El informe 'Perspectivas económicas mundiales', elaborado por el Banco Mundial, prevé un período de escaso crecimiento y una elevada inflación en los próximos años
Este contexto aumenta el riesgo de estanflación, con
consecuencias potencialmente perjudiciales tanto para las economías de ingreso
mediano como para las de ingreso bajo. La estanflación lleva a un escenario de
estancamiento de la economía, con incremento de las tasas de paro donde el
ritmo de la inflación no cede. Es la tormenta perfecta.
El término fue
acuñado en 1965 por el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod
quien, en un discurso ante el Parlamento en ese año, dijo: “Ahora tenemos lo
peor de ambos mundos: no sólo inflación por un lado o estancamiento por el
otro, sino ambos juntos. Tenemos una especie de ‘estanflación’”.
Se prevé que el
crecimiento mundial descienda del 5,7% en 2021 al 2,9% en 2022, un porcentaje
considerablemente menor que el 4,1% que se anticipó en enero. Se prevé que
oscile en torno a ese ritmo durante el período 2023-24, a medida que la guerra
en Ucrania afecte la actividad, la inversión y el comercio en el corto plazo;
la demanda reprimida se disipe, y vayan eliminándose las políticas monetarias y
fiscales acomodaticias. Como resultado de los daños derivados de la pandemia y
la guerra, este año, el nivel de ingreso per cápita de las economías en
desarrollo se ubicará casi un 5 % por debajo de su tendencia previa a la
pandemia.
“La guerra en
Ucrania, los confinamientos en China, los trastornos de la cadena de suministro
y el riesgo de estanflación afectan el crecimiento. Para muchos países, será
difícil evitar la recesión”, afirmó el presidente del Grupo Banco Mundial,
David Malpass. “Los mercados están expectantes, por lo que es urgente fomentar
la producción y evitar las restricciones comerciales. Se requieren cambios en
las políticas fiscales, monetarias, climáticas y de endeudamiento para
contrarrestar la asignación inadecuada de capital y la desigualdad”.
En el informe
Perspectivas económicas mundiales del mes de junio se presenta la primera
evaluación sistemática de la forma en que las actuales circunstancias
económicas mundiales se comparan con la estanflación de la década de 1970, con
especial énfasis en la forma en que la estanflación podría afectar los mercados
emergentes y las economías en desarrollo. La recuperación de la estanflación
que se registró en los años setenta exigió fuertes aumentos en las tasas de
interés en las principales economías avanzadas, lo que contribuyó en gran
medida a desencadenar una serie de crisis financieras en los mercados
emergentes y las economías en desarrollo.
“Las economías en
desarrollo deberán equilibrar la necesidad de garantizar la sostenibilidad
fiscal con la necesidad de mitigar los efectos de las múltiples crisis en los
ciudadanos más pobres”, señaló Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas
del Banco Mundial. “Comunicar con claridad las decisiones en materia de
política monetaria, aprovechar la credibilidad de los marcos de política
monetaria y proteger la independencia del banco central puede anclar
eficazmente las expectativas inflacionarias y reducir el grado de restricción
monetaria requerida para lograr los efectos deseados sobre la inflación y la
actividad”.
La coyuntura actual
se asemeja a la de la década de 1970 en tres aspectos principales: perturbaciones
continuas del lado de la oferta que favorecen la inflación, precedidas por un
período prolongado de política monetaria altamente acomodaticia en las
principales economías avanzadas; perspectivas de menor crecimiento, y
vulnerabilidades que los mercados emergentes y las economías en desarrollo
afrontan respecto de la aplicación de una política monetaria restrictiva que
será necesaria para poner freno a la inflación.
Sin embargo, el
episodio actual también difiere del que se vivió en los años setenta en
múltiples dimensiones: el dólar es fuerte, lo que refleja un marcado contraste
con la grave debilidad que tenía la divisa en esa década; los porcentajes de
aumento de los precios de los productos básicos son menores, y los balances de
las principales instituciones financieras son en general más sólidos. Lo que es
más importante, a diferencia de los años setenta, los bancos centrales de las
economías avanzadas y muchas economías en desarrollo tienen, en la actualidad,
mandatos claros para la estabilidad de los precios y, durante las últimas tres
décadas, han establecido un historial creíble de cumplimiento de sus metas de
inflación.
