24 de febrero de 2022

ECONOMIA VERSUS GUERRA. ¿La economía es el talón de Aquiles de Rusia? ¿O es la guerra contra Ucrania quien va a dar la estocada final a la economía rusa?

 El valor de las reservas estratégicas de Rusia, formadas por oro y por diversos activos como bonos, divisas y derechos especiales de giro del FMI, ha aumentado un 0,7% en la última semana del año, alcanzando los 630.500 millones de dólares. El país ocupa el quinto puesto del mundo en cuanto al valor de sus reservas.

Según los últimos datos publicados por el Consejo Mundial del Oro, el metal precioso dorado, que forma parte de dichas reservas se elevaba a 2.301,6 toneladas a cierre de octubre de 2021, que representaban el 21% del total de reservas, es decir equivalente a 132.405 millones de dólares

Putin prioriza la corona a la cartera, por qué la guerra no tiene sentido económico

Rusia ha preparado su economía para el conflicto desde 2014, pero las razones de la invasión no son pecuniarias. Más bien al contrario: el país está en crisis, se enfrenta a sanciones y la jugada del gas se tambalea

1. Una economía del tamaño de España y en crisis

El milagro del 'zar', que durante su primera etapa (1999-2008) consiguió que la vieja potencia deprimida tras la desmembración de la Unión Soviética doblase su producto interior bruto en solo una década, se empezó a disipar con la Gran Recesión y entró definitivamente en barrena tras las sanciones de la Unión Europea. Desde la invasión de Crimea, en 2014, hasta el estallido de la pandemia, el PIB per cápita ruso apenas creció un 3,3%, frente al 12,8% de la eurozona y el 11,4% de Estados Unidos, según los datos en paridad de poder de compra accesibles a través de la página web del Banco Mundial.

Si a eso se añade la crisis del coronavirus, el panorama es desolador: Rusia entró en recesión en 2020, con un retroceso del 3%, y, según las proyecciones de enero del Fondo Monetario Internacional (FMI), apenas creció un 4,5% en 2021 y crecerá un 2,8% en 2022, muy por debajo de la media mundial y de las economías desarrolladas, en pleno repunte pospandémico.

2. El invierno templado estropea el chantaje del gas

Mientras los 'popes' económicos de Moscú no las tienen todas consigo, en Bruselas hay una cierta sensación de alivio y en Washington se frotan las manos. Sobre todo si Rusia respondiese a las sanciones con un corte del suministro a la UE. Esto siempre ha sido la madre del cordero, pero los ríos de tinta que han corrido en los últimos meses han ido diluyéndose a medida que pasaba el invierno. Y, con ellos, los planes económicos de Putin para encarar el conflicto. Amenazar a Europa con cerrar el grifo del gas, del que depende en un 40%, constituye la principal baza del Kremlin.

La prueba de que la Unión está dispuesta a ir con todo es la renuncia de Alemania a certificar el gasoducto Nord Stream 2, que permitiría aumentar el flujo ruso hacia Europa sin pasar por Ucrania, y cuya empresa constructora será sancionada por la Casa Blanca. Estos movimientos perjudican al bloque comunitario, que está pagando el gas más caro, pero también a la economía del país euroasiático, que ve cómo su mercado se reduce y Estados Unidos ocupa su lugar. Bruselas no ha cedido al chantaje y, si Moscú sigue adelante con sus veleidades bélicas, será un 'lose-lose' económico para ambos. No en vano, las exportaciones energéticas rusas a Europa han superado recientemente los 10.000 millones de euros mensuales, debido al encarecimiento de las materias primas. Putin quería vender a precio de oro y se puede quedar sin mercado, lo que le ha obligado a girar, también en este aspecto, hacia China, su vecino oriental.

En el plano de los recursos, tampoco parece que el vasto territorio ucraniano sea especialmente apetecible. Sánchez Andrés recuerda que los principales activos del país son agrícolas, además de una industria "con estándares soviéticos". En ese contexto, resulta más inteligente —siempre desde la lógica de los números— seguir con la guerra híbrida de los últimos años que tomar Kiev. "La situacion de la economía rusa no es muy buena y meterse en una guerra es muy caro. ¿Para qué quieren Ucrania? Económicamente, no tiene ni pies ni cabeza", concluye el profesor con tono vehemente.

3. De sanción en sanción... hasta el aislamiento final

El consenso en torno a la guerra no es el que Putin vende. Según las encuestas recogidas por el 'think tank' Carnegie Endowment for International Peace, la militarización dejó hace tiempo de ser un motivo para movilizar a la ciudadanía en favor del Gobierno. Las sanciones pesan en el ánimo de los habitantes, que se muestran partidarios, en su mayoría, de mejorar las relaciones con Washington. Solo en 2014, y según los datos del propio Ministerio de Finanzas, costaron 40.000 millones a la economía del país. Otros organismos ligados al Ejecutivo, como el Grupo de Expertos Económicos, elevan su impacto a 170.000 millones desde 2014 hasta 2017, a razón de entre cuatro y seis décimas de PIB por año.

Desde el otro lado, el laboratorio de ideas estadounidense Atlantic Council calculó, en un informe reciente, que el efecto de las medidas de castigo sobre la economía rusa ha sido incluso mayor del esperado: unos 50.000 millones al año, lo que ha supuesto una merma de entre 2,5 y tres puntos del PIB en cada ejercicio.

