4 de abril de 2025

POLITICA. Alegato por un solo ejército para toda Europa, como fuerza militar disuasoria común. Y por más unión entre los europeos para atemperar las guerras comerciales.

Por el interés general, reproduzco al magnífico artículo escrito en "El Pais.com" por el gran filósofo y sociólogo alemán, Jürgen Habermas. Con el fin que todo el mundo tenga la oportunidad de leerlo en su propio idioma, y la esperanza que al igual que este que escribe, lleguen a concienciarse de la necesidad de subir las defensas y aumentar la seguridad en la UE, frente a un futuro incierto y enemigos comunes. Por iguales motivos, me tomo la libertad de adjuntar resumen del mismo a pie página, al igual que algunas reflexiones al respecto. 


Llamamiento a Europa: por una fuerza militar disuasoria común



La UE debe reforzar y unir sus ejércitos para seguir siendo un actor con peso político en el escenario global. Pero esto solo se puede defender si se da un paso adelante en la integración europea

 

No es que los principales responsables políticos nacionales de Occidente —y, en un sentido más amplio, de los países del G-7— hayan estado siempre en perfecta sintonía en sus perspectivas políticas; pero siempre compartieron ese común entendimiento de fondo respecto a su pertenencia “al” Occidente bajo el liderazgo de Estados Unidos. Este pilar político se ha desmoronado con la reciente llegada al poder de Donald Trump y el consiguiente cambio de sistema en EE UU, aun cuando formalmente el destino de la OTAN de momento siga siendo una incógnita. Desde una perspectiva europea, esta ruptura de época tiene consecuencias de gran calado, tanto para el desarrollo y posible final de la guerra en Ucrania como para la necesidad, la disposición y la capacidad de la Unión Europea de encontrar una respuesta que nos salve ante esta nueva situación. De lo contrario, Europa también se verá arrastrada por la vorágine producida por la superpotencia en declive.

 

La triste relación entre estos dos preocupantes temas se debe a la incomprensible miopía de la política europea. Es difícil entender por qué los líderes políticos europeos, especialmente los de la República Federal de Alemania, no vieron venir o, al menos, por qué se hicieron los ciegos ante una conmoción del sistema democrático que ya se venía gestando en Estados Unidos desde hacía tiempo. Después de que el Gobierno estadounidense no hiciera ningún intento de evitar mediante negociaciones el ataque ruso, que se había visto venir con el despliegue de tropas, se hizo necesaria la ayuda militar para preservar la existencia del Estado de Ucrania. Pero lo que resultó incomprensible fue que los europeos, en la engañosa suposición de que la alianza con Estados Unidos estaba intacta, se pusieran completamente en manos del Gobierno ucranio, es decir, que sin sentar objetivos propios y sin orientación propia se prestaran a apoyar incondicionalmente la estrategia bélica ucrania.

 

Un error político tanto o más imperdonable todavía fue que la República Federal de Alemania, confiando ciegamente en la “unidad de Occidente”, eludiera una y otra vez el desafío, ya evidente desde hacía tiempo, de reforzar la capacidad de acción internacional de la Unión Europea. Por eso resulta angustiante la limitada perspectiva desde la que se debate el inusual esfuerzo en curso por rearmar al ejército alemán en un clima de acalorada crispación contra Rusia. Esto reaviva viejos prejuicios. Porque con este rearme, planificado a largo plazo, de lo que se trata no es directamente del destino de Ucrania, que en este momento es particularmente incierto y que causa una preocupación más que justificada, ni tampoco de un posible o imaginario peligro actual para los países de la OTAN proveniente de Rusia. El objetivo general de este rearme es más bien la autoafirmación existencial de una Unión Europea a la que Estados Unidos posiblemente va a dejar de proteger en una situación geopolítica que se ha vuelto impredecible.

 

La extravagante actuación y el desconcertante discurso del reelegido presidente Donald Trump durante la toma de posesión de su cargo fueron un golpe de efecto que hizo añicos las últimas falsas ilusiones sobre la estabilidad de la potencia líder que es Estados Unidos, incluso en países como Alemania o en la vecina Polonia. Mientras que al menos Michelle Obama fue lo suficientemente inteligente como para no exponerse al espectáculo de este evento fantasmagórico, los expresidentes asistentes tuvieron que soportar impávidos los insultos. La evocación fantasiosa de una nueva edad de oro y los ademanes narcisistas del orador causaban en un telespectador desprevenido, acostumbrado a las ceremonias de investidura de anteriores jefes de Gobierno, la impresión de estar asistiendo a la exposición clínica de un caso psicopatológico. Pero el estruendoso aplauso de la sala y el asentimiento expectante de Musk y los demás magnates de Silicon Valley no dejaron lugar a dudas sobre la determinación del círculo interno de Trump de llevar a cabo la remodelación institucional del Estado según el plan de acción de la Heritage Foundation, conocido desde hacía tiempo. Como siempre, una cosa son los objetivos políticos y otra su realización. Los ejemplos europeos, como la Hungría de Orbán o el régimen de Kaczyński en Polonia, ahora depuesto, solo se parecen a los planes de Trump en lo que respecta a la restricción estatista del ordenamiento jurídico.

