La Unión Europea (UE) está construyendo las bases para desarrollar una industria tecnológica fuerte en algunos campos y reducir así su dependencia del exterior, tanto de EE UU como de China. Inteligencia artificial (IA), 'cloud computing' y semiconductores son algunos de los sectores en los que la Unión Europea está desarrollando sus planes.
En materia de la nube
digital, Europa quiere que su proyecto de computación GAIA-X sea la nube casi
por defecto. Su objetivo es desarrollar requisitos comunes para una infraestructura
de datos europea, en los que la apertura, la transparencia y la capacidad de
conectarse con otros países de la UE sean clave. Actualmente participan en el
proyecto representantes de siete Estados miembros, pero el reto es que se vayan
sumando el resto.
Europa no solo quiere
que las empresas del continente confíen en esta nube y en sus proveedores, sino
que la propia soberanía digital de los usuarios de los servicios en la nube
esté garantizada porque se cumplen con todas las regulaciones que la Unión
Europa tiene en diferentes materias, como seguridad y privacidad de los datos.
Además, GAIA-X nace con la voluntad de garantizar la escalabilidad de los
proveedores europeos de la nube.
Hoy día, los
proveedores norteamericanos suelen ser todavía los que se llevan la mayor parte
de los contratos cuando las empresas europeas deciden apostar por el 'cloud
computing'. Según los datos de la consultora de tecnología Synergy, el 66% de
la facturación en ese ámbito de las empresas europeas va a parar a AWS (Amazon
Web Services), Google y Microsoft, esto es, la tres compañías más grandes del
sector tecnología y todas precisamente de origen estadounidense.
Como parte de este
proyecto GAIA-X, se están desarrollando las bases para una infraestructura de
datos abierta y federada basada en valores europeos. Pero, además de la nube,
Europa también quiere ser fuerte en otras industrias tecnológicas claves para
la economía actual, y aún más para la del futuro, como la electrónica y los
semiconductores. En estos momentos, muchos de los grandes actores de ese
negocio son norteamericanos, aunque es en el sudeste asiático donde se acaban
fabricando la mayoría de estos chips y procesadores.
Sin embargo, en Europa
también existe una larga tradición en el diseño y fabricación de estos
componentes. De hecho, la mayoría de los teléfonos móviles llevan dentro
procesadores que, independientemente de la marca que los haya fabricado, han
sido diseñados por la firma británica ARM. Esta empresa licencia sus diseños
para que cualquier compañía pueda fabricar sus propios chips. Pero su dueño
pasará pronto al otro lado del Atlántico. La multinacional estadounidense
Nvidia ha llegado a un pacto –aún pendiente del permiso de las autoridades–
para comprarla.
La idea de Europa
para ser fuerte en este terreno de los semiconductores es que todos los países
colaboren en el diseño y en la fabricación de estos componentes, claves para
cada vez más sectores económicos e industriales.
La iniciativa
conjunta de la Unión tiene como objetivo mejorar la cooperación entre los
países miembros y aumentar la inversión a lo largo de la cadena de valor de los
semiconductores en equipos y materiales, diseño, fabricación y embalaje avanzados,
cuando sea posible a través de los fondos europeos de recuperación y resiliencia.
Este proyecto, en el que participa España, es una de las siete áreas en las que
se fomentan los planes coordinados de los Estados en el marco de
NextGenerationEU.
Baterías para todos
Mientras, la European
Battery Alliance (EBA), lanzada en 2017 por la Comisión (CE) y 12 Estados
miembros (Alemania, Francia, Italia y España entre ellos), contará con 2.900
millones de los fondos europeos para un proyecto de investigación e innovación
en el sector de las baterías, especialmente aquellas destinadas a la automoción
y con fines sostenibles. En Bruselas esperan que, además, esta iniciativa
movilice otros 9.000 millones en inversiones privadas adicionales.
Este proyecto, cuyo
reto es construir una industria paneuropea de baterías sólida, quiere ser un
jugador importante en un mercado que –según sus cálculos– moverá 250.000
millones de euros al año en 2025. De momento, ya se han sumado más de 500
miembros de toda la cadena de valor. Entre sus participantes hay distintos
actores del mundo industrial, académico y financiero, desde la minería hasta el
reciclaje.
Fuente: eldiariomontanes.es