Científicos en Florida que
estudian la manera en la que las langostas olisquean en busca de comida en el
suelo marino dicen que encontraron una pista para desarrollar tecnología que
ayude a detectar minas y explosivos escondidos desde distancias más seguras de
las actuales.
La "nariz" de una langosta es en realidad un par de antenas
con pelo que captura moléculas de olor que se fijan en el pelo y ayuda a las
criaturas a localizar un olor, dijeron investigadores de la Universidad de
Florida.
Están estudiando una neurona olfativa que emite estallidos de pulsos
eléctricos, muy parecidos a los sistemas de radares que usan pulsos de energía
de radio para detectar aviones o tormentas.
Los descubrimientos del equipo, publicados en el número de enero de
Journal of Neuroscience, podrían dar pistas sobre maneras de mejorar los
dispositivos de detección de minas y otros explosivos, dijo José Príncipe, un
profesor de ingeniería eléctrica e informática del equipo de investigación.
Los detectores actuales "huelen" materiales explosivos, pero
necesitan un humano que maneje la nariz electrónica para señalar la
localización exacta, dijo Príncipe. Un nuevo dispositivo que use una
"nariz de langosta" podría dirigir a los humanos que lo manejan a la
fuente desde una distancia segura.
Para una langosta, cada emisión neuronal responde a un olor en una
frecuencia diferente, según Barry W. Ache, un distinguido profesor de
neurociencia y director del Centro para el Olfato y el Sabor de la Universidad
de Florida.
Sentir el tiempo entre diferentes olores ayuda a la langosta a señalar
la fuente, dijo Ache.
Príncipe precisó que los modelos informáticos de las células olfativas
de la langosta ayudaron al equipo a entender cómo una langosta extraía y
procesaba la información de su entorno.
"Nuestra idea del olor está evolucionando", dijo.
Asimismo señaló que los científicos habían estudiado mucho el hecho de
que el tiempo desempeña un papel en la acústica y en la visión, pero no habían
reconocido su importancia en el olor.
"Sorprendentemente vas a la langosta y encuentras células que
están asociadas con el tiempo, que miden el tiempo (...) A través de esas
células el animal es capaz de cuantificar el tiempo desde su último encuentro
con ese olor", dijo Príncipe.
Los descubrimientos también aportan conocimiento sobre el sentido del
olfato en las personas y en otros animales.
Príncipe espera que las potenciales aplicaciones comerciales estén
disponibles en un futuro cercano. "Encuentras un principio y lo aplicas en
términos ingenieros para crear nuestros dispositivos", dijo.
Fuente: Reuters