Francia prepara un plan pionero para
crear un 'antivirus contra las noticias falsas' que espera se eleve a nivel
europeo.
Macron espera tener un plan nacional
contra la desinformación en septiembre. Apenas comienza el nuevo ciclo
electoral europeo, pero en su cuenta atrás quedan tan solo dos años de mandato
para mostrar al menos los primeros resultados de una misión tan monumental como
exprés que se ha echado a la espalda: fabricar una especie de 'antivirus contra
las noticias falsas', una suerte de vacuna que mantenga a la sociedad a salvo
de contenidos maliciosos, pero sea respetuosa con su privacidad.
¿Cómo hacerlo? Por un lado, con un
proyecto de ley de Lucha contra la manipulación de la información, pionera en
su especie, que ha abierto un debate inédito hasta la fecha. Por otro lado, con
una ardua tarea diplomática no tanto con otros estados como con los gigantes
tecnológicos. Dos líneas de acción que vienen a complementarse – y suavizarse–
mutuamente, en una misión que Francia ha emprendido casi en solitario, entre
críticas y preocupaciones legitimadas, pero con escasas y pobres propuestas
alternativas.
"Se trata de cambiar el
equilibrio de poder entre esas grandes plataformas y los usuarios: queremos ser
una tercera parte neutral", explica Paula Fortezza, parlamentaria de En
Marche, en una entrevista con Público en la Asamblea Nacional, en París. La diputada,
que está capitaneando el grupo de trabajo de lucha contra la desinformación,
aboga por un rol de mediador por parte del Estado francés, para posibilitar un
entendimiento entre ciudadanos y los gigantes tecnológicos.
Fase 1: “Macron, poli malo”
El objetivo del aún borrador de ley,
que se mantiene bloqueado por el Senado, es dar más poder a los jueces para
desmantelar portales que contengan información falsa, las llamadas fake news,
durante período electoral. Los candidatos y los partidos políticos podrán
denunciar los portales con contenido falso que detecten durante los tres meses
previos a unas elecciones.
La ley también permite a la CSA, la
agencia nacional de radiodifusión francesa, suspender los canales de televisión
"controlados o bajo la influencia de un Estado extranjero" si
"difunden deliberadamente información falsa que pueda afectar la
sinceridad del escrutinio". Las críticas no tardaron en emerger: la
censura y limitación del derecho a informar podían verse en peligro por esta
práctica de tintes totalitarios.
La rectificatión que siguió abrió una
nueva fase del proyecto: una aproximación diplomática y hasta amistosa, si no
con los medios de comunicación, al menos, de momento, con las plataformas de
difusión de contenido. El objetivo: proveer a las autoridades francesas de unos
conocimientos de las entrañas de estas empresas, para formular recomendaciones
concretas y operativas
Fase 2: “diplomacia con gigantes
tecnológicos”
Mark Zuckerberg fue el primero. Macron
se reunió con el CEO de Facebook a principios de mayo, pistoletazo de salida de
una ronda de toma de contacto que seguirá con Twitter y YouTube. Para la
industria también supone un salto de eje: ya no pueden tirar pelotas fuera y
pasan a asumir un papel cada vez más importante desde el momento original de la
redacción de la legislación. Así, el borrador de propuesta de ley se ha
flexibilizado, apostando más por la autorregulación y menos por las medidas
punitivas.
Las plataformas que difundan
contenidos falsos pueden llegar a enfrentarse a pagar hasta al 4% de sus
ingresos anuales
Las multas no quedan descartadas, sin
embargo. Las plataformas que difundan contenidos falsos pueden llegar a
enfrentarse a pagar hasta al 4% de sus ingresos anuales. La estrategia pasa por
co-responsabilizar a las empresas. En un símil con el sector financiero, se les
harán auditorias regulares para asegurar la transparencia de sus procesos
internos para el control de contenidos dañinos y discurso del odio.
Más cuando la difusión de contenido
falso se traslada de las redes sociales públicas a la mensajería privada. La
tendencia es que, mientras los usuarios son cada vez menos activos en redes
sociales como Facebook, las plataformas sofistican sus estructuras y algoritmos
en pro de la privacidad en sus chats. La promesa de la intimidad es la única
forma de retener al cliente. En Facebook, Instagram y también Whatsapp o Telegram.
Y las autoridades públicas no pueden meterse allí, por lo que necesitan la
complicidad de los proveedores.
Continuará... en Europa
"Con suerte, este marco
regulatorio no será sólo un modelo nacional para Francia, sino que puede
funcionar como un marco para la UE en su conjunto en el próximo Parlamento
Europeo". Lo dijo Zuckerberg a los periodistas en París tras su encuentro
con Macron, y no podía estar más acertado. Con las elecciones europeas del 26
de mayo, el Parlamento Europeo y los estados miembros, incluida España, han
dado un empuje a la lucha contra las informaciones falsas. Pero, ¿cuál será el
legado pasadas las citas electorales?.
El siguiente paso es construir un
marco legal por el que las plataformas esté obligadas a responsabilizarse de
esos contenidos maliciosos que se difundan por sus medios. "Necesitamos
construir una gobernanza por la que no dependa de su buena voluntad, sino que
tengan obligaciones reales procedentes de las autoridades públicas",
señala Paula Forteza. A Facebook le ha venido muy bien a nivel de imagen que se
le viera proactivo en la lucha contra la desinformación. Pero cuando la
tormenta pase, le seguirán necesitando.
El plan es elevar el modelo francés a
nivel europeo en un plazo de dos años máximo, para un Internet más
transparente, ético y seguro para los usuarios, explica Forteza. "Tenemos
que defenderlo [el modelo francés, europeo] a nivel internacional, frente al
modelo estadounidense y el chino. Esto va a requerir gobernanza internacional y
por tanto, diplomacia", enfatiza Forteza.
Francia ha sido la primera en
establecer una hoja de ruta. Donde Europa no tiene competencias suficientes,
los estados miembros han de tomar las riendas. Macron espera tener un proyecto
listo para septiembre – que, con suerte, como apunta Zuckerberg, establecerá un
precedente en la UE. Para que él pueda ahorrarse decir las mismas cosas en la
misma reunión preliminar con 27 o 28 jefes de Estado, pero sobre todo para que
el marco legal pueda avanzar a una velocidad no tan lenta en comparación a lo
que las redes sociales mutan.
Fuente: Publico.es