"Las sanciones hieren más a Rusia que a Occidente", concluye el 'think tank' europeo Bruegel, con sede en Bruselas. El FMI fue más cauto en un informe de 2019, al situar el coste en solo dos décimas por año, mucho menor que el del descenso del precio del petróleo.

Tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, Europa, Estados Unidos y Gran Bretaña ya preparan la puesta en marcha de duras sanciones. Entre las medidas destacan las impuestas al sistema financiero y el bloqueo total a uno de sus bancos más importantes. Ante una escalada del conflicto aún mayor, Occidente ya amenaza con una medida definitiva, expulsar a Rusia del sistema Swift. Los legisladores estadounidenses y británicos ya han expresado públicamente a favor.

SWIFT es la red de alta seguridad que conecta la gran mayoría de las instituciones financieras del mundo. El Gobierno ruso ya ha respondido a esta posibilidad con dureza, anunciando que, de suceder, detendrán en seco todos los envíos de petróleo, gas y metales a Europa.

El sistema SWIFT, ideado en 1973, es la red que conecta más de 11.000 instituciones financieras en todo el mundo y que utilizan para realizar órdenes de pago y enviar información de forma segura. Actualmente es el sistema dominante en todo el mundo, por lo que excluir a la banca rusa de él significaría que no podrían enviar dinero dentro y fuera del país. Sin duda, esta medida supondría un golpe a las empresas locales y a sus exportaciones.

De suceder, Rusia sería el segundo país en la historia en ser eliminado del sistema, solo después de Irán, durante la escalada bélica en 2012 a raíz de la tensión que desató su programa nuclear.

Según indica el Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales a la CNBC, el país de los Ayatolás perdió cerca de la mitad de sus ingresos por petróleo y el 30% de sus comercio exterior. Las estimaciones del propio instituto apuntan a que, "el corte terminaría con todas las transacciones internacionales, desencadenaría la volatilidad de la moneda y provocaría salidas masivas de capital".

Sin embargo, no se sabe hasta que punto hay consenso para emplear este 'arma bancaria' pues el golpe tendría un importante impacto en occidente. Las economías europeas están expuestas a Rusia y desconectarla de su sistema bancario, si lo hacen, Putin ya ha dicho que detendrán completamente los envíos de petróleo, gas y metales a Europa; que por otra parte, con toda seguridad Moscú ya tendría donde colocarlo, estoy pensando en repúblicas satélites de Rusia como Bielorrusia o Azerbayán y países como China, Irán, Cuba, Venezuela e incluso Brasil, que seguramente todos ellos estarían encantados de recibir dichos suministros.

Rusia ya tiene su propio sistema de pagos, el SPFS, que levantó en 2014, precisamente, tras temer que se emplease esta medida en los inicios del conflicto armado en Ucrania. Sin embargo, solo el 20% de las transferencias nacionales del país usan ese sistema y solo lo utilizan 400 usuarios. Por lo que el daño seguiría siendo enorme.

CONCLUSIÓN. Pese a todo, Rusia está preparada

Con o sin sentido, lo cierto es que Rusia está preparada para la guerra. 

El país presenta unas finanzas públicas saneadas, que han ido reduciendo su dependencia del gas y los hidrocarburos durante los últimos años, y tiene músculo suficiente para afrontar la actual movilización bélica: en concreto, 630.000 millones de dólares en reservas internacionales (divisas extranjeras y oro), más que en cualquier otro momento de su historia, según el propio Banco Central. 

Además, ha cuidado el sector militar. El gasto público en ese ámbito aumentó ininterrumpidamente desde la llegada al poder de Putin, en 1999, hasta 2016, y en los últimos años se ha estabilizado por encima de los 60.000 millones de dólares, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. 

Esto supuso en 2020 el 4,3% del PIB, es decir, seis décimas más que Estados Unidos y más del doble que los principales Estados europeos. Milosevich recuerda que la industria de defensa apenas se había visto impactada hasta ahora por las sanciones, y que la intervención gubernamental, propia de una economía de guerra, ha aumentado la inversión en I+D+i hasta generar un ejército moderno y relativamente asequible de movilizar. 

Sin embargo, los tiempos han cambiado. Un nuevo impulso al gasto militar no tiene capacidad para impulsar el crecimiento del país y no está entre los motivos que explican el aumento de las hostilidades. Más bien al contrario. "La guerra no mejorará la economía. No estamos en la Segunda Guerra Mundial, cuando se fabricaban tanques 24 horas al dia", concluye la investigadora del Real Instituto Elcano. En el siglo XXI, los que nunca duermen son los inversores... y su opinión sobre el conflicto no es la que le gustaría a Putin.

La Bolsa de Moscú se desplomó este lunes un 13%, mientras que las europeas se dejaban poco más de un punto. Este jueves ha cerrado con una espectacular caída del 33%, su peor batacazo de la historia reciente. En lo que va de año, el Moex, su índice de referencia, ha perdido la mitad de su valor. El mercado de divisas, que suele ser la mejor vara de medir en estos casos, tampoco arroja buenas noticias para el Kremlin: el dólar no llegaba a los 70 rublos antes del inicio de la crisis diplomática, y ahora ya supera los 86. Desde esta madrugada, la moneda nacional se ha hundido un 6%.

Más allá de la guerra de cifras, lo cierto es que al Kremlin le puede salir mal la jugada si se pasa de frenada, que quizá haya ocurrido ya.

Fuente: El Economista.es ; El Confidencial.com