Los casos que Cristina Cifuentes,
Pablo Casado y Carmen Montón demuestran que montar la marca personal sobre
mentiras o medias verdades no compensa
El descubrimiento que hizo
eldiario.es, que destapó que la entonces ministra de Sanidad se había sacado un
máster en la Universidad Rey Juan Carlos de forma irregular, y sus erráticas
explicaciones posteriores hicieron que Montón se convirtiese en la protagonista
de un escándalo.
Y Montón no es la primera política que
este año se enfrenta a una crisis de reputación - y arrastra a su partido
político también a ello - por culpa de un título cuestionable. El caso de
Cristina Cifuentes fue el primer gran escándalo de este tipo, seguido no hace
mucho por las idas y venidas sobre el título de Pablo Casado. Los titulares de
prensa han echado por tierra la reputación de la Universidad Rey Juan Carlos,
que está sufriendo una crisis de la que pocos sobrevivirían y a que le costará
mucho que se olvide. Pero además todas estas historias pueden servir para
aprender una lección más.
Mentir
en el CV no compensa
Esa lección es la de que mentir en el
CV o maquillar la realidad para que resulte más en teoría atractiva es no solo
un problema muy serio (y que en algunos casos puede acabar con teniendo un
lastre legal), sino también un tiro en el pie en lo que a imagen de marca
personal se refiere.
Venderse como un experto en algo en lo
que no es, aunque sea con las mejores intenciones o con cierto débil andamiaje
detrás, es simplemente una manera de hipotecar la imagen personal y
profesional, sin saber realmente cuando este problema estallará en tus narices
y cuando arrasará lo que se haya conseguido de forma sólida y solvente en lo
que a trayectoria y marca personal se refiere.
El problema no es además algo que solo
afecte a políticos: en la empresa privada también se produce y también tiene
efectos devastadores en términos de imagen y de marca personal. Quizás, uno de
los casos más llamativos fue el que protagonizó Yahoo hace unos años. En uno de
los momentos más duros para la compañía, cuando la dirección daba tumbos y la
firma intentaba encontrar su lugar y tras haber despedido a su consejera
delegada, ficharon a otro directivo. Scott Thompson llegó, se posicionó y acabó
dimitiendo cinco meses después por razones personales. Poco antes de su
dimisión un medio había destapado que las licenciaturas que aparecían en su CV
eran falsas.
Fue uno de muchos: tanto que hay hasta
medios que han hecho listicles con altos directivos que mintieron en su CV.
El
lastre de la titulitis
En el fondo, se podría encontrar
también otro nexo común a todas ellas. Es bastante probable que partan de la
tendencia a la 'titulitis', esa valoración excesiva de los títulos y de todo
aquello que se puede poner con nombre más o menos resultón en el currículo.
Acumular títulos se ha convertido en
las últimas décadas en una especie de tendencia, especialmente si se quiere
entrar en cierto terreno o alcanzar ciertos puestos dentro del mundo de la
empresa. En algunos países, además, en los que hay 'universidades de primera',
no solo se trata de intentar vender un título sino también un título de una
universidad concreta.
Pero ¿es realmente importante tener un
título? ¿Es necesario acumular nombres y más nombres de formaciones en el CV?
De entrada, habría que separar dos cosas. Una esa la formación que se realiza
para adquirir nuevos conocimientos o para reciclarse como profesional, la
formación que tiene un objetivo claro (y ante la que posiblemente nada se pueda
puntualizar). Otra es la formación que se hace como una manera de sumar cosas
al CV y de que parezca 'bonito', la de acumular títulos y más títulos. Y ahí sí
se pueden poner muchas cosas en cuestionamiento.
Cuando
el título no dice nada
Porque los títulos por los títulos ya
no son tan importantes ni tan valorados, ni siquiera en un mercado tan aquejado
de titulitis como es el español. Como apuntan varios especialistas de recursos
humanos, ellos ya han empezado a separar títulos de adorno de los que son
claves para una profesión. Los expertos también confirman que un título ya no
es garantía de nada en el mundo del trabajo. "Puede haber algunos puestos
en los que sea obligatorio tener un máster, pero es un porcentaje cada vez más
bajo", apunta un responsable de reclutamiento de mandos medios. Lo que
importa es saber lo que se hace y valer para ese trabajo.
Incluso empresas en las que se miraba
con lupa la formación, como en Google (que analizaba hasta las notas que
sacaban sus potenciales trabajadores en sus años universitarios), han empezado
a valorar menos esas cuestiones. "Descubrimos que estas cosas no nos
permiten predecir nada respecto al buen desempeño de un futuro trabajador pueda
tener dentro del trabajo", aseguraba uno de sus responsables de recursos
humanos. Google es una de las grandes empresas (IBM o Apple son otras) en las
que los títulos ya no se ven como exactamente una garantía de algo.
Y, quizás, el problema está también en
que los títulos se han quedado un tanto vacíos en esa carrera por ser cosas y
por posicionarse de cierto modo como profesional. Quizás el abuso del uso de
títulos para asentar la marca personal ha hecho que estos se devalúen.
Fuente: Puro Marketing.com