Se prevé que la
inflación mundial será moderada el próximo año, pero probablemente seguirá
estando por encima de las metas de inflación en muchas economías. En el informe
se observa que, si la inflación continúa siendo elevada, una repetición de la
resolución del anterior episodio de estanflación podría traducirse en una
marcada desaceleración mundial, acompañada de crisis financieras en algunos
mercados emergentes y economías en desarrollo.
En el informe también
se ofrecen nuevas perspectivas acerca de cómo los efectos de la guerra sobre
los mercados de la energía empañan el panorama del crecimiento mundial. La
guerra en Ucrania provocó un alza en los precios en diversos productos básicos
relacionados con la energía. Los precios más altos de la energía reducirán los
ingresos reales, aumentarán los costos de producción, restringirán la situación
financiera y limitarán la política macroeconómica, especialmente en los países
importadores de energía.
Se prevé que el
crecimiento en las economías avanzadas se desacelere drásticamente del 5,1 % en
2021 al 2,6 % en 2022 (1,2 puntos porcentuales por debajo de las proyecciones
de enero). Se prevé que el crecimiento se modere aún más al 2,2 % en 2023, lo
que reflejará en gran medida la retirada del apoyo mediante políticas
monetarias y fiscales proporcionado durante la pandemia.
Entre los mercados
emergentes y las economías en desarrollo, también se prevé una caída del
crecimiento del 6,6 % en 2021 al 3,4 % en 2022, muy por debajo del promedio
anual del 4,8 % durante el período comprendido entre 2011 y 2019. Los efectos
secundarios negativos de la guerra neutralizarán considerablemente cualquier
estímulo de corto plazo para algunos exportadores de productos básicos derivado
de los precios de energía más altos. Se revisaron los pronósticos del
crecimiento de 2022 en casi el 70 % de los mercados emergentes y las economías
en desarrollo, que incluye la mayoría de los países importadores de productos
básicos, así como cuatro quintos de los países de ingreso bajo.
En el informe se
destaca la necesidad de tomar medidas de política decisivas a nivel nacional y
mundial para evitar que la guerra en Ucrania provoque peores consecuencias para
la economía mundial. Esto incluirá esfuerzos globales para limitar los daños
provocados a quienes se hayan visto afectados por la guerra, amortiguar el
impacto del alza en los precios del petróleo y los alimentos, agilizar el
alivio de la deuda y ampliar la vacunación en los países de ingreso bajo.
También implicará contar con enérgicas respuestas de la oferta a nivel nacional
y, a la vez, mantener el adecuado funcionamiento de los mercados de productos básicos
a nivel mundial.
Además, los
encargados de formular las políticas deberán abstenerse de implementar
políticas distorsionadoras, como controles de precios, subvenciones y
prohibiciones de exportación, que podrían acrecentar el reciente aumento en los
precios de los productos básicos. En el contexto complejo de una mayor
inflación, un menor crecimiento, una situación financiera más restrictiva y un
limitado espacio para la política fiscal, los Gobiernos deberán redefinir la
prioridad de los gastos para orientarlos a brindar apoyo específico a las
poblaciones vulnerables.
Perspectivas
regionales
En Asia oriental y el
Pacífico, según las proyecciones, el crecimiento se desacelerará al 4,4% en
2022 y aumentará al 5,2% en 2023. Europa y Asia central: se prevé que la
economía regional se contraiga en un 2,9% en 2022 antes de crecer un 1,5% en
2023.
América Latina y el
Caribe: se pronostica que el crecimiento se desacelerará al 2,5% en 2022 y al
1,9% en 2023. Oriente Medio y Norte de África: se pronostica que el crecimiento
se acelerará al 5,3% en 2022 antes de atenuarse hasta el 3,6% en 2023.
Asia meridional: se
pronostica que el crecimiento se desacelerará al 6,8% en 2022 y al 5,8 % en
2023. África subsahariana: según las previsiones, el crecimiento se moderará al
3,7% en 2022 y aumentará al 3,8% en 2023.
Fuente: Diario16.com