La
segunda criptomoneda más valiosa del mundo también se ha convertido en la más
interesante gracias a sus aplicaciones más allá del simple intercambio de
dinero, como en finanzas complejas y salud. Esta es la historia del que llegó
segundo
Al
principio, estaba Bitcoin. Para muchos, la criptomoneda se ha convertido en
sinónimo de dinero digital, llegando a alcanzar una capitalización de mercado
de casi 90.000 millones de euros. Pero la segunda moneda más valiosa, Ether,
puede que sea mucho más interesante que su hermano mayor que acapara titulares
[ver La lenta muerte de Bitcoin a manos de sus rivales (aunque todas son
iguales)]. Para entender por qué es tan popular, primero hay que entender por
qué existe el software que lo ejecuta, llamado Ethereum.
Hace
exactamente nueve años, en Halloween de 2008, una o varias personas publicaron
(bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto) un libro blanco que describía un nuevo
sistema que dependería de una red de computadoras "descentralizada"
para facilitar el intercambio de valor entre pares (Bitcoins). Esas
computadoras verificarían y registrarían cada transacción en un libro mayor
compartido y cifrado. Nakamoto llamó bautizó al libro como "cadena de
bloques", porque está compuesto por grupos de transacciones denominados
"bloques", cada uno criptográficamente vinculado con el que le
precede.
Con
el tiempo, Bitcoin despegó, y pronto la gente se aferró a la idea de que
blockchain podría usarse para hacer otras muchas cosas, desde el seguimiento de
datos médicos (ver 'Blockchain', la tecnología estrella para gestionar los
datos sanitarios) hasta la ejecución de transacciones financieras complejas
(ver La utilidad de Bitcoin en el futuro es independiente de la moneda). Pero
su diseño, creado específicamente para hacer de moneda, limitó la gama de
aplicaciones que podía admitir, y los aficionados a Bitcoin comenzaron a idear
nuevos enfoques.
De este caldo primigenio surgió
Ethereum.
En un
libro blanco de 2013, Vitalik Buterin, que entonces sólo tenía 19 años,
presentó su plan para un sistema de cadena de bloques que también podría
facilitar todo tipo de "aplicaciones descentralizadas". En gran
parte, Buterin lo logró al agregar un lenguaje de programación a Ethereum para
que la gente pudiera personalizarlo según sus necesidades. Estas nuevas aplicaciones
se basan en los denominados contratos inteligentes: programas informáticos que
ejecutan transacciones, generalmente mediante transferencias de dinero, de
acuerdo a las estipulaciones acordadas por los participantes.
Imagine,
por ejemplo, que quiere enviar criptomonedas a su amigo de forma automática y
en un momento específico. Hay un contrato inteligente para eso. Los contratos
inteligentes más complejos incluso permiten la creación de criptomonedas
completamente nuevas. Esa característica es el núcleo de la mayoría de las
ofertas iniciales de moneda (Ver Las criptomonedas están sustituyendo a las
acciones y parece que todos ganan).
La
potencia de procesamiento necesaria para ejecutar los contratos inteligentes
proviene de las computadoras de una red abierta y distribuida. Esos ordenadores
también verifican y registran las transacciones en el blockchain. Los tokens (o
fichar) de Ether, actualmente valorados en 258 euros cada uno, son la
recompensa por estas contribuciones. Mientras que Bitcoin es el primer libro de
contabilidad mundial compartido, Ethereum es considerada como la primera
computadora global compartida. La tecnología es incipiente y hay muchos
problemas que resolver, pero de eso trata todo este lío.
Fuente: MIT Technology
Review