 

Las primeras medidas del nuevo presidente se han centrado en la electoralmente efectiva deportación de inmigrantes ilegales que, en muchos casos, llevaban décadas viviendo en el país. A esto le siguió el cierre, problemático desde una perspectiva jurídica, de importantes programas de ayuda internacional. No es casualidad que estas primeras intervenciones en el aparato administrativo federal, en gran medida ilegales, estén dirigidas por Elon Musk, nombrado comisario “de eficiencia”, quien, tras adquirir Twitter, ya había “saneado” esta organización con un estilo similar. Estas medidas iniciales evidencian el objetivo político de mayor alcance, consistente en un desmantelamiento radical de la Administración estatal, y apuntan a una política económica libertaria. Pero esta caracterización se queda corta, ya que es de esperar que el adelgazamiento del Estado, a largo plazo, siga seguramente de la mano de un cambio a una tecnocracia gestionada digitalmente.

 

En Silicon Valley llevan tiempo con este sueño libertario de abolición de la política: esta debe ser reconducida a un modo de gestión empresarial dirigida por nuevas tecnologías. Aún no está nada claro cómo estas ideas de largo alcance van a poder ser compaginadas con el estilo de actuación de Trump, con una política de decisiones arbitrarias sorprendentes y desvinculada de las normas establecidas. No solo resulta desconcertante el estilo del dealmaker, de carácter imprevisible, que actúa por interés nacional a corto plazo. Como en el caso de la fantasía obscena de agente inmobiliario sobre la reconstrucción de la desolada Franja de Gaza, es la irracionalidad de esta persona, cuya imprevisibilidad probablemente sea intencionada, la que podría chocar con los planes a largo plazo del vicepresidente o de sus nuevos amigos tecnócratas.

 

Nuevo autoritarismo de era digital no relacionado con fascismo histórico


Lo más difícil de predecir es la implementación política del cambio de régimen planeado y puesto en marcha, que, manteniendo a nivel formal una constitución de facto vaciada de contenido, ha de conducir a una nueva forma de dominación tecnocrática y autoritaria. Dado que los problemas que requieren regulación política son cada vez más complejos, un régimen de este tipo respondería a la creciente necesidad de una población despolitizada y aliviada de decisiones políticas trascendentales de disponer de un sistema que funcione por sí mismo. La ciencia política ya lleva tiempo reflejando esta tendencia en su terminología, al hablar de democracias “reguladoras” de forma eufemística. En estos casos, basta la mera celebración formal de elecciones democráticas, con independencia del grado de participación real de votantes informados en un proceso de formación de opinión. Este nuevo tipo de dominación no tiene ninguna similitud con el fascismo histórico. En Estados Unidos no se ven tropas uniformadas, sino una vida normal, salvo un reducido grupo de hordas alborotadoras como las que asaltaron el Capitolio hace cuatro años animadas por su presidente y que después sus miembros fueron indultados del delito de alta traición. Aún son criterios sociales y culturales más o menos inequívocos los que dividen a la población en dos bandos políticos prácticamente iguales. Los procesos judiciales por las flagrantes violaciones de la Constitución por parte del Gobierno todavía se encuentran en los tribunales de primera instancia. La prensa aún no está uniformada, aunque, en parte, se haya adaptado a las nuevas circunstancias. Se están gestando aún las primeras resistencias en las universidades y en otros ámbitos culturales. Pero no hay duda de que este Gobierno actúa con rapidez.

 

Este giro era previsible desde hacía tiempo. A principios de los años noventa, con el programa de George H. W. Bush, Estados Unidos se encontraba sin duda en el cénit de una superpotencia: era perfectamente plausible que Occidente pudiera entonces impulsar el régimen de los derechos humanos en todo el mundo. El fin de la Guerra Fría había hecho albergar esperanzas en el florecimiento duradero de una sociedad mundial pacificada. En aquella época surgieron nuevos sistemas democráticos en muchos lugares del mundo. Las intervenciones humanitarias eran un tema importante, aunque los intentos exitosos no llegaran a consolidar su éxito a largo plazo. En 1998 se aprobó el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. La guerra de Kosovo había desencadenado los debates que llevaron al reconocimiento de la “responsibility to protect” [la responsabilidad para proteger]. Pero esta perspectiva idealista cambió a principios del nuevo siglo con la investidura de Gobierno de George W. Bush, que había accedido al poder gracias a una dudosa sentencia del Tribunal Supremo contra Al Gore [sobre el recuento de los votos en Florida]. Y con los atentados terroristas del 11 de septiembre, la posterior declaración de la “guerra contra el terror”, con controvertidas restricciones de los derechos fundamentales y un aumento de los controles en todo el país, el clima político de Estados Unidos cambió radicalmente. Este tenso clima fue el telón de fondo de la agresiva toma de posición contra el “eje del mal” y de la invasión de Irak violando el derecho internacional, de la autorización de prácticas de tortura, del establecimiento de Guantánamo y, en general, del intento de una movilización agresiva de Occidente.

