26 de mayo de 2020

CORONAVIRUS. Las secuelas del covid-19, de los pulmones al corazón

La primera vez que se oyó hablar de covid-19, cuando el virus todavía era un gran desconocido, se creyó que se trataba de una neumonía más. Pero ahora, tras meses de convivencia forzada con esta pandemia y millones de diagnósticos en todo el mundo, la experiencia indica que se podría tratar de algo más. 
En los casos más graves, la enfermedad podría dejar huella desde los pulmones, la zona cero de la infección, hasta el corazón, los riñones, el hígado, el cerebro y el aparato motor. Difícil, por ahora, saber qué es efecto directo del virus y qué puede derivarse del proceso de hospitalización. Varios médicos y pacientes exponen cuáles son las posibles secuelas que quedan tras superar la infección.
Pulmones, el epicentro de la enfermedad
La gran preocupación a corto y largo plazo son los pulmones, epicentro de la enfermedad. En los casos más graves, el órgano puede quedar malherido. Incluso tras superar la infección, queda por saber de qué manera se 'cicatrizarán' las huellas que deja el virus y hasta qué punto podrían afectar al funcionamiento del órgano. "En algunos de los pacientes que han estado ingresados, ya sea en planta o en cuidados intensivos, hemos observado signos de fibrosis. O que la neumonía presenta una evolución muy lenta incluso después de haber superado la enfermedad. Estamos trabajando para evaluar la pérdida de capacidad pulmonar en estos pacientes", explica Germán Peces-Barba, vicepresidente neumólogo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Este tipo de secuelas, explica el doctor, se manifiestan sobre todo en los casos más graves que han requerido largas hospitalizaciones y tratamientos más complejos, incluida la intubación en las UCI. Por eso mismo, es difícil decir si los daños a largo plazo dependerán del propio virus o de los efectos adversos del proceso de cura. "Sabemos que los pacientes que han estado intubados, con respiradores o con oxígeno durante mucho tiempo pueden desarrollar lesiones", recuerda Peces-Barba.
"Ahora estamos empezando a hacer las revisiones de los primeros pacientes covid-19 que ingresaron en marzo. Algunos llegan a la consulta diciendo que les falta el aire, pero muchas veces no encontramos ningún problema objetivo que lo explique. Después de descartar las causas pulmonares,  hay que explicarles que existen otras posibles causas asociadas a este síntoma, como la debilidad muscular, el estrés y la angustia acumuladas en  estos días", relata el doctor.
Cerebro, donde los síntomas son sutiles
La búsqueda de las posibles secuelas del covid-19 también pasa por el cerebro. "Sabemos que hay sintomatología neurológica asociada a la infección", explica Josep M. Tormos, director de investigación del Institut Guttmann. Algunos pacientes diagnosticados han reportado pérdida del olfato y el gusto (anosmia y ageusia), así como dolores de cabeza y otras alteraciones neurológicas durante la fase aguda de la enfermedad. Una vez recuperados, hay quienes arrastran problemas de memoria a corto y medio plazo, alteraciones en las funciones ejecutivas y un cuadro de fatiga generalizada. "Todavía no sabemos si estos problemas se derivan directamente de la infección o de otros factores. Tampoco sabemos cuánto durarán. Ahora trabajamos para estudiar este fenómeno y ayudar a la rehabilitación de los pacientes afectados", explica el doctor Tormos.
En el caso de los pacientes covid-19 con pronóstico grave, sería razonable pensar que los problemas respiratorios que han sufrido también hayan podido dejar huella en el cerebro. Pero también podrían entrar en juego otras variables, como la posible inflamación causada por la infección. O el estresante proceso de hospitalización, cura y recuperación. "También podría ser que este cuadro actúe de desencadenante para enfermedades que ya existían de manera larvada. La mayoría de las secuelas neurológicas que hemos observado hasta ahora son en personas de entre 40 y 65 años, la edad en la que se suelen manifestar este tipo de afecciones estructurales", argumenta el investigador. Imposible, por ahora, responder a esta cuestión.
Corazón, víctima de una tormenta inflamatoria
Los estudios preliminares publicados hasta la fecha coinciden con los médicos en señalar que, más allá de los pulmones, el covid-19 desencadena una tormenta inflamatoria en todo el cuerpo. Llegados al corazón, los efectos de este fenómeno también podrían dejar su huella. En las unidades de cuidados intensivos de los hospitales, se ha visto  daño miocárdico, fallo cardíaco y arritmias en los pacientes covid-19. "No sabemos si es un efecto directo del virus o una consecuencia de la inflamación. La insuficiencia respiratoria podría provocar que el oxígeno en sangre sea menor y que eso acabe provocando un daño miocárdico. Pero también podrían darse por problemas de circulación o de coagulación", explica Ana Ochagavía, directora del Área de Críticos y del Servicio de Medicina Intensiva del Parc Taulí. Recientes estudios, además, apuntan a que algunos de los tratamientos experimentales aplicados en pacientes covid-10 podrían desencadenar efectos adversos en el corazón.
"Es difícil medir el impacto de la enfermedad sobre el corazón porque, en algunos casos, los síntomas de insuficiencia cardíaca se confunden con los de la propia neumonía", explica la doctora. El riesgo de sufrir este tipo de afectaciones cardíacas depende de la gravedad del paciente y de los factores de riesgo previos que pudiera tener. "Basándonos en lo que sabemos de otras infecciones, esperamos que no haya demasiadas secuelas a largo plazo. Aún así, tenemos que estudiar estos casos para saber cómo mejorar el tratamiento de los futuros pacientes y saber si, en un futuro, se necesitará aplicar tratamientos específicos para el corazón", comenta Ochagavía.
Aparato motor, resentido por la falta de movilidad
Muchos de los pacientes ingresados por covid-19 abandonan el hospital, una vez recuperados de la infección, arrastrando problemas de movilidad. Tras semanas postrados en la cama, hay quienes sufren deterioro muscular, pérdida de movilidad, parálisis o atrofia. También se están observando daños en las cuerdas vocales en pacientes que han estado intubados y que ahora muestran problemas tanto en la voz como al tragar. "Ya estamos empezando a atender a pacientes con secuelas motoras y neurológicas", explica Judith Sánchez Raya, jefa del servicio de Medicina Física y de Rehabilitación del Vall d'Hebrón, uno de los centros que ya ha puesto en marcha un programa para tratar a pacientes con este tipo de secuelas.
Del hígado a los riñones, ¿dañados por los medicamentos?
Todavía es pronto para saber cuál es el impacto total del virus en el cuerpo humano. Pero, por ahora, la experiencia clínica sugiere que en los casos más graves pueden darse alteraciones multiorgánicas. "Hemos observado alteraciones en la función renal y hepática. Pero no sabemos si es una consecuencia del virus, de la medicación o de las alteraciones cardiovasculares", Josep Trenado, de la Sociedad Española de Medicina Intensiva (SEMICYUC). Podría ser que el hígado y los riñones queden resentidos tras filtrar los medicamentos que en su momento se utilizaron para salvar la vida del paciente. Pero también podría ser que estos órganos queden afectados por los pequeños trombos causados por el proceso inflamatorio. "Este tipo de complicaciones suelen verse más en el caso de pacientes con enfermedades que ya de por sí comprometen el riñón. Lo que haría esta enfermedad es poner de manifiesto un daño oculto y acelerar su deterioro", reflexiona el doctor.
Fuente:elPeriodico.com