8 de octubre de 2021

POLITICA + ELECTRICIDAD. Históricamente en el sector eléctrico español, PP y PSOE, cuando están en el gobierno, tanto monta, monta tanto.

Los distintos gobiernos de la democracia han manejado los hilos del sector energético en general, y del eléctrico en particular.


En los últimos cuarenta años se han producido notables cambios, como la liberalización del sector, la privatización de las compañías estatales y la reordenación del mercado, aunque este sigue siendo dominado por el oligopolio de Endesa, Iberdrola y Naturgy.

Se ha pasado de que el Consejo de Ministros fijara el precio de la luz según los intereses ecónomicos del momento a que se determine hora a hora en un mercado mayorista interconectado con Europa.

Lo que no ha cambiado es el interés de muchos políticos por encontrar un asiento en los consejos de administración de las empresas del sector, conocido como ‘puertas giratorias’. El propio Felipe González fue consejero de Gas Natural (hoy Naturgy) y José María Aznar asesoró al consejo de Endesa. Curiosamente, de ese órgano salió Luis de Guindos para ocupar la cartera de Economía en 2011. Hasta Rodolfo Martín Villa ocupó la presidencia de esta compañía.

«Asilo de políticos jubilados»

El nombramiento del socialista Antonio Miguel Carmona como vicepresidente de Iberdrola España no es el primer caso de puertas giratorias

«Es una tentación permanente de la política», afirma Pedro Mielgo, que fuera presidente de REE entre 1997 y 2004. Tras recordar que situaciones similares se producen en Francia e Italia, subraya que «no debe de ser el asilo de políticos jubilados».

Precisamente, la creación de REE en 1985 como titular de las redes de alta tensión y después como operador del sistema fue uno de los mayores logros del sector. De hecho, muy a menudo visitan sus instalaciones delegaciones de distintos países para imitar el modelo español.

Esta compañía es oficialmente privada, pero la SEPI mantiene una participación del 20%, ya que es considerada estratégica para el sistema eléctrico. Además, le permite proponer al presidente de la compañía, que actualmente ocupa la exministra socialista Beatriz Corredor.

Aunque a lo largo de los años ha cambiado la forma de fijar el precio de la luz, la factura de la luz sigue siendo un auténtico ‘cajón de sastre’. Así, casi el 50% de lo que pagan los ciudadanos son costes ajenos al consumo eléctrico y responden a políticas energéticas de Estado. Pero ningún gobierno ha querido pasar alguno de esos costes a los Presupuestos.

Decisiones que van al recibo

Además, el sector en general, y los consumidores en particular, han pagado –y todavía lo hacen– decisiones políticas como la paralización de varias centrales nucleares que se estaban construyendo en los años 90 y el apoyo desbocado a las energías renovables a principios de este siglo, cuestiones que costaron 5.700 y casi 30.000 millones de euros, respectivamente.

En agosto de 2015 desapareció de los recibos el recargo del 3,54% que se pagaba desde hacía 20 años por los costes de la moratoria nuclear, una decisión de Felipe González en un momento en el que los ecologistas eran una fuerza emergente en toda Europa y por las amenazas de ETA. De hecho, en febrero de 1981 asesinaron al ingeniero vasco José María Ryan, responsable de la central de Lemóniz (Bilbao). Entre los ciudadanos también sobrevolaba el accidente que se produjo en la central nuclear de Three Mile Island, en Harrisburgh, Pensilvania (EE.UU.), en 1979.

González justificó la medida por la previsible caída de la demanda eléctrica a medio plazo. Sin embargo, años después se ha demostrado que la electricidad que generan las centrales nucleares es la más barata de todas las tecnologías.

Mientras, todavía seguimos pagando en la factura, a razón de más de 2.000 millones de euros cada año, el déficit de tarifa que creó el PP (Aznar), disparó el PSOE (Zapatero) y cerró el PP (Rajoy). El propio Rodríguez Zapatero reconoció hace pocos meses que durante su mandato se generó una burbuja en las renovables. «España tiene tendencia a originar burbujas en cuanto hay un sector que se incentiva, que se prima y que tiene expectativas de demanda». La sangría se produjo sobre todo con las plantas fotovoltaicas, con unos costes un 80% superiores a los actuales. Solo en 2008, con Miguel Sebastián como ministro de Industria, se generó un déficit en el sistema eléctrico de 6.287 millones de euros.

Arbitrajes

El desfase alcanzó casi los 30.000 millones y que Rajoy zanjó dando un hachazo precisamente a las empresas renovables, a las que recortó de sopetón sus ingresos previstos en unos 1.700 millones de euros.

La decisión orquestada por el ministro José Manuel Soria fue respaldada tiempo después por los tribunales españoles, faltaría más, aunque existen varios arbitrajes internacionales que condenan al Estado español. Y es que numerosos inversores extranjeros presentaron medio centenar de demandas ante organismos como el Ciadi y la Cámara de Comercio de Estocolmo. En ellas reclaman indemnizaciones que suman 10.000 millones de euros.

Las medidas de Rajoy surtieron efecto y desde 2014 el sistema eléctrico ha generado superávits que suman 1.687 millones hasta 2018. Casualidad o no, en 2019, con Pedro Sánchez en La Moncloa, se volvió a producir un déficit, en este caso de 527,7 millones de euros, en el que quizás haya influido las triquiñuelas de las eléctricas, para subir artificialmente el precio del Megavatio/hora y los consiguientes beneficios extraordinarios para las eléctricas, mal llamados caídos del cielo.

Fusiones, opas y contraopas

Por otra parte, los distintos gobiernos han ido configurando el mapa eléctrico en nuestro país. Así, el vicepresidente Rodrigo Rato vetó en mayo de 2000 la compra de Hidrocantábrico por parte de Unión Fenosa cuando la operación había sido aprobada por sus consejos y accionistas. «Cuatro, mejor que tres», dijo para justificar su postura. Se refería a que tenían que mantenerse las cuatro eléctricas existentes: Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa e Hidrocantábrico. El movimiento se produjo después de que la norteamericana TXU lanzara por sorpresa una opa sobre Hidrocantábrico justo al día siguiente de que Aznar ganara por segunda vez las elecciones generales.

Un año después, Rato volvió a abortar la fusión entre los dos grandes del sector: Endesa e Iberdrola. La integración de ambas iba a dar lugar a un poderoso grupo que competiría con las potentes eléctricas europeas. Sin embargo, las duras condiciones que impuso el Gobierno de Aznar hizo que tanto Rodolfo Martín Villa como Íñigo de Oriol desistieran, ya que con las exigencias del Ejecutivo «uno más uno era menos de uno».

Meses antes, Repsol intentó hacerse con Iberdrola y en 2006 volvió a intentarlo junto con Gas Natural.

Precisamente, esta compañía lanzó una opa sobre Endesa en septiembre de 2005, lo que desató una guerra de ofertas y contraofertas de E.ON, Acciona y Enel, grupo italiano que finalmente controla la eléctrica madrileña desde 2007. Gas Natural se tuvo que conformar un año después con la compra de Unión Fenosa.

Fuente: abc.es