 

Una vez destruidas las instituciones, no se pueden restaurar sin más


Después de que Bush fuera reelegido a pesar de todo, este primer mandato pudo percibirse como el punto de inflexión que más tarde resultó ser. Desde entonces, hay voces que hablan del declive de la superpotencia. La elección de Barack Obama, el primer presidente negro, aclamado a escala nacional e internacional, no supuso el cambio esperado. Durante su mandato se impuso también la práctica, cuestionable desde el punto de vista del derecho internacional, de ejecutar a personas consideradas “enemigas” en cualquier lugar del mundo mediante drones teledirigidos. Y, a más tardar, la victoria en 2016 de un tipo errático como Donald Trump, que en su momento todavía provocó protestas, tendría que haber puesto de manifiesto la fractura político-cultural del electorado, que obviamente tenía causas socioeconómicas más profundas.

 

Esta elección, a esas alturas, tendría que haber centrado la atención de los europeos en la convulsión de las instituciones políticas en Estados Unidos. Y es que la infiltración plebiscitaria del Partido Republicano, iniciada a finales de los años noventa, había acabado por hundir un sistema bipartidista estable. Hoy en día se ve que instituciones como esta, en largo proceso de descomposición, no pueden ser restauradas en el transcurso de una legislatura, incluso si la propuesta de Trump volviera a fracasar en las próximas elecciones. No menos alarmante es la politización del Tribunal Supremo, que, por ejemplo, absolvió a Trump, justo antes de su reelección, en un caso cometido durante su primer mandato, alegando que los presidentes no pueden ser procesados a posteriori por un delito cometido durante el ejercicio de su cargo. Este veredicto abre las puertas a la política sin consideraciones y errática de Trump en la actualidad.

 

Será necesario que pase el tiempo para que los historiadores puedan emitir un juicio sobre las interpretaciones encontradas de los antecedentes y de la posible evitabilidad de la invasión rusa de Ucrania. Sea cual sea el veredicto, la situación política después del 23 de febrero de 2022 era inequívoca: con la ayuda de EE UU, Europa tenía que acudir en ayuda de la Ucrania atacada con la suficiente rapidez para preservar su existencia como Estado. Pero en lugar de agitar banderas y gritar consignas de guerra y de aspirar a la victoria sobre una potencia nuclear como Rusia, habría sido más apropiado reflexionar de forma realista sobre los riesgos de una guerra prolongada. Faltó la consideración crítica del peligro de una ruptura con el sistema económico mundial existente y con una sociedad global hasta entonces más o menos equilibrada. También en interés propio, se debería haber intentado lo antes posible entablar negociaciones con esta potencia imperial irracional y desde hace mucho en declive que es Rusia para alcanzar un acuerdo aceptable para Ucrania, pero esta vez garantizado por Occidente. Ya el primer día de la invasión rusa, la consideración sobria de la fecha de las próximas elecciones presidenciales estadounidenses debería haber convencido a los europeos de la fragilidad de la ya tambaleante Alianza Atlántica.

 

Para un individuo medianamente ilustrado de mi generación, el triunfalismo autocomplaciente sobre la unidad de Occidente y sobre el resurgimiento de la capacidad de actuación de la OTAN, ya dada por muerta, resultaba fantasmagórico. Igualmente desconcertante era la insensibilidad pública ante el estallido de violencia militar en Europa. Parecía haber desaparecido toda sensibilidad hacia la violencia disuasoria de las guerras y hacia el hecho de que las guerras surgen con facilidad, pero son difíciles de acabar.

 

Tanto mayor es el espanto en la actualidad al ver cómo el congraciamiento sin principios de Trump con Putin divide a Occidente y pone en tela de juicio el fundamento normativo, invocado con razón, de la ayuda a Ucrania. Aunque los aliados, burlados, puedan seguir justificando su intervención con buenas razones de derecho internacional, ahora, abatidos, ven cómo su éxito depende de la cruda política de poder de Trump. Esto ya lo mostraron los pocos días que Estados Unidos interrumpió su apoyo logístico en el frente de Kursk. Así, Inglaterra y Francia tuvieron que abstenerse a regañadientes en el Consejo de Seguridad ante una moción sobre Ucrania que Estados Unidos había acordado conjuntamente con Rusia y China. Mientras Francia subraya la necesidad de que la Unión Europea solo puede independizarse de Estados Unidos en materia de política de seguridad con la ampliación de su paraguas nuclear a todos los Estados miembros, el primer ministro británico, Keir Starmer, reafirma ante Ucrania la promesa de ayuda, que se ha vuelto más tímida, con una coalición de 30 Estados más o menos dispuestos a apoyar. Por cierto, parece que, cuando se habla de esta “coalición de voluntarios”, a nadie le molesta que se adopte un nombre que George W. Bush introdujo para su guerra al margen del derecho internacional. Resulta desconcertante que la Unión Europea no represente ningún papel político de peso en las negociaciones sobre un posible alto el fuego. Son Estados Unidos y Rusia y, en el mejor de los casos Inglaterra y Francia, los que están negociando sobre y con la propia Ucrania.

