El jefe de Inteligencia Artificial de
Google anuncia que para el último trimestre del año estará listo su Centro de
Datos Cuánticos. Asegura también que este mismo 2019 se produciría al fin la
supremacía cuántica, es decir, que los ordenadores cuánticos puedan resolver
problemas que las más potentes máquinas informáticas con tecnología
convencional no pueden.
Harmut Neven no parece un físico sino
un rockero de la vieja escuela. Ropa negra, rapado como Michael Stipe, flaco y
con los movimientos de Iggy Pop. Así, a pasos largos, con unas bambas con
tachuelas que parecen extraídas de la última colección de Dior, se desplaza por
el escenario del ICQT, la mayor concentración de expertos en tecnología
cuántica del planeta. Mil quinientos científicos reunidos en uno de las Siete
Hermanas de Stalin, los rascacielos que reinarían en Moscú.
Neven va explicando la aparición del
ordenador cuántico como quien explica el Big Bang. Un viaje del pasado para
entender el futuro. Hartmut Neven es director de ingeniería de Google. Y, por
ende, el jefe de su laboratorio de Inteligencia Artificial Cuántica. Lanza la
primera bomba de racimo. Para "el último trimestre del año estará listo su
Centro de Datos Cuánticos". Quizá lo más avanzado en esta tecnología en
todo el planeta. Al menos de lo que se ha hecho público... China y Rusia están
en la misma senda.
Habla del inicio de una nueva era. En
una imagen que tiene a su espalda se pone fecha al inicio de la supremacía
cuántica. ¿Qué significa? Que, por fin, los ordenadores cuánticos podrán
resolver problemas que son imposibles incluso para los mejores superordenadores
con tecnología convencional. La fecha que apunta es tan cercana que muchos
tragan saliva. Es este mismo 2019. La cuenta atrás de un cambio radical que
afectará nuestras vidas...
Neven ha sido uno de los invitados
estelares a la ICQT, quinta edición de la Conferencia Internacional de
Tecnologías Cuánticas, celebrada en Rusia.A.FEDOROV
Harmut (Aachen, Alemania, 1964) es el
autor de la denominada Ley de Neven. Está en contraposición de la ley de Moore
que es la que se mantiene vigente para los ordenadores convencionales. Gordon
E. Moore predijo que la cantidad de transistores en un microprocesador se iba a
duplicar cada dos años. Su teoría lleva sosteniéndose 54 años. Pero tiene fecha
de caducidad, ya que los transistores están alcanzado su límite físico. Son
incluso más pequeños que la mayoría de los virus. Se miden en nanómetros, o la
millonésima parte de un milímetro. Llegarán a solo dos nanómetros o 10 átomos
de diámetro, como ha señalado Science, una barrera infranqueable. La Ley de
Moore muere y así nace la Ley de Neven. Esta señala que el crecimiento del procesador
cuántico es "doblemente exponencial". Más rápido y de posibilidades
infinitas.
Jueves, 18 de julio. Neven coloca una
diapositiva. Aparece en pantalla la portada de un estudio que lidera el español
Benjamín Villalonga, la gran prueba que necesitaba la tecnología cuántica para
poder competir. Se titula 'Un simulador flexible de alto rendimiento para la
verificación y evaluación comparativa de circuitos cuánticos implementados en
hardware real'. Citado una y otra vez durante la quinta conferencia en tecnología
cuántica, organizada por el Russia Quantum Center, con expertos llegados de un
centenar de países, denota la importancia de este hallazgo.
Villalonga es uno de los prodigios
españoles en la materia. Así se describe lo que ha conseguido una publicación
del MIT: "El investigador del Laboratorio de Inteligencia Artificial
Cuántica del Centro de Investigación Ames de la NASA en California, (EE. UU.)
Benjamin Villalonga y su equipo han desarrollado una prueba de evaluación
comparativa que funciona tanto en dispositivos convencionales como en
dispositivos cuánticos. De esta manera, es posible comparar su
rendimiento". Es decir, ha establecido por fin el canon que permitirá
saber cuándo ocurrirá la supremacía cuántica. Esta hazaña la ha conseguido un
joven egresado en la Complutense, doctorando de la Universidad de Illinois.
"Es un mercado potencial de más
de 50.000 millones de euros", asegura Paul Bunyk, uno de los líderes de
D-Wave, la primera compañía en vender ordenadores cuánticos en el planeta. Portada
de Time, cada una de sus máquinas cuesta 15 millones de euros. Llevan 30 años
en este negocio, la otra vía frente a los ordenadores comunes. Anuncian una
nueva generación de sus aparatos, el salto definitivo, esperan. Estas máquinas
cuánticas funcionan de otro modo. No usan los bits tradicionales -basados en
lenguaje binario: unos y ceros- sino que utilizan cúbits. Estos funcionan de
modo tan distinto que se puede decir que actúan en un estado de superposición
subatómico. Lo que, simplificando mucho, significa que pueden ser ceros y unos
al mismo tiempo. Es la clave para dominar la tecnología del futuro. Por ello,
Europa va a invertir 1.100 millones en su programa para desarrollar la
tecnología cuántica. China, entre 10.000 y 50.000 millones. Rusia no se quiere
quedar atrás y se estima que dará a sus científicos entre 500 y 2.500 millones
en los próximos años.
¿Es posible la derrota del ordenador
convencional tan pronto? Muchos discrepan. Alexei Fedorov, uno de los prodigios
rusos, un genio de 25 años, cree que lo anunciado por Neven es sencillamente
alentador. "Pero nadie puede aún garantizar nada. Eso sí, la supremacía
cuántica está muy cerca. Sin duda".
Ruslan Yunusov, CEO del Russian
Quantum Center, en conversación con PIXEL, va más allá. "Se podría decir
que es la nueva carrera espacial. Pero ésta tendrá un componente económico que
no tuvo el llegar a la Luna. Es que, quien lidere la tecnología cuántica será
dueño del futuro en todos los sentidos. Dominará la economía mundial. Y esta
vez hay muchos más países involucrados. No sólo EEUU y Rusia".
¿Cuáles son los usos prácticos de esta
tecnología? Van desde el anuncio del Gobierno chino de que ordenará el tráfico
de sus megalópolis -con ayuda del grupo Volkswagen- con tecnología cuántica
hasta poder detectar una enfermedad solo respirando en un dispositivo. Cabe
recordar, que fue un ordenador cuántico el que permitió, este año, enviar un
electrón al pasado.
Fuente: Expansion.com