El futuro es una incógnita, porque ahora el mundo ha entrado en una dinámica guerrera, que hace vislumbrar un futuro incierto, cuando menos difícil y en cualquier caso nada prometedor.
¿Pero que hay detrás
de todo esto?
La ideología neofascista
de la extrema derecha, gana adeptos entre las clases dirigentes de partidos
constitucionalistas e independentistas.
La vieja guardia dominante
de partidos políticos tanto de izquierdas como de derechas, se niegan a ceder
el poder a las nuevas generaciones, que bien gobiernan o bien aspiran a
gobernar, torpedeando sus decisiones a golpe de manifestaciones con aura de verdad, que revisten un fondo lleno de falsedad y maldad, esgrimiendo su
derecho a la libertad de expresión, con el fin último de impedir que nuevas
ideas de convivencia, arraiguen en la sociedad, alegando en este caso que cualquier
tiempo pasado fue mejor (sobre todo si traen vientos con aromas gallegos) y por tanto
entienden que ideas y gobernanza del siglo pasado, “per se” deben mantenerse
por siempre jamás de manera inalterable.
La pérdida de
valores y el instinto negacionista sale a relucir en estos casos y en otros
similares, como en la defensa de los derechos humanos y de la Justicia Social, del Cambio climático o del derecho a existir de países como Ucrania y Palestina. Eso sí, validando según convenga, el
genocidio que están cometiendo países agresores, como Rusia e Israel, que
masacran a la población civil de Ucrania y Palestina, respectivamente.
Pues a fin de
cuentas, todo es cuestión de geopolítica, poder y dinero, es decir, el
capitalismo en estado puro y en su máxima expresión, venga de EEUU, Rusia o China.
Es el capitalismo,
estúpido, que dicen allende los mares.
Fuente: Redacción