 

¿Sigue EE UU siendo una superpotencia? Parece que Trump tiene sus dudas


En cualquier caso, el cambio de rumbo de Estados Unidos con respecto a Rusia, sea cual sea su resultado, no es más que un giro sorprendente en una nueva situación geopolítica que se venía gestando desde hace tiempo y que se ha agudizado con el conflicto de Ucrania. Con independencia del éxito que tenga, parece que, con su acercamiento a Putin, Trump admite que, a pesar de su superioridad económica, Estados Unidos ha perdido la hegemonía mundial y, en cualquier caso, ha renunciado a la pretensión política de ser una potencia hegemónica. La guerra de Ucrania no ha hecho más que acelerar la reconfiguración de las fuerzas geopolíticas: el innegable ascenso global de China y los éxitos a largo plazo del ambicioso proyecto de la Ruta de la Seda de un Gobierno chino con una estrategia inteligente, las ambiciosas pretensiones de la India, su rival, y, por último, las crecientes ambiciones políticas mundiales de potencias medianas como Brasil, Sudáfrica, Arabia Saudí y otros países. La región del Sudeste Asiático está experimentando cambios similares. No es casualidad que la publicación de obras sobre el reordenamiento de un mundo multipolar haya aumentado de manera notable en la última década. Este cambio en la situación geopolítica, solo agravado por la división de Occidente, sitúa el actual rearme de la República Federal de Alemania en una perspectiva muy diferente a la que sugieren las especulaciones sobre una amenaza actual de Rusia hacia la UE.

 

En mi opinión, el clima anímico en Alemania, impulsado también por una formación de opinión política unilateral, se ha dejado arrastrar al remolino de una hostilidad recíproca frente a la agresión. Por supuesto, la última resolución del Parlamento alemán cesante es también una señal inequívoca de determinación para no permitir que Ucrania sea víctima de un acuerdo adoptado sin su consentimiento. Pero el rearme alemán, planificado a más largo plazo, persigue sobre todo otro objetivo: los países miembros de la Unión Europea deben reforzar y unir sus fuerzas militares, porque de lo contrario dejarán de contar políticamente en un mundo en proceso de cambio geopolítico y en desintegración. Solo siendo una Unión con capacidad de actuación política autónoma los países europeos podrán hacer valer de forma efectiva su peso económico global común en defensa de sus convicciones normativas y de sus intereses.

 

Desde Merkel, Alemania ha castigado con ignorancia los esfuerzos de Francia


En este contexto, se plantea una cuestión de la que nadie ha hablado hasta ahora: ¿puede la UE ser percibida a escala global como un factor de poder militar independiente mientras que cada uno de sus Estados miembros pueda decidir soberanamente, en última instancia, sobre la estructura y el uso de sus fuerzas armadas? Solo con capacidad de acción colectiva, también en lo que respecta al uso de la fuerza militar, ganará independencia geopolítica. Esto, por supuesto, plantea una tarea del todo nueva para el Gobierno alemán. En efecto, tendrá que superar un umbral político de la integración europea que el Gobierno alemán bajo Schäuble y Merkel siempre insistió en evitar, por no hablar de la ignorancia y la pasividad del Gobierno de coalición tripartito en materia europea. ¡Y todo ello en el contexto de los esfuerzos que Francia, nuestro vecino, lleva realizando desde hace muchos años!

 

Por razones históricas comprensibles, los Estados miembros nuevos y no tan nuevos del este y noreste de la Unión Europea que más reclaman la fortaleza militar son precisamente los menos dispuestos a ello. Por lo tanto, en este caso también, la cooperación más estrecha que los tratados de la Unión permiten a las partes dispuestas de entre sus miembros tendrá que partir más bien de los países del núcleo histórico de la UE. Una enorme tarea en la que Friedrich Merz podría crecer de forma inesperada, precisamente porque la confianza de la población en su capacidad de liderazgo no es que sea abrumadora.

 

Pero la ola de rearme está provocando reacciones muy diferentes. Y no solo de los de siempre, que celebran el nacionalismo, ya superado históricamente, como si fuera una virtud atemporal, sino también de los políticos que quieren reanimar a una juventud, que con buenas razones ya es posheroica, recuperando el servicio militar obligatorio. Y esto en países que, por buenas razones, casi todos hace tiempo que abolieron o suspendieron el servicio militar obligatorio. En esta abolición del servicio militar obligatorio se refleja un proceso de aprendizaje con el trasfondo de la historia universal, a saber, la convicción, nacida en los campos de batalla y en los sótanos de la Segunda Guerra Mundial, de que ese ejercicio asesino de la violencia es inhumano, aunque, sin duda, esta solución última de los conflictos internacionales, desde el punto de vista político, sin duda solo pueda ser abolida paso a paso. Me asusta ver desde qué sectores, de manera irreflexiva o incluso expresamente con el objetivo de reavivar una mentalidad militar que se creía superada con razón, se está apoyando al Gobierno alemán, que ahora se dispone a llevar a cabo un rearme sin precedentes del país.

 

Las razones políticas que he mencionado para justificar el fortalecimiento de una fuerza militar disuasoria común de la Unión Europea solo las puedo defender bajo la reserva de que se dé un paso adelante en la integración europea. Para justificar esta reserva debería bastar la idea con la que se fundó y se construyó la antigua República Federal de Alemania: ¿qué sería de una Europa en cuyo centro el Estado más poblado y con mayor poder económico se convirtiera además en una potencia militar muy superior a todos sus vecinos, sin estar integrado de forma obligatoria por el derecho constitucional en una política exterior y de defensa europea común sujeta a decisiones mayoritarias?

