ARM
es la arquitectura que usan la mayoría de fabricantes de móviles,
desde Apple a ZTE, para sus procesadores. Los procesadores no los
fabrica ni diseña la propia empresa ARM Holdings. Este grupo se
limita sólo a licenciar la arquitectura. Depende de cada compañía
o de terceras empresas como Qualcomm o Mediatek, diseñar y estampar
en silicio los procesadores de acuerdo a sus necesidades.
Esto
hace el juego de los procesadores móviles un poco más complejo que
el de los PC, donde una arquitectura, X86, depende básicamente de
una compañía (Intel) y donde sólo se puede dar el nombre de otro
gran fabricante de chips (AMD).
En
el móvil, por ejemplo, Apple puede ser la encargada de diseñar un
chip -lo hace todos los años con los Ax-, pero no es la que los
estampa en obleas de silicio -es un trabajo que reparte entre Samsung
y otros proveedores como TSMC-. Del mismo modo, Samsung ha comenzado
a fabricar sus propios procesadores - la gama Exynos- pero no tiene
capacidad de producción suficiente y recurre en muchas ocasiones a
Qualcomm para equipar sus productos.
La
ventaja inesperada de este sistema es que, estudiando los anuncios de
nuevos diseños de ARM Holdings, es posible adivinar, en parte, qué
veremos en los teléfonos del próximo año. Hoy ha anunciado las
características de de la plataforma Cortex A-72, la arquitectura
base que veremos en los teléfonos más avanzados de 2016.
Esto
es lo que podemos esperar de nuestros iPhones y Galaxys el año que
viene: captura de vídeo 4K a 120 cuadros por segundo (para cámara
lenta), soporte para pantallas de mayor resolución y densidad de
píxeles y dos veces más potencia que un procesador de gama alta
actual. La clave de este salto en potencia, sin embargo, es que puede
utilizarse para alargar la vida de la batería. Si se mantiene la
potencia actual un procesador basado en esta nueva arquitectura
consumiría un 75% menos.
Antes
de alegrarse demasiado hay que apuntar algunos detalles. El
procesador no es el componente que más batería consume en el
teléfono (tan distinguido honor corresponde a la pantalla) y los
fabricantes, hasta ahora, han preferido apostar por potencia antes
que autonomía cuando se han encontrado en una situación parecida.
Es arriesgado vender tu teléfono como un dispositivo igual de
potente que el modelo de hace dos años si el beneficio son unas
horas más de autonomía.
Fuente:
El Mundo.es