Si Rusia se desconecta del internet global, o acaba expulsada del mismo, puede que la red nunca vuelva a ser la misma para nadie
Las autoridades rusas
han bloqueado Facebook, mientras que Twitter está casi desactivado del todo.
Por otro lado, muchas empresas como Apple, Microsoft, TikTok o Netflix se han
retirado del mercado ruso voluntariamente. Rusia cada vez está más cerca de la
situación que tiene Irán como un estado paria digital.
La Unión Europea, a
su vez, ha intentado eliminar ciertos medios rusos de internet. No sólo sugiere
el bloqueo de las webs como ha hecho con RT (anteriormente Russia Today) y
Sputnik; si no que también recomienda la eliminación en motores de búsqueda y
redes sociales de cualquier publicación que repita el contenido de dichos
sitios.
Pero todos estos
casos son servicios que utilizan internet, y no tecnologías o acuerdos que lo
impulsan. El bloqueo de Facebook en un país no es diferente a que Facebook se
vaya del país, o que simplemente quiebre o cierre.
Pero se avecinan
divisiones más profundas, provocadas por la acción en ambas partes. Rusia ha
declarado que Meta (propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp) es una
"organización extremista" y se está retirando de organismos
internacionales como el Consejo de Europa. Asimismo, Rusia ha sido suspendida
de la Unión Europea de Radiodifusión. Si estas acciones se replicaran en la
estructura de Internet, los resultados podrían ser catastróficos.
De hecho, todo esto
ha generado miedo a un "Internet dividido" (o balcanizado), donde en
lugar de una única red de internet global como la que tenemos hoy en día,
habría una serie de redes nacionales o regionales que no se comunicarían entre
sí y tal vez incluso operarían utilizando tecnologías incompatibles.
Eso significaría el
fin de internet como una única tecnología de comunicación global, y quizás no
solo temporalmente. China e Irán aún utilizan la misma tecnología de internet
que EE UU y Europa, aunque solo tienen acceso a algunos de sus servicios. Si
esos países establecieran órganos de gobierno rivales y otra red paralela, solo
el acuerdo mutuo de todas las naciones más importantes del mundo podría
reconstruirlo. La era de un mundo conectado habría terminado.
Ya se han dado
algunos pasos hacia este fin. El mes pasado, el Gobierno ucraniano pidió a la
ICANN (Internet Corporation for Assigned Names and Numbers) que supervisa el
sistema de nombres de dominio de internet, que suspendiera el acceso de Rusia
al sistema, eliminando al efecto los dominos ".ru" de internet.
La ICANN, que antes
había sido una rama del Departamento de Comercio estadounidense pero que
actualmente opera como organización no gubernamental, rechazó rotundamente la
propuesta.
"Internet es un
sistema descentralizado. Ningún actor tiene la capacidad de controlarlo o
apagarlo", escribió el CEO Gorän Marby en su respuesta a la propuesta.
"Esencialmente, la ICANN se creó para garantizar que internet funcione, no
para que su capacidad coordinadora se utilice precisamente para lo
contrario".
La precaución de
Marby está justificada. ICANN no tiene ningún poder legal o de estatuto sobre
el sistema de nombres de dominio; sus decisiones son aceptadas voluntariamente
por todos los operadores de internet. Eso hace que la toma de decisiones sea
muy lenta (todo se debe acordar por consenso), pero es eficaz de cara a
mantener internet unificado.
Los otros órganos
rectores de internet funcionan de manera muy similar: son organismos
internacionales independientes que operan según acuerdos, no por la fuerza.
Casi todo el mundo coincide en que esta es una forma extraña y torpe de
gestionar una parte de la infraestructura global vital, pero no se ponen de
acuerdo sobre una alternativa mejor.
Para acordar una
nueva gobernanza de internet se requeriría el pacto de todas las naciones, algo
tan excepcional que casi nunca se consigue hoy en día. Eso explica que internet
se esté manteniendo unido por poco más que un acuerdo voluntario mutuo.
Entonces, ¿cómo sería
un Internet dividido en la práctica? ¿Estamos cerca de su creación?
Según el profesor de
la Escuela de Políticas Públicas del Instituto de Tecnología de Georgia (EE UU)
Milton Mueller, en lugar de que cada país utilizase su propia plataforma
partiendo de una tecnología común, la fragmentación real de internet podría
adoptar alguna de las dos formas siguientes.
"Una división
importante de internet implicaría un protocolo técnicamente incompatible
utilizado por una masa crítica de la población mundial", explica Mueller.
Este primer tipo de
separación no sería tan catastrófico. "Los tecnólogos probablemente encontrarían
una manera de unir los dos protocolos en poco tiempo", considera Mueller.