Fuente: El Pais.com



RESUMEN CITADO

 

1. Introducción

  • Propuesta de un ejército europeo unificado como fuerza militar disuasoria.
  • Necesidad de fortalecimiento de la UE y unificación de sus fuerzas armadas, para mantener su relevancia política global.
  • Se requiere avanzar en la integración europea.

2. Contexto Político

  • La relación transatlántica se ha debilitado con la llegada de Donald Trump al poder en EE.UU.
  • La inestabilidad política en EE.UU. impacta en la percepción y respuesta de Europa ante crisis como la guerra en Ucrania.

3. Desafíos de la Política Europea

  • Incongruencia de líderes europeos, respecto la anticipación a la desestabilización de relaciones internacionales. 
  • Dependencia europea del apoyo estadounidense, particularmente en la crisis de Ucrania.
  • Falta en la UE, de postura crítica y objetivos propios, en la asistencia a Ucrania.

4. Rearme Militar Europeo

  • Alemania está en proceso de rearmar su ejército en un contexto de tensiones con Rusia.
  • Este rearme no solo busca disuadir las amenazas inmediatas, sino también reafirmar la independencia y autonomía europea en un panorama geopolítico incierto.

5. Efectos del Liderazgo de Trump

  • La retórica y políticas de Trump han contribuido a la fractura de la unidad occidental.
  • La imprevisibilidad de su gobierno genera incertidumbre sobre la continuidad del apoyo estadounidense a Europa.

6. Implicaciones para la Unión Europea

  • La UE necesita consolidar su capacidad militar y política para actuar con autonomía respecto del escenario global.
  • Sin una estructura militar común, la UE corre el riesgo de ser irrelevante ante cambios geopolíticos.

7. Retos de la Integración Europea

  • La cooperación militar entre Estados miembros es necesaria, aunque existan reticencias históricas, especialmente en los países de Europa del Este.
  • La historia reciente muestra una tendencia hacia el desarme y la paz, que complica el llamamiento a la mejora de las defensas y al aumento de la militarización, necesaria para la disuasión.

En síntesis

  1. Para que Europa pueda ser un actor relevante y disuasorio en el contexto global, es imperativo avanzar hacia una integración política y militar más profunda.                               
  2. La establishment de un ejército común debe ir acompañado de un marco legal y político que asegure la unidad y cohesión de la UE en cuestiones de defensa y relaciones exteriores.

CONCLUSIONES FINALES

   ANTECEDENTES

  El pasado miércoles, el presidente de EE.UU. , Donald Trump, anunció un arancel universal del 10% y castigos mayores a sus grandes socios económicos. En el caso de la Unión Europea, la tasa será del 20%, una barrera que se eleva al 34% para China. Estas medidas sin precedentes, respaldadas por falsos agravios comerciales, tienen un impacto directo sobre múltiples variables económicas y uno de los efectos más claros es sobre el mercado de divisas. Todas las previsiones sobre la evolución del tipo de cambio entre el euro y el dólar han quedado en papel mojado. Lo que parece claro es que la moneda europea seguirá fortaleciéndose frente al dólar, pero durante cuanto tiempo y cuales serán las consecuencias a medio y largo plazo, por el momento solo son grandes incógnitas. 

¿Y ahora qué?

  A mi modo de ver, la respuesta de Europa al ataque arancelario de Trump a escala global (que por lo que sea, ha excluido a países que tienen por presidente a criminales de guerra y/o de lesa humanidad) entiendo debería ser muy mesurada y ponderada, para evitar, en la medida de lo posible, que la guerra comercial escale más todavía. 

   Por cierto, está claro que el Presidente Trump con su estrategia arancelaria, en lugar de a hacer más grande a  USA,  está haciendo más grande a China, que a la postre, será el gran beneficiado si la guerra arancelaria escala, (según algunos analistas, de facto ya era la primera potencia económica mundial) y entonces quedaría confirmado, pues a buen seguro, de darse la ocasión, sin duda el país más poblado del mundo, aprovecharía la presunta ausencia de EEUU. a nivel internacional en el área comercial, para sustituirle en el puesto, lo cual no dudo alegrará a su aliado natural que es Putin, que por otra parte, también es aliado de Trump. 

   Parece un lío, pero no lo es. Pues solo hay que preguntar a Putin, quien es su más mejor amigo/aliado, si el líder de EE.UU. o el de China. A juzgar por los cero aranceles impuestos a Rusia por parte de USA, aparentemente se supondría que Trump, pero que nadie se deje engañar por las falsas apariencias. Pues como se decía en tiempos del imperio romano, Putin no paga a traidores, ni a enemigos, que respectivamente, es como siempre ha considerado a europeos y estadounidenses,  el antiguo espía del KGB.

   En cuanto al futuro de la OTAN, y en mi opinión, el presidente Trump no me parece demasiado fiable, pues no me genera ninguna confianza, ya que  considero ha perdido toda credibilidad, dado que primero insulta a los europeos, luego les amenaza diciendo que no cumplirá con el Tratado de la OTAN si Rusia ataca a Europa o dice pretender anexionarse Groenlandia (territorio de un país soberano como Dinamarca perteneciente a la OTAN) para después lanzar una andanada de aranceles a Europa, mientras sigue insultando a los europeos y más tarde, el portavoz designado advierte, que USA solo se quedará en la OTAN, caso todos los países del Tratado, paguen un 5% de su PIB (Producto Interior Bruto)

 Vamos a ver, que con estos antecedentes, en lugar de "los europeos roban a USA" más bien parece lo contrario, es decir, "EE.UU. extorsiona a Europa".

