Algunos mineros se
están alzando contra el poder de la empresa china Bitmain y sus ASIC
especializados en las operaciones necesarias para añadir nuevos bloques a las
cadenas. Su uso está concentrando esta capacidad en muy pocas manos, lo que
amenaza la naturaleza descentralizada
Si el mayor bien
común que las criptomonedas ofrecen a la sociedad radica en su naturaleza
descentralizada (una cualidad que impide que una única persona, empresa o grupo
las controlen), entonces la llegada de los circuitos integrados para aplicaciones
específicas (o ASIC, por sus siglas en inglés) especializados en minar
criptomonedas es para echarse a temblar.
Los criptoASIC son
chips que han sido especialmente diseñados para realizar el tipo de cálculos
necesarios para minar una criptomoneda concreta de forma más eficiente que el
hardware de uso general. El hecho de que los mineros puedan utilizar ASIC para
obtener una ventaja no debería suponer una gran amenaza. O ese sería el caso si
la firma china Bitmain no se hubiera convertido en líder mundial. Ahora, el
fundador de la start-up Sia, David Vorick, y su equipo se enfrentarán cara a
cara con Bitmain, el Goliat de la industria minera. Hace tres años, Sia se
lanzó como un servicio de almacenamiento de archivos basado en la cadena de
bloques (o blockchain).
La empresa de
fabricación ASIC de Vorick, llamada Obelisk, es un intento de acabar con la
implacable producción de nuevos ASIC por parte de Bitmain. Pero también
responde a un impulso mayor en la comunidad de criptomonedas para que las
cadenas de bloques "resistan a ASIC" ajustando su software. La
esperanza es que tales ajustes acaben con los pesos pesados de la minería como
Bitmain. Pero Vorick sabe que esto es una tontería, y lo dice por experiencia
personal.
Bitmain supera a
Obelisk con un ASIC diseñado para minar la criptomoneda Siacoin, aunque la
nueva start-up planea empezar a enviar su producto a su primera generación de
mineros en unas ocho semanas. Vorick dice que la experiencia le ha convencido
de que los ASIC no van a desaparecer. Y dado que los fabricantes de hardware
tienen tanta flexibilidad para cambiar sus diseños, siempre habrá "una
ruta" para desarrollar chips personalizados que funcionen con nuevos
algoritmos de minería destinados a resistirlos.
El minado de
criptomonedas es el proceso de agregar nuevos conjuntos, o "bloques",
de nuevas transacciones a la cadena. Los mineros usan grandes cantidades de
potencia de cálculo para adivinar un número específico que vincula
criptográficamente el nuevo bloque con el anterior. Este número, llamado
función hash, es la clave para que el registro sea inviolable. Al encontrar el
número, un minero demuestra que hizo el trabajo requerido para asegurar la
cadena, y recibe criptomonedas a cambio.
Pocos años después de
que surgiera Bitcoin, las empresas emergentes comenzaron a competir para
construir ASIC para minar la criptomoneda. Sin embargo, casi todas esas
compañías han fracasado, excepto Bitmain. Se estima que la compañía controla
más del 70 % del mercado del hardware para minar Bitcoin. También usa su
hardware para minar bitcoins por sí mismo. Una gran cantidad de bitcoins, ya
que según Blockchain.info, los grupos mineros afiliados a Bitmain representan
más del 40 % de la potencia informática
disponible para toda la minería de Bitcoin.
Además, la empresa ha
empezado a diversificar su negocio. Ha lanzado nuevos ASIC diseñados para minar
Ether, Zcash y Monero además de Siacoin. Esto ha despertado la preocupación de
muchos usuarios y desarrolladores de estas monedas, ya que Bitmain y sus afiliados
podrían obtener el mayor porcentaje de la capacidad de minería de sus redes.
Esto le daría suficiente para interrumpir o atacar las redes con fines
perversos. El crecimiento de la empresa también ha motivado llamamientos
colectivos para actualizar el software (que, en el caso de Monero, los
desarrolladores ya han realizado) en nombre de la resistencia ASIC.
Pero si Vorick tiene
razón, esa puede ser una causa perdida, como defendió en una larga publicación
de blog, publicada esta semana, en la que narra su experiencia con Obelisk.
Vorick espera que la publicación "logre que la gente acepte el hecho de
que la centralización de los mineros más pesados va a continuar durante un
tiempo", y se pregunta "¿Qué
podemos hacer con nuestros protocolos, nuestros diseños y nuestras comunidades
para evitar la catástrofe?".
Fuente: MIT Technology
Review