La primera vez que se oyó hablar de
covid-19, cuando el virus todavía era un gran desconocido, se creyó que se
trataba de una neumonía más. Pero ahora, tras meses de convivencia forzada con
esta pandemia y millones de diagnósticos en todo el mundo, la experiencia
indica que se podría tratar de algo más.
En los casos más graves, la enfermedad
podría dejar huella desde los pulmones, la zona cero de la infección, hasta el
corazón, los riñones, el hígado, el cerebro y el aparato motor. Difícil, por
ahora, saber qué es efecto directo del virus y qué puede derivarse del proceso
de hospitalización. Varios médicos y pacientes exponen cuáles son las posibles
secuelas que quedan tras superar la infección.
Pulmones, el epicentro de la
enfermedad
La gran preocupación a corto y largo
plazo son los pulmones, epicentro de la enfermedad. En los casos más graves, el
órgano puede quedar malherido. Incluso tras superar la infección, queda por
saber de qué manera se 'cicatrizarán' las huellas que deja el virus y hasta qué
punto podrían afectar al funcionamiento del órgano. "En algunos de los
pacientes que han estado ingresados, ya sea en planta o en cuidados intensivos,
hemos observado signos de fibrosis. O que la neumonía presenta una evolución
muy lenta incluso después de haber superado la enfermedad. Estamos trabajando
para evaluar la pérdida de capacidad pulmonar en estos pacientes", explica
Germán Peces-Barba, vicepresidente neumólogo de la Sociedad Española de
Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Este tipo de secuelas, explica el
doctor, se manifiestan sobre todo en los casos más graves que han requerido
largas hospitalizaciones y tratamientos más complejos, incluida la intubación
en las UCI. Por eso mismo, es difícil decir si los daños a largo plazo dependerán
del propio virus o de los efectos adversos del proceso de cura. "Sabemos
que los pacientes que han estado intubados, con respiradores o con oxígeno
durante mucho tiempo pueden desarrollar lesiones", recuerda Peces-Barba.
"Ahora estamos empezando a hacer
las revisiones de los primeros pacientes covid-19 que ingresaron en marzo.
Algunos llegan a la consulta diciendo que les falta el aire, pero muchas veces
no encontramos ningún problema objetivo que lo explique. Después de descartar
las causas pulmonares, hay que explicarles
que existen otras posibles causas asociadas a este síntoma, como la debilidad
muscular, el estrés y la angustia acumuladas en
estos días", relata el doctor.
Cerebro, donde los síntomas son
sutiles
La búsqueda de las posibles secuelas
del covid-19 también pasa por el cerebro. "Sabemos que hay sintomatología
neurológica asociada a la infección", explica Josep M. Tormos, director de
investigación del Institut Guttmann. Algunos pacientes diagnosticados han
reportado pérdida del olfato y el gusto (anosmia y ageusia), así como dolores
de cabeza y otras alteraciones neurológicas durante la fase aguda de la enfermedad.
Una vez recuperados, hay quienes arrastran problemas de memoria a corto y medio
plazo, alteraciones en las funciones ejecutivas y un cuadro de fatiga
generalizada. "Todavía no sabemos si estos problemas se derivan
directamente de la infección o de otros factores. Tampoco sabemos cuánto durarán.
Ahora trabajamos para estudiar este fenómeno y ayudar a la rehabilitación de
los pacientes afectados", explica el doctor Tormos.
En el caso de los pacientes covid-19
con pronóstico grave, sería razonable pensar que los problemas respiratorios
que han sufrido también hayan podido dejar huella en el cerebro. Pero también
podrían entrar en juego otras variables, como la posible inflamación causada
por la infección. O el estresante proceso de hospitalización, cura y
recuperación. "También podría ser que este cuadro actúe de desencadenante
para enfermedades que ya existían de manera larvada. La mayoría de las secuelas
neurológicas que hemos observado hasta ahora son en personas de entre 40 y 65
años, la edad en la que se suelen manifestar este tipo de afecciones
estructurales", argumenta el investigador. Imposible, por ahora, responder
a esta cuestión.
Corazón, víctima de una tormenta
inflamatoria
Los estudios preliminares publicados
hasta la fecha coinciden con los médicos en señalar que, más allá de los
pulmones, el covid-19 desencadena una tormenta inflamatoria en todo el cuerpo.
Llegados al corazón, los efectos de este fenómeno también podrían dejar su
huella. En las unidades de cuidados intensivos de los hospitales, se ha visto daño miocárdico, fallo cardíaco y arritmias
en los pacientes covid-19. "No sabemos si es un efecto directo del virus o
una consecuencia de la inflamación. La insuficiencia respiratoria podría provocar
que el oxígeno en sangre sea menor y que eso acabe provocando un daño
miocárdico. Pero también podrían darse por problemas de circulación o de
coagulación", explica Ana Ochagavía, directora del Área de Críticos y del
Servicio de Medicina Intensiva del Parc Taulí. Recientes estudios, además,
apuntan a que algunos de los tratamientos experimentales aplicados en pacientes
covid-10 podrían desencadenar efectos adversos en el corazón.
"Es difícil medir el impacto de
la enfermedad sobre el corazón porque, en algunos casos, los síntomas de
insuficiencia cardíaca se confunden con los de la propia neumonía",
explica la doctora. El riesgo de sufrir este tipo de afectaciones cardíacas
depende de la gravedad del paciente y de los factores de riesgo previos que pudiera
tener. "Basándonos en lo que sabemos de otras infecciones, esperamos que
no haya demasiadas secuelas a largo plazo. Aún así, tenemos que estudiar estos
casos para saber cómo mejorar el tratamiento de los futuros pacientes y saber
si, en un futuro, se necesitará aplicar tratamientos específicos para el corazón",
comenta Ochagavía.
Aparato motor, resentido por la falta
de movilidad
Muchos de los pacientes ingresados por
covid-19 abandonan el hospital, una vez recuperados de la infección,
arrastrando problemas de movilidad. Tras semanas postrados en la cama, hay
quienes sufren deterioro muscular, pérdida de movilidad, parálisis o atrofia.
También se están observando daños en las cuerdas vocales en pacientes que han
estado intubados y que ahora muestran problemas tanto en la voz como al tragar.
"Ya estamos empezando a atender a pacientes con secuelas motoras y
neurológicas", explica Judith Sánchez Raya, jefa del servicio de Medicina
Física y de Rehabilitación del Vall d'Hebrón, uno de los centros que ya ha puesto
en marcha un programa para tratar a pacientes con este tipo de secuelas.
Del hígado a los riñones, ¿dañados por
los medicamentos?
Todavía es pronto para saber cuál es
el impacto total del virus en el cuerpo humano. Pero, por ahora, la experiencia
clínica sugiere que en los casos más graves pueden darse alteraciones
multiorgánicas. "Hemos observado alteraciones en la función renal y
hepática. Pero no sabemos si es una consecuencia del virus, de la medicación o
de las alteraciones cardiovasculares", Josep Trenado, de la Sociedad
Española de Medicina Intensiva (SEMICYUC). Podría ser que el hígado y los
riñones queden resentidos tras filtrar los medicamentos que en su momento se
utilizaron para salvar la vida del paciente. Pero también podría ser que estos
órganos queden afectados por los pequeños trombos causados por el proceso
inflamatorio. "Este tipo de complicaciones suelen verse más en el caso de
pacientes con enfermedades que ya de por sí comprometen el riñón. Lo que haría
esta enfermedad es poner de manifiesto un daño oculto y acelerar su deterioro",
reflexiona el doctor.
Fuente:elPeriodico.com