El libro de instrucciones de una persona tiene 3.055 millones de letras, según la nueva lectura, que incluye un 8% del ADN que permanecía oculto por falta de tecnología
El tamaño
de la ignorancia humana solo se percibe con el paso del tiempo. La humanidad
vivió sin saber que existían los microbios hasta que un comerciante de telas
holandés, Antonie van Leeuwenhoek, los vio a finales del siglo XVII con un rudimentario
microscopio de su invención. Otro gran avance tecnológico ha permitido ahora
obtener por primera vez la secuencia completa de un genoma humano. Los Homo
sapiens han tardado unos 300.000 años en ser capaces de leer entero su propio
manual de instrucciones.
Un
multitudinario consorcio internacional anunció hace 20 años el primer borrador
de la secuencia del genoma humano, pero aquella versión todavía estaba llena de
agujeros. El bioinformático estadounidense Adam Phillippy compara la tarea con
un puzle de un paisaje, en el que faltaban las piezas azules del cielo,
demasiado similares como para ser encajadas con la tecnología de entonces. Otro
numeroso equipo científico, el denominado Consorcio T2T, ha publicado ahora “la
primera secuencia verdaderamente completa” de un genoma humano. Son 3.055
millones de nucleótidos, las letras químicas con las que está escrito el libro
de instrucciones de una persona. Los autores calculan que el 8% del genoma
estaba todavía sin leer.
El manual de
funcionamiento de las células, plegado en su interior, es básicamente una
gigantesca molécula de ADN de unos dos metros de longitud. Ahí están las
directrices para que, por ejemplo, una neurona del cerebro sepa transmitir un
pensamiento. El libro de instrucciones de la célula está escrito con
combinaciones de solo cuatro letras químicas (ATTGCTGAA…). Las actuales
técnicas de secuenciación masiva —empleadas en los hospitales para estudiar las
enfermedades con un componente genético— no son capaces de leer el larguísimo
genoma humano del tirón, pero pueden reconocer fragmentos de unos cientos de
letras, que luego se ordenan gracias a un genoma de referencia, que actúa como
la foto del paisaje en la caja del puzle.
Los
investigadores sostienen que se abre “una nueva era de la genómica, en la que
ninguna región del genoma está fuera del alcance”
El problema
llega al colocar los tramos de ADN muy repetitivos (ATATATATATAT...), como
ocurre con las piezas del cielo azul. Para sortear este obstáculo, los
investigadores han utilizado técnicas de vanguardia, como los secuenciadores de
la empresa británica Oxford Nanopore, unos dispositivos capaces de leer cientos
de miles de letras a la vez al pasarlas por un poro diminuto.
Los
miembros del Consorcio T2T —liderados por la bióloga Karen Miga, de la
Universidad de California en Santa Cruz, y por el propio Adam Phillippy, del
Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, ambos en EE UU—
sostienen que ahora se abre “una nueva era de la genómica, en la que ninguna región
del genoma está fuera del alcance”. Los autores publicaron un borrador con sus
resultados el 27 de mayo. Con sus nuevos datos, el genoma humano tendría 19.969
genes asociados a la producción de proteínas, 140 de ellos descubiertos por el consorcio.
La médica
holandesa Renée Beekman, del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona,
aplaude el nuevo trabajo, en el que no ha participado. “Estas piezas que
faltaban son nuevos frentes en los que buscar errores en el ADN que puedan
conducir a enfermedades, como el cáncer”, opina la investigadora. “Hasta ahora
estábamos ciegos ante estas regiones, pero este estudio proporciona la
información y las herramientas necesarias para estudiarlas”, destaca.
La médica
Renée Beekman cree que la nueva técnica servirá para buscar errores en el ADN
asociados con el cáncer
Beekman
subraya que el consorcio ha obtenido el ADN de células de una única mujer, por
lo que la secuencia no permite distinguir variaciones entre personas y además
carece de la información del cromosoma sexual Y, presente solo en los hombres.
“La técnica utilizada por los autores es una herramienta prometedora para
obtener esta información en un futuro próximo”, apunta la científica holandesa.
El genetista
Lluís Montoliu cree que el nuevo estudio confirma la complejidad de uno de los
grandes problemas de la ciencia. “No existe el genoma humano, existen genomas
humanos”, reflexiona el investigador, del Centro Nacional de Biotecnología, en
Madrid. “Escoger un genoma de referencia es, probablemente, uno de los asuntos
más complicados que tenemos en la genética humana en estos momentos”, subraya.
Montoliu recuerda que hace unos años, cuando los genomas de referencia
dominantes eran de personas anglosajonas de EE UU, se interpretaba que algunos
cambios de letras observados en otras poblaciones eran mutaciones asociadas a
enfermedades, cuando en realidad eran variaciones perfectamente normales.
Los
miembros del Consorcio T2T proponen utilizar su nueva secuencia como modelo
mundial: la foto de la caja del puzle. El actual genoma de referencia fue
elaborado en 2013, con fragmentos de ADN de muchas personas, por un consorcio
internacional en el que participa el Instituto Europeo de Bioinformática.
Montoliu,
presidente de la Asociación para la Investigación Responsable e Innovación en
Edición Genética (ARRIGE), muestra sus dudas ante el posible cambio del “molde”
del genoma humano. “Los problemas del actual genoma de referencia eran
conocidos y arbitrariamente aceptados por todos. Si cometíamos errores, todos
cometíamos el mismo error, así que podíamos entendernos”, explica el
investigador. Montoliu teme que se genere confusión si se añade otro genoma
humano de referencia. “Solo funcionará si lo hacemos todos a la vez. Tiene que
ser una decisión a nivel mundial”, advierte.
Fuente: El
País.com