   Por ello, el artículo anterior señala la necesidad de un ejército unificado de la UE, para que nadie venga a insultar o extorsionar a Europa, y disuadir a quien pretenda anexionarse o invadir territorio europeo. Y mucho menos, que como premio se le entreguen nuestros impuestos.

  REFLEXIÓN ÚLTIMA 

El hombre sensato, cuando no sabe a donde va, se para y reflexiona, el necio sigue perdido para siempre, al igual que sus seguidores.

    En mi opinión, al paso que vamos y si nada cambia, antes de 2050 llegará la TERCERA GUERRA MUNDIAL, que entiendo nadie desea. ¿O hay alguno que sí?  Pues visto lo visto, es lo que parece.

 Con una guerra mundial entre potencias nucleares, no solo nadie gana, sino que pierde todo el planeta.

Fuente: Redacción

28 de marzo de 2025

OPINIÓN. De las sinrazones del gobierno de EE.UU.

 Donald Trump, comenzó su primer día como 47 Presidente de Estados Unidos, con una vertiginosa demostración de fuerza, firmando una tormenta de órdenes ejecutivas donde señalaban su deseo de deconstruir las instituciones estadounidenses, al mismo tiempo que indultaban a casi todos los que se amotinaron en el Capitolio el 6 de enero de 2021 para protestar por su derrota electoral ante Joe Biden.

 Desde entonces han pasado  67 días de Gobierno de Trump, que han desbordado las previsiones. De lo ocurrido en este tiempo, hacemos un breve resumen en cinco fases, según la importancia de cada una de ellas.

1º) Expulsión de migrantes. 

El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos anunció el viernes (21.03.2025) que revocará la protección legal de cientos de miles de cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos que se encuentran en el país, lo que los expone a una posible deportación en un mes. La orden, que afecta a unas 532.000 personas de estas nacionalidades que llegaron a Estados Unidos bajo un plan de permiso humanitario conocido como CHNV o "parole", deberá ser efectiva antes del 24 de abril.

La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, indicó que estos inmigrantes perderán su estatus legal en esa fecha, 30 días después de la publicación del aviso en el Registro Federal, que está previsto para el martes.


Welcome.US, que ayuda a las personas que buscan refugio en Estados Unidos, instó a los afectados por la medida a solicitar "inmediatamente" asesoramiento legal. La decisión, de hecho, ya ha sido impugnada en los tribunales federales. Un grupo de ciudadanos e inmigrantes estadounidenses demandó a la administración Trump por poner fin al permiso humanitario y busca restablecer los programas para las cuatro nacionalidades.


La consecuencia lógica de la expulsión de migrantes, es la imposibilidad de cubrir los puestos de trabajo vacantes, tras el abandono forzado de los mismos por exigencia directa del Gobierno de  EEUU.  Y a los gobernantes del Estado de Florida (EEUU), lo mejor que se les ha ocurrido para solventarlo, es que menores de edad (niños) se ocupen de cubrir dichas vacantes. Justo igual que muchos países del tercer mundo.


No me queda claro si Estados Unidos avanza rápidamente, hacia delante o hacia atrás. ¿O es que para Estados Unidos, los Derechos Humanos son también woke?


Trump decidirá "pronto" sobre los refugiados ucranianos


El programa humanitario para cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos, conocido como CHNV por las iniciales de los países, fue lanzado inicialmente en octubre de 2022 para los venezolanos (y ampliado en enero de 2023 a las otras tres nacionalidades) por el predecesor de Trump, Joe Biden. El plan permitía la entrada a Estados Unidos durante dos años de hasta 30.000 inmigrantes al mes procedentes de los cuatro países siempre que llegaran vía aérea y tuvieran patrocinadores locales. Biden promocionó el plan como una forma "segura y humana" de aliviar la presión migratoria en la abarrotada frontera entre Estados Unidos y México. Pero el Departamento de Seguridad Nacional dijo el viernes que el plan era "temporal".


El presidente Donald Trump prometió llevar a cabo la mayor campaña de deportaciones masivas de la historia de Estados Unidos y frenar la inmigración, principalmente procedente de naciones latinoamericanas. Trump dijo recientemente que decidiría también "muy pronto" si revocaría el permiso humanitario a unos 240.000 ucranianos que huyeron a Estados Unidos durante el conflicto con Rusia.

Fuente: www.dw.com


2º) Aranceles "per tutti"


Trump anuncia aranceles a automóviles no fabricados en EEUU


Si bien es cierto, que con anterioridad Trump, ya había anunciado aranceles a las importaciones de aluminio o acero, y también a los que compran petróleo a Venezuela, ahora parece que el presidente de Estados Unidos está decidido a desencadenar una guerra comercial a escala global, al anunciar este miércoles (26.03.2025) que a partir del 2 de abril se aplicará un arancel del 25% para todos los automóviles que sean exportados a su país, una nueva y agresiva medida que recrudece la guerra comercial iniciada por su administración.