La segunda forma de
fragmentación consistiría en seguir usando protocolos técnicamente compatibles,
pero con órganos de gobierno diferentes para gestionar esos servicios, lo cual podría
resultar más difícil de revocar.
Si Rusia, China u
otros países crearan rivales de los organismos que gestionan direcciones IP y
sistemas de dominio (DNS, en inglés) y los establecieran, podría ser incluso
más difícil volver a unir internet que si se construyeran protocolos
tecnológicos diferentes. Se formarían distintas preferencias entre una u otra
alternativa, y la política de reconexión se volvería casi imposible.
El problema de volver
a conectar estas redes distintas en un internet global sería, por lo tanto,
político, no técnico, pero normalmente son los problemas políticos los más
difíciles de resolver.
También hay medidas
que, sin llegar a la fragmentación total de Internet, podrían tener un efecto
significativo en obstaculizar el flujo global de información, o en mantener el
buen funcionamiento de Internet en un estado paria.
Debido a la
naturaleza de internet para crear monopolios, algunos servicios tienen un
estatus de casi infraestructura. Amazon Web Services, por ejemplo, gestiona
gran parte del back-end de internet así que prohibirle el acceso a un
territorio concreto supondría consecuencias desastrosas. Del mismo modo, cortar
el acceso a los repositorios de GitHub paralizaría muchos servicios, al menos
temporalmente.
Rusia ha intentado
mitigar este riesgo pidiéndoles a sus webs oficiales y públicas que repatrien
sus datos, usen dominios .ru y minimicen el uso de proveedores de servicios en
el extranjero. Durante la semana pasada, hubo pánico porque se malinterpretó
que estas instrucciones iban dirigidas a todos los sitios web rusos. Además, se
llegaron a publicar artículos alarmistas (hasta ahora sin pruebas) que sugerían
que Rusia planeaba desconectarse por completo de internet.
Otros países y grupos
han buscado mitigar la naturaleza global de internet, y no solo las
autocracias. La UE, por ejemplo, intentó exigir que todos los datos sobre sus
ciudadanos se procesen dentro de sus fronteras, algo a lo que los gigantes
tecnológicos de EE UU se han resistido ferozmente.
Mientras tanto, Irán
ha ido generando conexiones nacionales entre sus principales instituciones
online, lo que le permite operar en una especie de red de internet funcional
exclusiva para Irán que podría usar en caso de que necesite aislarse de la red
global o si un adversario lo expulsase de la misma.
Pero China es quizá
la que tiene la relación más compleja con internet. Si bien las empresas de
tecnología nacidas en China a menudo prosperan en Occidente, como TikTok, casi
todos los servicios online utilizados por personas dentro de China son de
empresas chinas. Este país también tiene un enorme sistema de censura online
conocido como el 'Gran Cortafuegos de China'.
Charlie Smith (un
seudónimo debido a que trabaja revisando las políticas de censura en China) de
GreatFire, asegura que la relación del internet chino con la red global ha
cambiado con el tiempo.
"Al principio,
el bloqueo estaba impulsado por puras necesidades de censura. Por la necesidad
de ocultar alguna información sobre Xi Jinping, o encubrir algún gran desastre
que se podría atribuir directamente al Gobierno", señala. "Pero a
medida que se bloqueaban esos sitios web extranjeros, los empresarios chinos se
dieron cuenta de que había vacíos en el mercado que se podían llenar".
"No solo
llenaron esos vacíos, sino que apoyaron en la creación de empresas digitales
chinas que son tan valiosas como sus equivalentes occidentales, aunque estas
empresas no estén bien consolidadas fuera del país asiático".
Gracias a estas
instituciones independiente con trayectoria, Smith argumenta que China podría
manejar bien la situación de estar desconectada de internet, pero no le
conviene hacerlo.
"Creo que China
podría aislarse del internet principal y probablemente lo haría si hubiera una
crisis local suficientemente importante… Pero también considero que China
seguirá dependiendo de este internet global. La diáspora china está en todo el
mundo. Nadie quiere que se corten las conexiones con su familia y las empresas
seguirán dependiendo de la venta de sus productos en el extranjero".
Sin embargo, China
está ocupando puestos de responsabilidad en diversos órganos de gobierno de
internet -como corresponde a un país con más de mil millones de usuarios- e
intenta, por ahora, cambiar poco a poco los estándares, las reglas y los
protocolos para adaptarlos a sus necesidades.
Es muy posible que se
produzca una ruptura de Internet impulsada por la política más que por la
tecnología, pero por ahora todos parecen dispuestos mantener el frágil status
quo a su favor, sobre todo porque parece que, si se permite que internet se
rompa, sería muy difícil de reparar.
Fuente: MIT