profesional para disponer de trabajadores cualificados en determinados
sectores.
Sí, pero también faltan porque en muchos de esos sectores los sueldos
son muy bajos.
El libro desmonta varios mitos. Por ejemplo, el de que cada vez hay más
startups. Explica que en Estados Unidos, justo antes de 1980, la tasa de
creación de startups era del 14% y en el 2018 era del 8%. ¿En Europa pasa lo
mismo? ¿A qué lo atribuye?
Sí, en Europa es similar y es porque como las empresas grandes son cada
vez más dominantes muchas veces solo sobreviven las que a ellos les conviene. A
menudo las compran para que no puedan trabajar con otras empresas o incluso a
veces las adquieren para dejarlas morir. Las grandes cada vez son más grandes y
a las pequeñas no les queda casi mercado para vivir.
También desmonta la idea del llamado reloj de oro (el regalo que hacían
algunas empresas para premiar la antigüedad), porque la duración de los empleos
ha aumentado. En promedio, los empleos que podemos considerar como estables
duran hoy un año más que en la década de 1980. ¿Por qué la gente no cambia de
trabajo tan rápido como antes pese a que podamos tener la percepción que no es
así?
Las empresas se comportan de manera distinta cuando se producen cambios
en el entorno. Imaginemos que tenemos dos empresas que venden gasolina y
baja el precio del petróleo. Eso significa que baja el precio de la gasolina y
si ambas empresas están cerca, como son competencia, la que no lo haga saldrá
perdiendo. Ahora bien, si una está en un pueblo y la otra a unos cuantos
kilómetros, no ajustan tanto los precios en función del cambio en el coste.
Pongo este ejemplo para explicar la importancia de los costes y la variabilidad
del entorno no solo en los precios sino también en la producción. Eso afecta a
la contratación de trabajadores, a su promoción y a su movilidad. Que los
trabajos duren más no significa que sean mejores porque al no haber más
promociones tampoco se suben los salarios.
Esto último, la movilidad laboral, parece ser también otro mito. Cita
que la probabilidad de cambiar de empleo en un mismo mes, si descontamos
fórmulas como los temporales que había hasta hace poco en España, es en países
como Estados Unidos un 31% menor que en 1994.
Y en Europa no es tan distinto porque al final estamos hablando de las
mismas grandes empresas. Porque aunque su código postal está allí lo que
importa es dónde están sus consumidores y los trabajadores que lo producen. Que
no haya movilidad no es necesariamente positivo: está bien tener seguridad,
pero otra cosa es cuando es sinónimo de estancamiento. La movilidad, en los
casos de los empleos estables, significa que se generan oportunidades.
Además del diagnóstico, el libro apunta por dónde deberían pasar las
soluciones. Una sería la que resume cómo recuperar la confianza en la defensa
de la competencia.
La gente a veces tiene la idea de que el mercado libre funciona por sí
mismo y es así para algunas cosas, para determinados productos. Pero en el
ámbito de la tecnología digital, con las economías de escala enormes que antes
citaba, es donde está el problema y la solución. Para que funcione un mercado
hay que ajustar las reglas y que puedan entrar otras empresas. Voy a poner un
ejemplo del ámbito de las telecomunicaciones. La regulación europea señala que
si eres una empresa de aquí que dispone de antenas tienes la obligación de
permitir a otras empresas que puedan utilizar tu red a cambio de un alquiler.
Si viene una empresa polaca o holandesa puede llamar a Movistar y en base a la
regulación europea puede acceder a su red y paga por usarla. Eso genera
competencia y bajan los precios de todas. Mi plan en Estados Unidos me cuesta
el triple que el que tengo en España. La tecnología es idéntica pero allí hay
tres proveedores y en Europa son 150.
También propone romper el vínculo que existe entre el poder de mercado y
el poder político.
A las empresas de telefonía de aquí o a Renfe cuando se permite que
entre competencia en la alta velocidad no les hace ninguna gracia. Las grandes
empresas que tienen poder de mercado usan parte de su beneficio para hacer de
lobby con los políticos para conseguir regulaciones favorables a sus intereses.
Puede parecer una paradoja, pero más competencia implica más redistribución de
la riqueza porque suben los salarios. El poder político debe fomentar la
competencia para que se note en los salarios. Además, baja la concentración de
la riqueza en manos de unos pocos y además esa empresa tendrá que competir para
ofrecer un servicio más barato al consumidor.
“El poder político debe fomentar la competencia para que se note en los
salarios”
Lo que pasa es que a veces algunas de estas grandes empresas tienen más
poder que los políticos.
Totalmente. En Estados Unidos existe un consenso entre demócratas y
republicanos en que tienen que hacer algo, después ya se verá si es así, para
resolver la situación dominante de las grandes empresas. Lo piensan por motivos
muy distintos. Los demócratas por los efectos adversos que hemos comentado y
los republicanos porque tienen miedo a perder su parcela de poder y que un
Facebook pueda tener más influencia en el resultado electoral que ellos mismos.
Aunque señale las soluciones para revertir este escenario, viendo los
gráficos que aparecen en el libro sobre el mercado laboral y la concentración
empresarial no parece que estemos en el camino correcto.
Tenemos que hacer un cambio porque nos queda aún mucho recorrido en los
avances tecnológicos. No sabemos qué va a pasar en el ámbito de los datos, la
inteligencia artificial y otros avances y que son mecanismos para que las
empresas puedan controlar más el mercado. Sectores como el transporte, la electricidad
o el petróleo ahora están muy regulados y es lo que requiere el sector
tecnológico.
Fuente: El Diario.es