Un nuevo sistema de posicionamiento de
imágenes virtuales sobre entornos físicos gracias a la visión por ordenador
permite mejorar las posición de los elementos de realidad aumentada actuales
sobre la ciudad física
Si alguna vez ha jugado en su teléfono
inteligente con una aplicación de realidad aumentada como Pokémon Go, sabe que
puede ser divertido, pero también sabe que las imágenes virtuales que se ven a
través de la pantalla a menudo no parecen tan buenas cuando se las compara con
el paisaje real que hay detrás.
Parte del problema es que las
aplicaciones de realidad aumentada suelen depender de una combinación del GPS y
la brújula del teléfono móvil para saber dónde se encuentra el dispositivo y,
por tanto, saber dónde mostrar esas imágenes en la pantalla. Sin embargo, la
realidad es que el GPS no funciona tan bien como debería en lugares como una
ciudad abarrotada. Esto provoca fallos, como objetos virtuales que aparecen
temblorosos y fuera de lugar en vez encajar perfectamente con el entorno.
Una start up de realidad aumentada
llamada Blippar trabaja en un método diferente que, según sus creadores, puede
conducir a aplicaciones de realidad aumentada mucho más atractivas y fidedignas
que las actuales. La start up utiliza la visión por ordenador o visión
artificial para ayudar a identificar dónde se encuentra el móvil y hacia qué
dirección apunta en relación al espacio que lo rodea. Según los desarrolladores
del sistema, lo hace de una forma mucho más precisa que los GPS convencionales,
sobre todo en entornos urbanos.
El cofundador de Blippar y director de
tecnología, Omar Tayeb, asegura que la empresa está emprendiendo este proyecto
gracias al permiso para poder usar un auténtico tesoro con datos de imágenes de
las principales ciudades del mundo. Se trata en esencia de la versión de otra
empresa (no desvelan cuál) de Google Street View. El equipo de Blippar indexa
las imágenes y luego las compara con lo que un usuario de un teléfono
inteligente ve a través de la cámara del dispositivo para encontrar la coincidencia
más cercana a su ubicación. El teléfono también puede usar la triangulación GPS
o la triangulación entre la celda y la torre de la red de telefonía móvil para
determinar dónde se encuentra (Blippar, según su creador, no es capaz de eso).
De momento, la empresa lo ha probado en San Francisco (EEUU), Londres (Reino
Unido) y Mountain View (California, EEUU).
Con los datos e imágenes con los
cuentan, explica Tayeb, Blippar tiene la capacidad de obtener imágenes de
edificios desde diferentes ángulos, lo que ayuda a determinar la distancia a la
que están unos de otros y desde qué punto se están mirando. Esta función
también determina con mayor precisión dónde debe aparecer una señal virtual u
otra imagen.
¿Cómo se vería? Puede hacerse una idea
con este vídeo rodado por un iPhone con un prototipo de la de app de Blippar
usado de forma interna por la compañía.
Los gráficos en el vídeo parecen
ásperos: los ciclistas recorren bandas de color superpuestas en la calle, y una
pizarra como las que suelen poner los bares en la calle flota extrañamente por
enciam del suelo.
Pero las imágenes aparecen con rapidez
y su posición en la imagen parece tener sentido. Tayeb asegura que el método de
Blippar para estimar la localización de un objeto tiene un margen de error de
unos ocho metros, aunque, explica, en la mayoría de casos baja a menos de tres
metros. Normalmente, el GPS de un teléfono móvil es exacto con un margen de
error de cinco metros si se está en un área abierta; un dato que empeora cuando
se calcula la posición en un lugar con un montón de edificios, árboles, y
demás.
Tayeb dice que Blippar planea lanzar
aplicaciones para Android y iPhone que serán anunciadas en los próximos tres
meses. Esto, espera, demostrará cómo su técnica de posicionamiento podría
funcionar con diferente tipo de contenido como listados de propiedades
inmobiliarias y reseñas de restaurantes superpuestas sobre el mundo real.
Eventualmente, el cofundador también espera que otras compañías adquieran la
licencia de esta tecnología para desarrollar sus propias aplicaciones.
Fuente: MIT Technology Review