Las nuevas
modalidades de empleo influyen en la manera en la que busca
trabajo, pero también en cómo le valorará y recompensará su empresa; en el
futuro de su carrera profesional y en su vida personal.
Aparecen nuevos
puestos bajo demanda; se hace más frecuente la posibilidad de trabajar sin ir
al trabajo; viviremos una actividad profesional en la que dependeremos de
varios jefes, o en la que trabajaremos sin mandos; podremos disponer de un
portfolio múltiple de carreras; veremos una flexibilidad inédita que nada tiene
que ver con el concepto tradicional de conciliación y sí con el de integración,
adaptado a una exigencia de disponibilidad de 24 horas por parte de las
empresas.
El trabajo por
proyectos y las fórmulas de empleo independiente crearán una nueva clase de
superprofesionales y superespecialistas en microtareas muy concretas; habrá que
coordinarse con equipos que actúan desde muy diversos y lejanos lugares; la
convivencia definitiva de varias generaciones en las empresas junto con la
necesidad de trabajar más años revolucionará las organizaciones; y la
colaboración entre humanos y máquinas intensificará este cambio en las
relaciones laborales.
La nueva relación
entre empleado y empleador confirmará que ya no existe el empleo para siempre,
y que el trabajo ya no tiene nada que ver con un lugar al que acudimos cada
día.
Cambiarán las empresas,
su organización, sus jefes, la gestión y la propia actividad. Y con todo ello
se transformará la manera en la que seremos valorados y recompensados. Los
conceptos de carrera y promoción serán distintos, igual que los modelos de
reclutamiento y las formas en que se busca empleo. Surgirán dilemas
profesionales, conflictos éticos y legales que tendrán que ver con las nuevas
fórmulas de trabajo. Y, por supuesto, surgirán nuevos puestos y perfiles
profesionales.
Fuente: Expansion.com