"Vamos a cobrar a los países por hacer negocios en nuestro país y tomar nuestros trabajos, tomar nuestra riqueza. De manera efectiva cobraremos un arancel del 25% a los autos", afirmó Trump en la Casa Blanca poco antes de firmar la orden ejecutiva para la medida arancelaria, que según él no afectará a las autopartes fabricadas en Estados Unidos.

Trump prevé que la medida (que afectará también a camiones ligeros) le puede llegar a reportar a las arcas estadounidenses una cantidad de entre 600.000 millones y un billón de dólares en los próximos dos años. "Entrará en efecto el 2 de abril, y empezaremos a recaudar el 3 de abril", añadió el presidente estadounidense, que quiso incidir en que "si manufacturas tu vehículo en los Estados Unidos, no hay aranceles".


 Lástima que dicho informe, no adelantase que a consecuencia de reciprocidad de imposición de aranceles de países perjudicados por la decisión unilateral adoptada  por Trump de imponer aranceles a todos, lo más probable sea, que en EEUU. se incremente la inflación o subida de precios, que unido al aumento de la dificultad para exportar productos, a empresas y agricultores norteamericanos,  lógicamente repercutirá negativamente en el bienestar de la ciudadanía estadounidense e incrementará notablemente el coste de la vida del país.


Canadá responderá


El magnate neoyorquino insistió en que esta partida arancelaria atraerá a fabricantes de vehículos extranjeros a levantar plantas en suelo estadounidense para evitar los gravámenes y puso como ejemplo los planes del fabricante japonés Honda, que este mes anunció que fabricaría un nuevo modelo en su planta de Indiana, en vez de en México.


Desde que retornó a la Casa Blanca el 20 de enero, Trump ha apostado por implementar de manera agresiva aranceles a las importaciones procedentes de diversos socios de EE.UU. y corregir lo que considera déficits comerciales injustos para Washington, tanto para atraer inversión de capital corporativo foránea como medida de presión para reducir el flujo migratorio o de fentanilo.


Tras conocerse la noticia, la Unión Europea reaccionó. "Lamento profundamente la decisión estadounidense", indicó Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, brazo ejecutivo del bloque de 27 Estados. La UE "seguirá buscando soluciones negociadas" con Estados Unidos, añadió en un comunicado.


Canadá, en tanto, calificó los aranceles como un "ataque directo” contra el país. El primer ministro, Mark Carney, aseguró que responderá de forma unificada.

Fuente: www.dw.com



3º) Altos cargos de la Administración de Trump, discuten planes secretos de guerra en un chat donde se incluyó, aparentemente por error, a un periodista. 


  Funcionario de EEUU. invitó descuidadamente a un periodista, al debate sobre toma de decisiones respecto operaciones bélicas, lo cual podría afectar a la seguridad nacional de su propio país, que un juez está investigando. 


Jeffrey Goldberg, director de ‘The Atlantic’, fue añadido a un grupo de altos cargos de la seguridad nacional antes del ataque del 15 de marzo de EE UU contra los hutíes en Yemen, en donde se discutían los condiciones del ataque y en el que algunos participantes se mostraron despectivos hacia los aliados europeos.


El periodista Jeffrey Goldberg, director de la revista progresista The Atlantic, asumió que había recibido un mensaje trampa cuando un número de teléfono que se identificaba como Michael Waltz le agregó a un grupo de la red social encriptada Signal con el nombre “pequeño grupo de contacto sobre los hutíes”. Goldberg es un reportero especializado en seguridad nacional que ha vivido múltiples encontronazos con la Administración de Donald Trump, y a quien el presidente critica con frecuencia. Waltz es el consejero de Seguridad Nacional que sin querer añadió al periodista a un chat de muy altos cargos que manejaba información altamente clasificada sobre los planes para atacar al grupo rebelde yemení, y en el que algunos de los participantes se mostraron muy críticos hacia los aliados europeos.


Entre los miembros del grupo que abordaron en la red social los planes para bombardear a esas milicias islamistas se encuentran, según lo que vio Goldberg, el vicepresidente J. D. Vance; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; la directora de los servicios de inteligencia, Tulsi Gabbard; el secretario de Estado, Marco Rubio, el jefe de Gabinete adjunto de la Casa Blanca, Stephen Miller, y el director de la CIA, John Ratcliffe. En total, 18 personas.

Fuente: El Pais.com


Juez Federal investiga el caso


Un juez federal, a instancia de demanda recibida al respecto, ha ordenado a la Administración Trump tomar una serie de medidas para preservar los mensajes en la red social Signal después de que un grupo de altos cargos hablara sobre los bombardeos en Yemen en un chat de esta aplicación sin reparar en que un periodista había sido incluido por error en la conversación.

Fuente: europapress.es


4º) De los planes de EEUU para acabar con las guerras del mundo, a proponer otras nuevas.


   De los mensajes de Trump en campaña electoral, donde repetía a diario que si salía elegido presidente de EEUU, acabaría en 24 horas con las guerras de Gaza y Ucrania, a proponer nuevas anexiones de manera amenazadora, dista un abismo.


  Pero los sátrapas que dirigen los destinos de  Israel, Rusia y Estados Unidos, no parece estén muy  interesados en  acabar con las guerras, que a cada uno de ellos concierne, sino más bien todo lo contrario.


