14 de mayo de 2020

PANDEMIA. Virus mutantes versus Coronavirus mutantes

Una publicación reciente sugería que el SARS-CoV-2 había mutado a una forma “más agresiva”. La palabra “mutación” es un clásico de terror en cualquier enfermedad infecciosa: la cepa mutante, la amenaza de Andrómeda.
Los virus mutan constantemente y la inmensa mayoría de estas mutaciones son inocuas. El material genético del coronavirus es RNA. Cuando los virus RNA realizan copias de su propio material genético (proceso denominado replicación) carecen de un sistema de corrección de errores y por ello producen virus defectuosos. Son los virus mutantes. La mayoría de estas mutaciones son indiferentes o causan desventajas con respecto al virus original. Los virus con mutaciones indiferentes pueden circular sin producir apenas cambios en el tipo de infección que causan. Si las mutaciones son perjudiciales, estos virus dejarán de circular fácilmente y con el tiempo serán eliminados por selección natural. El SARS-CoV-2 es bastante estable: más de 13.000 virus analizados y apenas dos mutaciones al mes desde marzo. La lentitud en mutar es en este caso una característica favorable para nosotros.
Aunque la mutación refuerce al virus para sobrevivir o para transmitirse mejor, es poco probable que produzca variaciones radicales en el curso de una epidemia. La capacidad de infectar más o menos y la gravedad de la enfermedad están bajo el control de múltiples genes. El coronavirus responsable del SARS causa una enfermedad grave que obliga a los pacientes a permanecer en cama hospitalizados, y por ello se transmite menos eficazmente de persona a persona. En el otro extremo tenemos los coronavirus responsables del resfriado común, que apenas causan síntomas o estos son muy leves, por lo que no alteran especialmente el patrón de contacto entre personas infectadas y no infectadas, transmitiéndose fácilmente.
Hay varios tipos de SARS-CoV-2 circulando. Los tres principales se denominan A, B y C. Los tipos A y C se observan más en Europa y América. El tipo B es más frecuente en Asia. Se pueden identificar subgrupos de virus que en ocasiones permiten seguir la pista a su origen y relacionarlo con una epidemia concreta, como las de Wuhan (China) o Lombardía (Italia).
Otro estudio genético del SARS-CoV-2 indica que muy probablemente ya circulaba desde finales del 2019 y que, tras los casos iniciales en China, se extendió muy rápidamente por todo el mundo sin que fuese detectado a tiempo.
Fuente: laVanguardia.com