 Y puesto que, en el fondo, desde sus respectivos puntos de vista,  todo se reduce a una mera cuestión económica y que ni tan siquiera crímenes de guerra y/o  crímenes de lesa humanidad, son suficientes para detener sus ansias de poder para llenarse los bolsillos, al tiempo que eluden la cárcel por los citados crímenes. 

 Además, ni se puede ni se debe ser cómplice del blanqueamiento de criminales de guerra, fuera parte de los pleitos pendientes con la justicia, previos a su entronamiento, para con mano de hierro dirigir sus imperios.

 

Trump pretende anexionar Groenlandia a Estados Unidos


El presidente estadounidense reaviva su interés por la isla más grande del mundo y envía a su vicepresidente a convencer a los groenlandeses

Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha retomado una de sus más controvertidas ambiciones: anexionar Groenlandia a Estados Unidos. Esta semana, lo ha dejado claro en una entrevista con el podcast The Vince Show, afirmando que: "Necesitamos a Groenlandia para la seguridad internacional. Es vital para nuestra postura de defensa. Vamos a tener que convencerles".


Trump ha encargado a su vicepresidente, JD Vance, visitar este viernes la base militar estadounidense de Pituffik, situada en Groenlandia, en lo que ha definido abiertamente como una misión diplomática para persuadir a los groenlandeses de unirse a EE.UU..


JD Vance, enviado a Groenlandia con un objetivo político


El vicepresidente de Estados Unidos JD Vance, acompañado por su esposa Usha Vance, ha puesto rumbo a Groenlandia en una visita que ha causado gran polémica. Aunque inicialmente se esperaba que Usha asistiera a una carrera de trineos tirados por perros, el evento fue retirado de la agenda tras críticas por parte de las autoridades de Nuuk (capital de Groenlandia) y de Dinamarca.


Mientras tanto, Vance ha confirmado que el foco del viaje es fortalecer la presencia estadounidense en la isla y explorar oportunidades de anexión.


Dinamarca estalla: "Son amenazas veladas"


Las declaraciones de Trump han provocado un fuerte rechazo en Dinamarca, que considera Groenlandia como un territorio autónomo dentro del Reino de Dinamarca, junto con las Islas Feroe.


El ministro de Defensa danés, Troels Lund Poulsen, declaró a la televisión nacional: "Tengo que distanciarme claramente de lo que considero una escalada de la parte estadounidense. Son amenazas veladas contra la Mancomunidad del Reino, y debo condenarlas con firmeza".


Poulsen también criticó las palabras de Trump como "violentas" e impropias de un presidente hacia un aliado cercano, especialmente dentro del marco de la OTAN.


Groenlandia, pieza clave en la geopolítica del Ártico


La insistencia de Trump en anexionar Groenlandia no es nueva. Ya durante su primer mandato generó polémica al mostrar su interés por comprar la isla a Dinamarca, una idea que fue rotundamente rechazada por Copenhague.


Detrás de este renovado interés hay razones estratégicas,

  • Ubicación clave en el Ártico para vigilancia militar y defensa antimisiles.
  • Riqueza en recursos naturales como tierras raras, petróleo y gas.
  • Presencia creciente de Rusia y China en la región.

Las declaraciones de Trump han tensado las relaciones diplomáticas con Dinamarca, y han encendido una nueva batalla geopolítica por el control del Ártico. Groenlandia, con voz propia, podría convertirse en un actor crucial en este tablero global.

Fuente:www.larazon.es


5º) De las consecuencias de las guerras de Trump y las de Putin.


Visto lo visto, estamos ya en plena guerra comercial, y si nada cambia, posiblemente nos encaminemos  hacia una recesión a escala global, quizá hacia el 2029, cumpliendo así fielmente el patrón de entreguerras del siglo pasado, donde la gran depresión ocurrió en 1929.


Pero al paso que vamos y en mi opinión, las hipotéticas futuras guerras parecen inevitables, y me surgen los siguientes interrogantes al respecto. 

  1. Si Rusia atacase un país europeo de la OTAN ¿cumpliría Trump con el compromiso adquirido con su pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte o incumpliría el Tratado?
  2. Si EEUU, atacase territorio de un país soberano de la OTAN, pongamos por caso Groenlandia, territorio de Dinamarca, ¿la OTAN a quien defendería? ¿Quizá salomónicamente se inhibiese, incumpliendo así el Tratado?
  3. Que pasaría si EEUU atacase un país que no forma parte de la OTAN, pongamos por caso China, y éste se defendiese atacando a su vez al país agresor. ¿La Organización del Tratado del Atlántico Norte, estaría obligada a defender a EE.UU.?

  Suponiendo, todas esas preguntas no tuviesen respuesta o las mismas fuesen contrarias a derecho, bien pudiera ser por las siguientes razones.

  1. ¿Por qué la OTAN, ni está, ni se la espera?
  2. ¿Por qué la OTAN es el cadáver político, convertido en  elefante en la habitación, del cual nadie quiere hablar y mucho menos reconocer que existen dudas y problemas irresolubles al respecto?
El refranero español es sabio, y para estos casos sentencia así "QUIEN CALLA OTORGA".

Fuente: Redacción